Quien no arriesga no gana

650 32 8
                                    

Me desperté como si no hubiera dormido apenas nada. La noche se me había pasado como si se tratase de un segundo, no me había enterado de nada. Y el día que tocaba hoy no parecía muy tranquilo que digamos. Marc iba a comer en casa y después seguro que tendría algo preparado o querría que planeáramos algo. Pero antes de todo, tengo que ir al local para cerrar el contrato.

Eran las 10.30h. Tenía tiempo pero tampoco quería ir lenta, por si acaso. Bajé a desayunar y no veía a mi padre. Sabía que mi madre estaba trabajando, pero mi padre debería estar aquí.

- ¿Papá?- pregunté a la nada al llegar a la planta de abajo.

- ¡En el despacho!- ah, venga. Se me olvidaba casi que teníamos ese despacho, más que nada porque no lo utilizábamos ni mi madre ni yo.

- Buenos días, papá- dije dándole un beso. Él estaba revisando unos papeles- ¿muy liado?

- Buenos días cariño. No, solamente estoy revisando unas cosas, nada importante. ¿Qué tal has dormido?

- Como un lirón- sonreí- ahora voy a desayunar y a ir al local que te dije, para quedarme ya más tranquila y en cuanto vuelva de Madrid organizarlo todo.

- ¿Vas a ir ahora?

- Sí dentro de nada, en cuanto desayune y me vista.

- Si quieres te llevo yo. Tengo que comprar algunas cosas para la comida. Vendrá Marc, ¿no?

- Claro papá. Te dijo que sí y a mí anoche antes de entrar yo en casa me lo volvió a confirmar. Así que estará aquí. Lo que no te puedo decir es la hora. Anoche estaba cansado, por toda la paliza de coche y eso. Y no sé cuándo se despertará la verdad.

- No te preocupes por eso. Lo esperamos. Entonces ¿te llevo?

- Sí vale. Dame 10 minutos que desayune y me visto.

- Avísame cuando estés. Mientras sigo revisando esto.

- ¡Hecho!- respondí antes de ir a la cocina.

Me preparé una tostada con aceite y pavo y un café, que no podía faltar y comí lo más rápida que pude, y eso que no me gusta comer rápido. Pero sabía que mi padre necesitaba tiempo para cocinar y si teníamos que comprar y todo no quería que fuera con el tiempo justo. Que si después no le sale algo, será mi culpa o, al menos, eso dirá.

Subí a mi habitación y me vestí informal, porque total, después me volvería a cambiar, así que me puse unos leggins gris y un jersey blanco, junto con mis deportivas blancas y salí pitando al despacho.

- ¡Lista!

- Pues...-dijo mirando un papel- vámonos venga.

- ¿Sabes dónde está el local?- pregunté entrando en el coche.

- Si es el que me comentaste sí sé dónde está.

- ¿Entrarás conmigo?- estaba tan nerviosa en este momento. Porque era un paso muy importante para mí.

- Si quieres que entre, entraré- me miró sonriendo y consiguió tranquilizarme un poco.

Al arrancar, me fijé en la palanca de cambio del coche e instintivamente me acordé de Marc, de cómo me cogió la mano y aún así seguía controlando las marchas. Entonces, sin darme cuenta, me pasé el viaje recordando cada detalle del día de ayer. Absolutamente todo. Y lo que más me dolió fue que no había ningún momento que no me hubiera gustado y eso era realmente preocupante y algo que no me podía permitir.

- Aina- dijo mi padre poniendo su mano en mi hombro y sacándome de mis pensamientos- ya estamos- respondió señalando el edificio que teníamos en frente y notando cómo yo soltaba un gran suspiro en ese instante- ¡eh! quien no arriesga no gana.

No me pidas más (Marc Márquez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora