XVI. Distracciones gorditas

595K 19.8K 2.2K
                                    

Mi respiración era rápida y juraba que se me iba a salir el corazón por la boca. Desperté sobresaltada con un poco de sudor en mi frente, pensando que mi final llegaría por la mañana.

El examen final de Matemáticas era a primera hora. Y no había visto alguna ecuación y ni siquiera un triángulo rectángulo.

—¡Peter! —le dije un poco adormecida—. Peter, por favor, despierta —le golpee con fuerza y cayó al suelo provocando ruido parecido al de un saco de papas al caer. Me asomé a la orilla de la cama y él se encontraba con el rostro pegado al suelo con mucha ropa encima. Comenzó a balbucear, pero sus ojos no se abrían.

Tendré que estudiar como siempre. Sola.

Me levanté a tropezones de la cama y comencé a buscar algunos libros de matemáticas en el estante de Peter. Tenía muchos libros con ejercicios, busqué lo que más se asemejaba a Trigonometría. Le lancé un libro pequeño a Peter logrando que gruñera pero siguiera dormido. Reí un poco, pero comencé a salir de su habitación para estudiar en la sala.

Helen estaba entrando a su habitación con la vista en su móvil.

—Hola —saludé. Su teléfono resbaló de sus manos y terminó en el suelo por el susto—. Lo siento, no era mi intención.

—Ann... —se puso una mano en el pecho—. ¿Qué haces despierta a esta hora?

—Recordé que tengo un examen a primera hora de Matemáticas y no puedo despertar a Peter —bufé—. Está resfriado y ha tomado una pastilla para dormir. Ni idea porqué.

Rio.

—Peter siempre lo hace, según él, así se le pasa más rápido —puso los ojos en blanco—. Si quieres yo te enseño... No tengo ningún problema, ¿tú crees que Peter es el único Harrison inteligente? —alzó una ceja. Reí aceptándola.

***

—Entonces, según lo que te he explicado —comenzó a decir Helen con su tono profesional—, ¿qué toca otra línea o plano en algún punto sin llegar a cortarla?

—¿La bisectriz? —dije dudosa.

—Ni cerca —rio—. ¿Siempre se te ha hecho tan complicado? ¿Por qué no pediste ayuda a Peter antes?

—Uh..., no nos conocíamos.

La cara de Helen demostró toda la confusión que podría haber tenido. La miré con la ceja alzada y pensó las palabras que diría aunque de todas formas su boca ni se movió. Su vista encontró el reloj, y cuando volteé a verlo noté que ya eran las cuatro de la madrugada.

—¿Podríamos descansar un poco?

—De acuerdo..., pero solo si contestas mis preguntas —cerró el libro en un fuerte golpe.

La miré alzando mis cejas ante la impresión.

—Bien, contestaré tus preguntas y tú las mías —dije mientras me acomodaba en el sofá y me ponía en modo indio.

—¿Eres la novia de mi primo? —preguntó entrecerrando los ojos.

—No oficialmente —reí y comí un poco de papas del tazón que estaba en la mesa.

Sonrió algo divertida y también sacó una papa.

—Tu turno —me dijo.

—Mmm..., ¿por qué regresaste de Inglaterra? —pregunté con algo de curiosidad.

—Escapé de mis padres —se encogió de hombros—. Quiero poder tomar mis propias decisiones en la vida..., ¿ya has tirado con Peter?

Abrí bien los ojos.

Déjame con mi Orgullo [DISPONIBLE TAMBIÉN EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora