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Harry aquel día se sentía feliz después de mucho tiempo, tuvo una buena semana. Su cabeza al fin estaba libre de las tensiones que lo agobiaban como Umbridge o el Ejercito de Dumbledore. No tenía tanta tarea, Snape no estaba tan pesado como usualmente lo era y Malfoy no estaba tan odioso, lo que era extraño pero decidió no prestarle atención y aprovechar los cortos momentos de paz que tenía.

El día era frío, pero eso no detendría a los equipos de Quidditch de Slytherin y Griffindor, el partido entre estas dos casas siempre era el más esperado, la rivalidad dividía al colegio, las apuestas eran grandes y las chicas que se maravillaban por los jugadores eran muchas. En especial en este partido, cuando jugaban los chicos más populares y más rivales del colegio, Harry Potter y Draco Malfoy.

Ambos equipos estaban en sus respectivos vestuarios, todos los jugadores, excepto uno. El platinado Draco Malfoy, aún merodeaba fuera de los vestuarios de Gryffindor, sin ser visto claro. Malfoy solo quería disfrutar de Potter buscando su escoba como un loco, a la escoba a la cúal Draco había hechizado para que no se pudiera ver, no sin antes esconderla para que no jugara el partido. Una jugada sucia, típica de un Malfoy.

Draco salio silenciosamente de su escondite, pero no se había dado cuenta de que alguien estaba detrás de el y al darse vuelta, era nada mas y nada menos que la capitana del equipo de Quidditch, Katie Bell. 

—¿Qué demonios crees que haces aquí? —dijo Katie tocando el pecho de Malfoy con su dedo como si fuera algo asqueroso.

—No es de tu incumbencia lo que haga ¿Eres la directora de Hogwarts? Pues no. —la empujo a un lado y se fue. 

Katie entro al vestuario y se encontró con una desastrosa escena, ropa por todos lados, jugadores gritando y a Harry volviéndose loco. 

—¡Hey! ¿Qué esta pasando con ustedes? Tenemos que entrar en unos minutos, no es momento para perder la cabeza.

Todos empezaron a hablar al mismo tiempo y Harry iba y volvía de un lado al otro nervioso. 

—¡Harry! —el chico se acerco lentamente mientras los demás le hacían espacio. 

—Mi escoba desapareció Katie —la cara de Katie se desfiguro del espanto— es el idiota de Malfoy, estoy seguro es el. —Harry recordó inconscientemente el hecho que declino de la invitación de Malfoy para practicar Quidditch y se sonrojo al instante. 

A solo unos minutos del partido contra sus archi-enemigos, la escoba de uno de los jugadores mas importantes, y de los mejores, desaparecía. Esto claramente no era una simple coincidencia, en especial luego de toparse con Malfoy. 

El equipo de Quidditch de la casa de Gryffindor salió dispuesto a pedirle explicaciones a Malfoy, pero esto solo causo más problemas llegando al punto en el que el vestuario de Slytherin parecía todo un duelo, el escándalo acabo cuando la horrorizada voz de McGonagall interrumpió el desastre que los alumnos habían causado. Hasta eso el partido se había atrasado veinte minutos, con los referís tratando de separar a los alumnos y profesores de ambas casas discutiendo. Hechizos de cualquier tipo se habían escuchado por todo el campo, Umbridge no tuvo otro remedio que cancelar el partido y reunió a los capitanes de cada equipo en su sala.

Al final, Harry y Draco con los directores de sus respectivas casas estaban debatiendo sin darse cuenta del tiempo. 

—Es una insolencia la forma en que actuó el joven Potter, en lugar de acudir a sus superiores actuó de manera impetuosa —dijo McGonagall—, pero no merece ser sancionado de la misma manera que Malfoy, el actuó de una forma inmadura, deberá tener un castigo mas severo, dado que la elección de sus acciones llevaron a este vergonzoso enfrentamiento entre los alumnos.  La mirada severa de la antigua profesora se dirigía a ambos alumnos.

Malfoy trato de decir algo pero Snape lo volvió a su lugar, el sabía que la actitud de Draco fue inmadura, indigna de un Slytherin y debía de ser castigado, incluso si tenía que perder la oportunidad de molestar a Potter. 

—Profesora, ambos actuaron de una manera... demasiada irracional, y me parece que como directora, tomare la decisión de castigaros de la misma forma. No castigare a dos equipos completos por el simple error de estos niños, aunque me gustaría.  —dijo Umbridge con su chillona voz.

Draco y Harry se sintieron de lo más ofendidos al escuchar que les llamaban niños, pero esto se les olvido al ser distraídos por la horrorosa presencia de Umbridge. Draco se consternó por la decisión de la nueva directora, pensó que por ser de la brigada inquisitorial estaría salvado. Pero nada le salió como esperaba, fue incluso peor, la venganza fue la peor decisión que había tomado, y su padre se enteraría de eso. 

Umbridge no les quitaría el ojo de encima a ambos hasta el final de curso—especialmente a Harry—, estarían llenos de castigos hasta que terminara el año y se la pasarían juntos hasta que la mujer con cara de sapo les dijera que era suficiente. 

A Beautiful Lie ;drarry;Where stories live. Discover now