Capítulo 11

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"¿Qué estás haciendo tan apurado?", preguntó divertida."Después hablamos", comentó Eduardo separándose de Briana, y ella observó cómo se alejaba sin comprender si había dicho algo malo. Confusa y un poco extraña, decidió que era tiempo de seguir adelante. Avanzó con nostalgia hacia el interior de la casa y fue al baño para lavarse las manos y hacer sus necesidades.Al caer la noche, Briana llegó primero, ya que Eduardo... tenía que ocuparse de unas visitas que habían llegado de improvisto. Después, a pesar de que él le hubiera dicho que lo esperara, ella iría con un chofer de la familia y estaría lista."Por fin llegaste", comentó Briana con una sonrisa hacia Eduardo."¿Acaso me estabas extrañando?", preguntó divertido mientras se acercaba a su lado."Sí, de algún modo", respondió Briana con sinceridad porque era la verdad. Cuando él no estaba, se sentía sola y supuso que lo estaba extrañando."Ya veo", dijo Eduardo sin esperar ese tipo de respuesta."Yo, sigo cocinando algo", comentó mientras él prestaba atención.Eduardo la vio tan bonita, con el pijama puesto, el pelo atado dejando ver su cuello delicado y una sonrisa bonita en el rostro. Le parecía la criatura más magnífica que había conocido en la vida, y vaya que había tenido mujeres, ya que él era muy atractivo."¿Por qué me miras?", preguntó Briana divertida."Porque eres hermosa", susurró Eduardo, y lo hizo de una manera tan seria que Briana se estremeció. Un poco avergonzada, dejó el cuchillo de los alimentos y dijo: "Si quieres, puedes ir bañándote. Yo terminaré de cocinar"."Claro", respondió Eduardo y desapareció de la cocina. Briana escuchó sus pasos alejarse y suspiró. No comprendía por qué a veces las palabras de él le afectaban de alguna manera. Movió la cabeza de un lado a otro y siguió cocinando.En ese lapso de tiempo, se sentía bastante nostálgica. En primer lugar, no comprendía la situación que se estaba manejando y... [continuará]Briana siguió cocinando y cuando la comida estuvo lista, decidió llamar a su compañero de casa. Caminó por el largo pasillo hasta que finalmente se encontró frente a una puerta blanca."Ya está la comida", exclamó después de dar un leve golpeteo. Al no obtener respuesta, con curiosidad ingresó y pasó por la puerta. No lo vio por ningún lado hasta que llegó al baño, donde él estaba con una toalla envuelta en la cintura. Briana se quedó perpleja."Lo lamento", comentó en forma rápida, saliendo de la habitación. Sintió sus mejillas arder y se tocó levemente la piel."Qué tonta soy", comentó en voz alta y regresó a la cocina. Comenzó a servir los platos y se sentó."Lo lamento, Briana, no escuché porque me estaba bañando", dijo Eduardo."Está bien", respondió sin poder mirarlo a los ojos. Junto a Eduardo, sin comprender la situación de Briana, se sentó frente a ella."¿Estás bien?", preguntó sin entender."Sí", murmuró ella con un monosílabo y se escudó mientras comenzaba a comer. Eduardo se encogió de hombros.Conocía la hora de dormir. Briana tenía que lavar los platos."Deja, yo los lavo", comentó Eduardo y ella asintió. No le gustaba hacerlo, así que tampoco se contradiría a Eduardo, quien se ofreció. Desapareció por el pasillo que llevaba a su habitación para acostarse.Briana suspiró. No entendía por qué de pronto la imagen de Eduardo aparecía en su mente. Cerró los ojos, donde por primera vez no estaba Lautaro, sino otro hombre frente a ella, observándola, tal y como ella siempre imaginaba cada vez que se iba a dormir. Al día siguiente, Briana se encontraba junto a Emma. Ya la había recogido del colegio y se encontraban pintando y armando algo que les habían enviado del jardín."No soy buena para esto", comentó Briana divertida, y Emma se rió."Tía, ¿cómo tienes que enrollar la lana en este círculo?", preguntó la niña de tan solo 5 años."Pero no entiendo", comentó nuevamente, y Eduardo se acercó."Mira, Briana", dijo Eduardo mientras empezaba a hacer lo mismo que la niña."Entonces, hazlo tú", comentó Brianna divertida, y se rieron.Lautaro llegaba del trabajo, cansado y de mal humor después de haber tenido que lidiar con muchos problemas en la oficina. Al ver esa escena, se sintió un poco confuso. Sintió un ardor en el estómago que intensificó su mal humor."¿En vez de trabajar están haciendo eso?", preguntó en tono seco, y Eduardo se apartó rápidamente, entregando la manualidad a Emma."Lo lamento, señor", comentó Eduardo y se apartó en forma rápida."No estábamos haciendo nada malo", comentó Briana levantando una ceja y enfrentándolo."Es mi empleado, no te estoy pidiendo una opinión a ti", respondió Lautaro mientras pasaba por el lado de ella y la ignoraba."Pues sí, en parte sí me estás vendiendo una opinión, porque si voy a casarme contigo", comentó Briana en voz alta y Emma escuchó."Entonces, ¿vas a ser mi mamá?", preguntó Emma entusiasmada mientras rodeaba la mesa y abrazaba a Briana."En realidad, siempre vas a ser tu mamá, Lucía", comentó Briana."Mamá, mamá", exclamó Emma una y otra vez, y Briana sonrió un poco culpable, mirando de mala manera a Eduardo, a quien culpaba en parte de todo.Pero él se encogió de hombros y no se disculpó. No tenía ánimos de hacerlo. De igual forma, era algo que tarde o temprano la niña se tendría que enterar.Briana suspiró cuando Emma se fue a la habitación y la miró."Lo que no entiendo es por qué de repente eres amable y otras veces tienes ese carácter tan raro", comentó Briana, buscando una explicación."No sé de qué hablas", respondió Lautaro, apartándose de ella."Tú sabes de lo que hablo", insistió Briana, levantando las manos en señal de frustración.Briana rodó los ojos, decidió seguir a la niña y optar por ignorar a Lautaro. Cuando llegó la tarde y Briana había terminado con sus deberes, salió por la puerta y algo o alguien la detuvo."Vamos a comer algo", comentó Lautaro, tomando su mano, y ella levantó las cejas sin comprender."¿Por qué?", preguntó Briana, confundida."Porque sí", respondió Lautaro, sin dar ninguna otra explicación, y salió por la puerta."Tengo cosas que hacer..""¿Y vas al mismo lugar donde vives con el mozo?", preguntó Lautaro."Exactamente", respondió Briana sin dar más detalles, y se subió al vehículo."¿Qué estabas esperando, a Eduardo?", comentó Lautaro, mirando a Eduardo con los ojos abiertos."Ahora voy, gracias", respondió Eduardo, un poco sorprendido, e ingresó al vehículo."No te pases con mi prometida", advirtió Lautaro, señalando a Eduardo con el ceño fruncido."No haré nada, señor", respondió Eduardo, sintiéndose incómodo, y se acomodó en el vehículo."¿Qué te dijo?", preguntó Brianna, sin haber podido escuchar la conversación anterior."Nada importante", comentó Eduardo mientras ambos avanzaban hacia el lugar de destino."Brianna, ¿por qué no fuiste a comer con el jefe?", preguntó Eduardo."Porque tenía que venir a cocinarte a ti", respondió Briana."Pero yo sé cocinarme solo", comentó Eduardo."Pues no lo sabía, Eduardo", respondió Briana."Y ella tiene razón, tú te vas a casar con él, tendrías que ponerlo como prioridad", interrumpió Brianna."No quiero que mi compañero de piso amanezca sin nada en la panza", comentó Briana divertida."Estaré bien, llámalo y dile que quieres ir con él porque sé que es lo que quieres. ¿Estás enamorada de él, verdad?", preguntó Eduardo."Sí, le quiero", respondió Briana encogiéndose de hombros."Entonces ve a cenar con él", comentó y Briana suspiró."Pero si quieres, puedo ir cocinándote algo y tú lo terminas de hacer. Intenta no incendiar la casa con tu cocina divertida Ed ", propuso Briana."Está bien. Pero avísale que pase por ti en una hora más o menos", respondió Eduardo."Sí, claro. Eso comento", dijo Briana mientras enviaba un mensaje a Lautaro. Pronto recibió una respuesta de que pasaría por ella en una hora y media, y Briana sonrió."Ves, te hacía falta estar con él", comentó Eduardo bastante triste, sabiendo que no le agradaba la idea de que Briana saliera a una cita con otro hombre, pero lo aceptaba porque ella le quería a él y no a Brianna.Briana comenzó a preparar unas milanesas de carne y después de colocarles la ralladura de pan y el huevo, ya estaban listas. Encendió el horno, calentó aceite y las colocó adentro. Por otro lado, también peló unas papas y preparó una ensalada rusa, de la cual Eduardo tendría que estar pendiente."Entonces, tienes que esperar a que el horno llegue a los 20 minutos, y luego les das vuelta a las milanesas", explicó Briana."Sí, entiendo", respondió Ed."Respecto a las papas, tienes que pincharlas y asegurarte de que no estén muy blandas, como si fueras a comerlas", continuó Briana."Bueno, gracias, Briana", murmuró Ed un poco avergonzado de que ella le hiciera la comida."También dejé un poco de postre en la heladera, así que cómelo también", agregó Briana."¿Hiciste postre también en este poco tiempo?", preguntó Ed, asombrado."Sí, aunque sea algo simple. Después lo pruebas. Bueno, me voy a bañar para ya estar listo", dijo Britana."Claro, ve tranquila", comentó Eduardo, bajando la vista. Briana abrazó a Eduardo, sorprendiéndolo, y él se quedó tenso."Gracias por darme la idea de salir igual con Lautaro", comentó Briana y se fue a bañar."De nada", murmuró Eduardo, aunque no quería responder a eso, se sentía apenado y con el corazón hecho trizas, porque sabía que la mujer que él quería se iría con otro hombre, tal como le había sugerido ayer.Briana, después de estar lista, se miró en el espejo. Tenía puesto un bonito vestido negro que le llegaba por encima de las rodillas, y llevaba una chaqueta de cuero blanco que hacía juego con sus botas del mismo tono. Tomó una cartera negra y, después de maquillarse un poco y dejarse el cabello suelto, algo que casi nunca hacía, salió por la puerta. Eduardo se quedó perplejo al verla. Le pareció la mujer más hermosa que había visto en toda su vida."¿Estás bien?", preguntó Eduardo un poco confundido."¿No habrás quemado algo?", preguntó acercándose a ella, ya que él estaba muy quieto y ella pensó que había quemado algo."Está todo bien, hecho muy bien", respondió Briana, tranquilizando a Eduardo."Estás muy hermosa", comentó Eduardo avergonzado, bajando la vista."Gracias, en realidad no me sentía tan bonita", respondió Briana apenada."Pues estás equivocada, estás más hermosa que nunca te vi en la vida", afirmó Eduardo.

Contrato con el viudo paralíticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora