Te imaginaba diferente

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Me despertó un delicioso olor a café y a otra cosa que no sabría adivinar qué era exactamente, así que no iba a tardar demasiado en averiguarlo. Salí de la cama y fui directo a la cocina, donde se encontraba Aina, con su pijama lila (parece que le encanta ese color) y el pelo revuelto. Me acerqué sigilosamente a ella pero antes de que pudiera asustarla se giró, dándome el susto a mí.

- ¡Eres pésimo para dar sustos! Se te oye a kilómetros- dijo riendo.

- Pues no sé por qué si me he quitado las zapatillas y todo en la puerta para no hacer nada de ruido- respondí acercándome a ella para darle un abrazo que rápidamente fue correspondido- buenos días.

- Buenos días bonito- sin separarnos ni un milímetro más me besó y así ya se empieza el día de la mejor manera.

- ¿Qué has hecho?- pregunté mirando una bandeja que estaba tapada pero de la que salía el olor que me había hecho levantarme de la cama

- Café, que ya lo iba a servir, y acabo de hacer unas tostadas y algunos dulces. Si es que iba a despertarte ahora pero tú no podías esperar- sonrió

- Con este olor cualquiera espera, me suenan las tripas- comenté mientras llevaba a la mesa lo que había preparado.

Cuando terminamos de desayunar, Aina me pidió que esperara aquí, sin moverme, como estaba advertido.

- Me estás asustado. ¿Quieres secuestrarme?- pregunté fingiendo estar asustado.

- Cariño- murmuró mientras volvía conmigo- ya estás secuestrado. La puerta está cerrada con llave y las he escondido- ocultaba una sonrisa pero en sus ojos había un brillo especial, seguro que al igual que en los míos, porque sabíamos que los dos deseábamos que eso fuera real. No queríamos irnos ninguno de los dos- aunque estés pensando que podía ser una buena idea, aún nos queda todo el domingo y tenemos plan.

- ¿Cuál es el plan de hoy?- intentaba recordar si habíamos mencionado algo ayer pero no se me pasaba nada por la mente.

- Éste- respondió pasándome su móvil- lo dejé todo listo ayer.

Miré la pantalla del móvil sin entender muy bien lo que era. Me parecían dos entradas, pero no atinaba a ver qué era, hasta que Aina se dio cuenta, rodó los ojos e hizo zoom sobre el logo.

- ¡Isla Mágica! ¿Es en serio?- me levanté lo más rápido que pude sin dejar de mirar el móvil.

- 100% en serio. Ayer me dijiste que te hacía ilusión ir a un parque de atracciones y...bueno, aquí está Isla Mágica y podemos aprovechar.

- ¿Nos vamos ya?- volvía a parecer un niño pequeño, no quiero esperar, la adrenalina está empezando a controlarme.

- Nos tendremos que arreglar ¿no crees?- sonrió- creo que no dejan entrar con pijamas y menos con el tuyo- dijo señalando la ausencia de mi camiseta.

Dicho esto nos duchamos y nos vestimos sin pausa. Quizás yo más que ella, pues desde que Aina me dijo que ya estaba lista, hasta que salimos realmente pasó media hora. Menos mal que ese rato lo pasé hablando con mi madre, enviándole la foto que hice en la Plaza de España y contándole qué tal va todo. Estaba precisamente hablando con ella de la cena que le voy a preparar a Aina esta noche cuando llegó y tuve que bloquear rápidamente el teléfono para que no viera nada de la conversación.

- Que tenso te has puesto- afirmó mirando la pantalla apagada de mi móvil.

- Es que me has asustado- fingí- ¿lista?

- Lista- respondió cogiendo las llaves del piso.

Llegamos al coche y antes de que ella pudiera entrar la frené.

No me pidas más (Marc Márquez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora