Capitulo 10

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  • Dedicado a Da Rys
                                    

Luna Valentina aún no se atrevía a confesar su amor, hasta lo quería hacer sufrir un poco a Alejandro con eso, pero al menos no se sentía mal, ya no era su novia a sueldo, lo era por amor.

Por llegar tarde aquel día recibió un regaño de su jefe pero no le costó el trabajo, y a los pocos días, ya contaba con otro. Por recomendación de Lorena llegó a una de las zonas más elegantes de Guayaquil. Con fresca sonrisa y ánimo se dispuso a dar su primera tutoría.

― Él es Miguel —el niño de cabellos castaños saludó con la mano vagamente, mordiendo los labios en un esfuerzo de sonrisa—, aquí están sus cuadernos —siguió indicando la fina madre en la amplísima sala con vista al jardín con piscina—, como ya lo sabes, está teniendo problemas con la materia, se confunde y no mejoran sus notas. Espero que se lleven bien y si hay algún problema haga el favor de comunicármelo, señorita Macías. Mi esposo tuvo la oportunidad de hablar por teléfono con usted previamente y aseguró que es la indicada, más aún si viene por parte de Lorena.

― Trataré de hacer todo lo que esté en mis manos para ayudarlo, no se preocupe.

― Los dejo, entonces —y se fue resonando los zapatos en la cerámica blanca.

La joven tomó asiento al lado del niño en el sofá principal de color beige.

― Soy Luna Valentina, por cierto —se presentó para romper el hielo.

― Es la primera vez que tengo un tutor —se aproximó a tomar uno de sus libros en la mesa de centro.

― Es la primera vez que soy tutora —susurró.

― ¿Y vendrás todos los días?

― No, tu papá me contrató para los lunes, miércoles y viernes de cinco a seis de la tarde, pero me dijo que podía cambiarlo si tú querías.

― No, me parece bien. Los martes, jueves y sábado tengo prácticas de básquet y piano.

― Vaya, suena más divertido que estar aquí conmigo.

― La historia es aburrida.

― Tal vez, pero es mejor verla como un gran libro de cuentos heroicos.

― ¿Como Harry Potter?

― ¿Te gustan sus libros?

― No, pero sí las películas.

― Entonces piensa en la historia como en varias películas. Por ejemplo —tomó otro libro—, podemos estudiar bien la Batalla del Pichincha si vemos una película.

― ¿Hay película sobre eso?

― Sí. También hay videos sobre la guerra del Cenepa.

― Nadie me dijo eso.

― Si las ves podrás aprender mejor. Ahora, ¿me quieres decir qué capítulos del libro te cuestan más?

El niño le fue indicando poco a poco, dándole una idea a Valentina de las técnicas que tendría que usar para ayudarlo.

― Bien, como el lunes tienes una evaluación sobre la fundación de Guayaquil nos concentraremos en eso ahora.

Le explicó toda la historia de la misma en tres páginas diferentes de su cuaderno, a través de dibujos de las marcas territoriales y los protagonistas, poniendo características que asemejaran sus nombres. Por ejemplo, si se trataba de Francisco de Orellana, colocaba en el cuaderno "Pancho de Provincia" —haciendo alusión a la provincia ecuatoriana—, si era Francisco Pizarro, trazaba una pizarra con brazos y piernas. El jovencito reía pero marcada las seis de la tarde logró con éxito repetir la secuencia de eventos.

Novia a sueldoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora