Reina

709 84 9
                                    



Palabras:489

Grumman observó el tablero de ajedrez frente a él con una sonrisa. Mustang se había vuelto demasiado predecible con el paso de los años, sobre todo en la protección de su reina, aún en el juego.

Ladeó la sonrisa y movió el Torre.

—Jaque —pronunció el Führer.

—No me ganará tan fácil —retrucó Mustang analizando sus piezas.

—Lo sé —respondió orgulloso—. Por eso me gusta jugar contigo, no tienes miedo en derrotarme.

—Es parte de mis planes, usted sabe —Mustang movió Reina y se llevó al alfil—. Parece que otro está en Jaque ahora.

—La buena reina siempre salvando a su rey —comentó con burla, mientras veía que pieza mover para liberarse.

—Qué decirle —Mustang se cruzó de brazos y se apoyó contra el respaldo de la silla—, no sería un buen Rey si no tiene una buena Reina.

—Yo te diré quién sería buena Reina —le recalcó, moviendo el Rey para sacarlo del jaque.

—¿Quién? —preguntó el General, arqueando la ceja derecha. Estaba seguro que conocía la respuesta.

—¡Mi nieta! —dijo con una sonrisa socarrona. Roy suspiró, agotado. ¿Cuántos años más seguiría proponiéndole a su nieta?

—Lo siento, excelencia, pero como le he dicho todos estos años, no me interesa conocer a ninguna mujer —acarició su reina blanca antes de moverla contra el rey negro, una vez más.

—¿Conocer? —Grumman se rio de muy buena gana—. Créeme muchacho, no necesitas conocerla.

—Que aterradora propuesta —respondió, lanzándose por el Rey y ganando la partida—. Pero como siempre le respondo: Mi reina blanca es la mejor. No necesito otra.

Cuando Grumman iba a tirarle otra pista, la puerta sonó.

—Disculpen —la voz de Riza Hawkeye, sacó sonrisas en ambos hombres, pero por distintos motivos—, pero el General Mustang tiene una reunión agendada en media hora.

—¡Es verdad! —Mustang se puso de pie y le hizo una leve reverencia al Führer—. Debo retirarme, pero, de todas formas, gané —le indicó el tablero y el viejo solo soltó una nueva carcajada.

—Está bien, está bien —dijo, en cuento vio salir a Riza de la oficina, detuvo a Mustang por última vez—. Muchacho, ya conoces a mi nieta —fue lo único que le dijo, antes de despedirse.

Roy confundido e intrigado caminó con la mano derecha en su mentón hacia su oficina. ¿Ya conocía a su nieta? ¡Eso era imposible! El viejo siempre pasaba solo, nunca se lo veía en compañía de ninguna dama...

Grumman en su oficina, guardaba las piezas de ajedrez, una a una, cuando llegó a la Reina Blanca, la enorme sonrisa de burla se dibujó en sus labios ocultos bajo su enorme bigote.

—Si supieras, Mustang, que solo existe una sola Reina blanca y que ambos hablamos de la misma... ¿Cómo te sentirías?

Cerró el estuche de ajedrez y se puso de pie.

—Quizás deba mejorar mis pistas... —se sonrió, guardando el estuche en un cajón de su escritorio— en nuestro próximo encuentro de ajedrez.

Colección R de RoyaiWhere stories live. Discover now