El primer encuentro

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Los dos se quedaron unos instantes callados y con la vista perdida, no porque no lo recordarán, sino porque su mente estaba regresando al tiempo en que sus miradas chocaron por primera vez

- Y bien? Dijo Victoria acomodando sus lentes y cruzando sus brazos - es una historia que siempre quise escuchar - todos asintieron, menos los gemelos, ellos en cierto modo ya conocían ese relato

- Bueno la primera vez que la vi, fue un momento algo bochornoso y agridulce verdad? - Dijo Hector acompañado de una risilla burlesca y abrazando a su esposa con un brazo, ella comenzó a reírse y le dio un pequeño golpe en el pecho, se notaba apenada

- Pero porque? No sean así, cuentenos que paso! -Dijo Rosita impaciente por escuchar, entonces Imelda comenzó a hablar:

- Yo tenía doce años en ese entonces. Mi mamá ya me había enseñado muchísimas cosas, cocer, moler y hacer tortillas de maíz, guisar, escoger las mejores verduras, lavar ropa, limpiar toda la casa e incluso cuidar y atender niños - lo dijo mientras les dedicaba una mirada a sus hermanos y ellos sonrieron de la manera mas inocente posible haciendo que todos rieran y que Imelda rodara los ojos - Yo ya me sentía capaz de hacer todo por mi sola... Hasta que ella me dijo:

- Aún hay dos cosas que debes aprender a hacer

- ¿Y que es? - lo dije segura de mi misma, no me había enseñado nada que se me hubiera hecho difícil o que no hubiera podido hacer , mi madre sonrio y me advirtió que no era tan sencillo, haciendo caso omiso le insistí para que me dijera cual era mi siguiente tarea entonces ella me dijo:

- Mañana vas alimentar a los animales - No se me hizo una tarea muy difícil que digamos aunque si tediosa, en casa había muchos animales, a saber gallinas, vacas, caballos...y cerdos. - Crees que vayas a poder cumplir esta nueva tarea sin ensuciarte?

- Ja! Pan comido mamá- Lo dije con orgullo y me fui a dormir, para las cuatro de la mañana ya estaba levantada, con el maíz cocido y la casa barrida, mi mamá me dio las instrucciones para alimentar a cada grupo de animales que tenía que atender, pero al final me dijo:

- Pero por favor, ten mucho cuidado con los cerdos, son algo traicioneros... O si quieres no los atiendas, yo voy a

- No! - la interrumpi - Yo iré, no les tengo miedo- tome la comida de las gallinas y salí segura de mi misma. Como le dije a mi mamá, fue pan comido para mi alimentar a los animales... O eso creía hasta que me toco ir al chiquero - cuando Imelda término de decir eso Hector empezo a hablar.

- Da la casualidad que justamente ese día andaba con mi padre viendo como iba el cultivo de nuestra parcela, nos quedaba lejos de nuestra casa, prácticamente a las afueras de Santa Cecilia asi que fuimos temprano, como a las cinco y media, al ver que todo estaba bien, nos dirijiamos tranquilamente a nuestra casa, cuando de pronto algo dentro de una cerca llamo mi atención... Era una niña a punto de entrar a un chiquero "¿ Como cree que podrá sola alimentar a los cerdos?" pensé, a mis catorce años me parecio una locura, aunque claro, no hice nada para impedirlo, no era quien para decirle que era capaz de hacer o no.

- yo nunca me di cuenta de que alguien me observaba, a decir verdad....estaba muy ocupada en ese momento amenazando a los cerdos: " Escuchenme puercos! Voy a darles de comer, ni se les ocurra tramar algo contra mi, porque al que se atreva a tocarme sera la próxima cena de mi familia, es una promesa!- diciendo eso abrí el chiquero, para asegurar que no me pasara nada me lleve un palo, y los empece a contar...sentí algo frío recorrer mi espalda al ver que faltaba la cerda mas grande, y ni siquiera tuve la oportunidad de voltear cuando sentí que con su horrible trompa me empujo al lodo, con ese movimiento brusco de mi parte cause un verdadero alboroto entre todos los cerdos, fue muy difícil conservar la calma...- la risa ahogada de Hector la interrumpió de su relato.

- De hecho no lograste mantener nada de calma amor - Imelda lo voltea a ver con ojos de pistola - Jajaja ¿que? De no haber sido por tus gritos, que eran mas ladinos que los de los cochis ¡Auch!- Imelda lo pisa con el puro tacón- no habría volteado nuevamente ni te hubiera ayudado.

- Si, supongo que es verdad - dice Imelda con una sonrisa de lado

- En cuanto escuche a los cerdos alborotados y a la "niña" gritar el instinto me hizo correr y saltar la cerca, la cual medía como dos metros

- "mentiroso"- agrega Imelda

- Shh no me interrumpas que acabas con mi momento de heroísmo- lo dice con una mano en el pecho- lo único que le dije a mi padre fue:" Papá la niña!" no me detuve por nada, ni siquiera por el perro de la casa, el cual venía atrás de mi ladrando y aventando mordidas tratando de pescarme, abrí el chiquero y la vi...tirada en el piso con la cara tapada y gritando sin parar, la cargue sin pensarla dos veces y rápidamente salí de allí con ella en brazos, creí que ella al verme se pondría feliz, mostrará agradecimiento o solamente me daría un beso-lo último lo dijo codeando a Imelda y ella a su vez le lanza una sonrisa sarcástica- Pero nop... De hecho fue todo lo contrario, forcejeo para bajarse de mi y acto seguido se quitó la pequeña bota enlodada que traía puesta y comenzó a golpearme sin piedad- con lo último uso voz dramática y todos empezaron a reírse nomas de imaginar la escena, e Imelda se ríe con una cara de pena y poniendo una mano en su frente - Entonces le pregunte: Oye oye! Porque me pegas!?

- Para que me sacaste!? Quien eres!?- me dijo sin dejar de golpearme - entonces le dije:

- Soy el que te salvo!- mientras le detenía sus manos y la miraba a los ojos, eso como que la hizo entrar en razón y ahora un ligero rubor comenzo a subir por sus mejillas, apenas me iba a decir algo cuando su madre nos hizo reaccionar, ella volteo a la dirección donde se escuchaba la voz y yo aproveche para salir corriendo de aquel lugar, volví a brincar aquella cerca y me encontré con mi padre - sonríe nostálgico y ríe un poco- no olvidaré su cara de asombro... Y el discurso que vino después por mi reacción tan apresurada y arriesgada...

- Ja! Y por mi parte no me podía acabar la carilla por parte de mi madre y hermanos por mi experiencia tan bochornosa con los cerdos, mi ropa lo decía todo, era un asco- dice molesta y cruzando los brazos, todos se querían reír, pero solo de imaginar la famosa bota en la cabeza de todos procuraron aguantarse, aunque sea un poco.

- Bueno y después de ese día, ¿cuando se volvieron a ver? Pregunto papá Julio tratando contener la risa

- Esa misma tarde- Contesto Hector

¿Como se conocieron?Where stories live. Discover now