DARK SUBMISSION

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Habían transcurrido ya tanto tiempo desde que se habían conocido, tantos meses como amigos, como compañeros, rogándole a dios por la salvación de estas dos almas en pena que sucumbieron ante la tentación de tenerse el uno al otro,  ambos se necesitaban, pues no solo era una falsa pasión, si no el más extraño amor profetizado.

...hace tiempo Anthony le había confesado a Stephen en secreto que estaba enamorado de él, tal y como el primer día en que se conocieron, y este, aún sabiéndose en pecado mortal le correspondió, quizás porque en el fondo, él sabía que nuestro señor era bondadoso y que al final perdonaría a estas almas sentenciadas.

Estaba anocheciendo, tanto Anthony como Stephen habían sucumbido ante la tentación de entregar sus cuerpos y ahora se encontraban en el altar de la catedral Westminster, consumando su pecado en el más devoto acto

-Ste...phen...-la voz de Anthony rebotaba en los muros de la catedral mientras el ruido de sus cuerpos chocando,  era acrecentando por el eco del gran salón 

-A..Anthony..-era lo único que podía decir el de ojos heterocrómicos, al encontrarse siendo tomado sobre el altar principal, con sus manos sujetas por la estola de su traje

-no te he dado permiso de hablar, padre Stephen- dejó caer unas gotas de cera sobre la nívea espalda del sacerdote, provocando un alarido de dolor -Tu señor nos mira Stephen- tomó por el cabello al contrario, elevando su rostro para que pudiese ver la mirada de su dios en el crucifijo dorado que colgaba a lo largo del arco  -sabe de nuestros pecados, tu eres un alma tan devota, que no puedo evitar excitarme más al saber que te estoy corrompiendo-

FLASHBACK

La arquitectura neo-bizantina de John Francis Bentley hacía de la catedral de Westminster un edificio fácilmente reconocible,  llamativa desde sus rasgos exteriores como el gran campanario, o la torre de St. Edward , de  casi unos 87 metros  hasta el final de la cruz que lo corona.

Sonrió al verse recordando esa clase de información, más sin embargo se dirigió a la entrada oeste de grandes pilares y arcos. Había sido asignado a la Catedral de Westminser, tras el trágico accidente ocurrido en una de las misiones en  Suiza, donde lamentablemente había perdido la funcionalidad de sus manos.

En un principio, estaba muy molesto no solo con la vida, si no con Dios, por arrebatarle lo que consideraba sus herramientas más valiosas con las cuales ayudaba a los necesitados; más sin embargo,  fue una serie de sucesos, los que le llevaron a aprender la más grande lección de humildad, convirtiéndole en el admirable hombre que era hoy en día.

Descubrió que el milagro de Dios se manifestaba a través de él, más allá que en solo sus manos, más nunca había estado más seguro de ello, que él día que le encontró golpeado y en mal estado, a las afueras de la catedral.

-No te vayas, por favor, tienes que resistir, mírame, sigue mi voz- pedía Stephen tratando de disminuir la fiebre del joven de piel canela y ojos ámbar que se debatía entre este mundo y el otro -eso es, mírame, dime como te llamas-

-a...anthony..- exclamó en un débil susurro antes  de caer en la inconsciencia

Dos días habían pasado desde que se dedicaba a cuidar aquel chico, quién tras una abrumadora noche, había conseguido estabilizarse, más sin embargo yacía en un profundo sueño

-Yo te absuelvo de tus pecados, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, puedes ir en paz hija mía- Stpehen despedía a la última joven de su jornada de confesión, pero cuando estaba por salir del confesionario, pudo escuchar el crujir de la madera, alguien había entrado

-El Sr esté en tu corazón, para que te puedas arrepentir y confesar humildemente tus pecados- con sus manos temblorosas hacia la señal de la cruz para iniciar este intercambio tan íntimo

KINKTOBER 2018 -.IRONSTRANGE.-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora