—Qué maravilla —me digo a mí misma cuando llego al punto más alto donde se ven todas las luces.

De repente, el teléfono me empieza a vibrar. Lo saco de la mochila con cuidado y veo que se trata de mi amigo de internet.

Skyhitter (22:24): Llego tarde. Sé que me odias, no encontraba aparcamiento... Seguro que te has ido ya.

Al acabar de leerlo, miro rápidamente hacia abajo para intentar buscarle. Lo único que distingo son puntos en el suelo y muchas luces.

Lioness96 (22:26): Estoy montada en la noria.

No responde. La noria comienza a descender y yo me voy poniendo cada vez más nerviosa. Llegamos abajo y solamente veo caras de desconocidos.

—¿Alguien solo con la señorita? —pregunta el feriante tras aceptar otro de mis tickets. Ya me da igual si lo grita a los cuatro vientos, lo va a hacer igualmente.

Resignada, me acomodo mejor en mi asiento cuando alguien alza la mano y pega un grito. En un movimiento veloz intento ver de quién se trata, pero no le veo entre tanta gente. Lo único que sé es que es un chico. La barra baja nada más sentarse a mi lado y me quedo congelada mientras la atracción emprende la marcha.

—¿Qué haces aquí? —digo con sequedad mientras me aparto todo lo que puedo de él. El columpio es demasiado pequeño para los dos.

—Hola a ti también —responde él y su sonrisa me produce un hormigueo en el estómago.

Trago saliva e intento calmar mi respiración agitada.

—Tienes que bajarte, Wade. Estoy esperando a alguien.

Me cruzo de brazos y miro al frente.

—No sé si te habrás dado cuenta, pero estamos un poco altos.

Sé que tiene la mirada clavada en mí, pero trato de ignorarlo. Estamos a mitad de camino de la cima. Ya queda menos.

—Hablo en serio. En cuanto lleguemos abajo te tienes que ir.

—¿A quién esperas? —pregunta con curiosidad.

Resoplo. No ha soltado las manos de la barra. De hecho, la aprieta con bastante fuerza.

—No te importa.

—Joder, Marnie. ¿Es que no te das cuenta? —añade soltando una carcajada.

No sé qué le parece gracioso.

—¿De qué me tengo que dar cuenta según tú, Wade?

En ese momento, me quita la diadema de golpe y se la acerca al pecho para que no se la quite, sabiendo que no voy a tocarle. Aprieto los labios con fuerza, enfadada.

—Dame eso —contesto, intentando mantener la calma. Una noria no es el mejor sitio para discutir.

—No hasta que observes bien.

Aparta ligeramente las manos de su pecho.

—¿Qué es lo que tengo que mirar? Me estás poniendo nerviosa.

—Nunca te lo he preguntado: ¿Eres daltónica? —Al verle reír, me doy cuenta de que se está burlando de mí, así que le doy un golpe en el brazo y el columpio se balancea. Él vuelve a sujetarse en la barra y cierra los ojos—. No vuelvas a hacer eso.

Veo cómo traga saliva. Parece... ¿asustado? Aprovecho su despiste para quitarle la diadema.

—¿De qué me tengo que fijar, Wade?

Me estoy empezando a cansar. Él suelta el aire lentamente y abre los ojos.

—Los colores, Marnie. Fíjate en los colores.

Le observo, intentando comprender qué es lo que me quiere decir, y caigo en la cuenta de que lleva una camiseta amarilla... con una guitarra dibujada.

—Tú... —empiezo, pero no sé realmente qué decir. Él me mira expectante—. No... No es posible.

¿Qué posibilidad hay de que haya hackeado la conversación y que sea una táctica? Suspiro para liberar tensión. Ninguna.

—Es.

—No entiendo nada —respondo completamente desconcertada.

—Si te digo la verdad, para mí no fue una sorpresa cuando lo descubrí. Cuando hablaba contigo como Wade sentía que ya te conocía de alguna manera —explica haciendo breves pausas para tomar aire. Suelta una mano de la barra y se la limpia en el pantalón. Luego se gira para mirarme mejor.

—¿Skyhitter? —pregunto para asegurarme. Él asiente—. Pero... no tiene sentido. No puedes ser él, para empezar ¿qué haces aquí subido? Se supone que él tiene miedo a las alturas.

—Lo sé, soy muy consciente de ello —me dice con una sonrisa tensa.

Intercambia las manos para limpiarse el sudor. Tiene los nudillos enrojecidos por la presión que está ejerciendo. Al principio he pensado que sería por la situación, pero ¿y si realmente es por la altura? Sin pensarlo, le cojo la mano libre para tranquilizarle. Por un momento siento que estoy siento incoherente, pero lo está pasando mal. No soy cruel.

—¿Y los mensajes? Algunos me los enviabas cuando estaba contigo.

Mira nuestras manos y luego a mí. Parece más relajado.

—Saca tu teléfono.

—¿Para qué?

Él se ríe y niega ligeramente con la cabeza. Separa la mano de la barra y saca su teléfono de su bolsillo. No suelta mi mano y lo cierto es que no quiero que lo haga. Teclea como puede y veo que abre una aplicación de mensajes.

—Hay una opción que te deja programar la hora a la que enviar el mensaje —responde mientras me enseña en su pantalla cómo se puede hacer.

Me quedo sin aliento cuando veo que está dentro de nuestra conversación. ¡Son nuestros mensajes! ¡Los mensajes de Skyhitter!

—Entonces todo este tiempo...

—Sí, hemos estado hablando.

Wade guarda el móvil y me sonríe. Aprieto su mano con fuerza.

—Es imposible —añado con negativismo y empiezo a hiperventilar—. ¿Desde cuándo lo sabes?

—No me di cuenta de las coincidencias hasta la noche de tu borrachera. —Le miro con los ojos entrecerrados—. Me hablaste de él... De mí.

—Impo...

—Marnie, tenías razón —me interrumpe y sujeta mi otra mano, haciendo que todo mi cuerpo se gire hacia él—. Tenías razón cuando decías que el romanticismo sí existe. Estamos en una puta noria. —Hace una pausa en la que se le escapa una pequeña carcajada, vuelve a colocar las manos sobre la barra y continúa—: ¡Me he montado en una jodida noria para decirte que te quiero! ¿Qué hay más romántico que eso?


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Conquistando al chico de mis sueños © |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora