Capítulo 16: Presagio

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-Al menos a Callaghan, no alimentes su obsesión-Le miró-. Ese sueño solo es su subconsciente jugándole una mala pasada.

-No le crees.

-En absoluto. Y es mentira que nunca me haya visto, sí que lo hizo-Volvió sus ojos hacia mí-, pero estaba demasiado ebrio como para recordarlo-Rodó los ojos.

Me hizo sonreír. Creí su historia y en que tal vez como ella había dado a entender, después de verla, su mente había fabricado ese sueño para él.

-¿Te puedo dar un consejo? No hagas esto cuando estemos en la calle...-interrumpió Alan.

-No te creerías con quién hablo.

-¿Con quién?

-Por favor-pidió la pelirroja seria bajándose de la plataforma, atravesando las piernas de él.

-Si de aquí a...un día no he muerto, te lo cuento.

Mi amigo lo pensé por un momento y luego se encogió de hombros, no era muy insistente.

-Espero que mueras-se burló divertida ella mientras se apoyaba en la pared, cerca de Alan, y se cruzaba de brazos.

-Es lo más probable-sentenció una voz femenina detrás de mí.

Giré medio cuerpo para ver quién era y me encontré con unos increíbles ojos verdes. La muchacha se sentó en el filo de la bañera y me sacó el brazo del agua helada para examinarme la herida. La dejé hacerlo y admiré su piel clara y pura como la seda en contraste con un cabello azabache cortado a la altura de los hombros, con el flequillo justo por encima de las cejas, y que despedía un fresco olor a jazmín.

-¿Zira?

Miré a Dánae, que se había quedado junto a la puerta, para que me confirmara que era ella después de que la chica ignorara mi pregunta, pero estaba pendiente de otra cosa.

-Meg, deja de atormentarle, le volverás loco-le regañó como si tuviera alguna autoridad.

Volví mi vista hacia la pelirroja en cuestión pero ya me había perdido el motivo de la reprimenda.

-¡Pero si no he hecho nada!-Se defendió con una risa levantando las manos en el aire durante un momento para luego volver a cruzar los brazos y mirarme-. Le he cambiado el canal de la televisión y de la radio alguna vez-Se encogió de hombros, inocente, y puso sus ojos en Alan de nuevo.

Quise reír pero lo reprimí por el dolor.

-Le escondes las cosas-la acusó Dánae.

-Solo fue una vez.

-Megara, vete con Gabriel, estoy yo aquí. Te llamaré si hay algún problema.

Meg resopló y volteó los ojos.

-Tu presencia le pone nervioso.

-A este chico todo le pone nervioso.

-¿Quién es Gabriel?-interrumpí, incómodo por lo cerca que se encontraba Zira de mi rostro.

-Otro guardián-contestó Meg con un dedo índice acariciando la mejilla de mi amigo-. Vivimos juntos, los tres-Sonrió al ver cómo él se rascaba en respuesta al cosquilleo que ella había provocado. Sonrió.

-¿Y ella?-Me referí a Zira como si no estuviera allí. Tenía que aprovechar que alguien estuviera respondiendo a mis preguntas.

-Ella es curandera-Hizo una pausa-, y prefiere vivir sola. No le gustan los humanos, por eso es tan desdeñosa contigo-Dejó a Alan y se sentó en el borde de la bañera, divertida-. Bonitos calzoncillos-se burló.

Prohibidos: Esclavos del tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora