—Tú querrías tener la misma oportunidad si estuvieses en su lugar, ¿verdad? —insiste y me quedo mirándola un instante.

Es cierto. La quise cuando tuvimos el malentendido con lo de Cory, pero la diferencia es que yo intenté arreglar las cosas y él estos días se ha limitado a ignorarme, lo que quiere decir que no se arrepiente, que no hay explicaciones que dar porque no las tiene.

—No voy a hablar con él y punto.

—¿Por qué eres tan cabezona a veces? —responde con enfado.

Ella no lo entiende. No entiende que a veces las personas no merecen segundas oportunidades porque no se lo ganan.

Nos marchamos y, de camino a casa, me quedo pensando en nuestra conversación. ¿Por qué insiste tanto? Entonces me doy cuenta de lo que sucede.

—Abby, no habrás hablado con él, ¿no?

Ella me mira con espanto y niega con la cabeza. Me da mala espina.

—¿A verle? ¿Estás loca?

Mira al frente y sigue caminando. Su actitud oculta algo.

Cruzamos la calle y giramos para llegar a nuestra calle. Mi casa es la que tiene el jardín con flores. La suya es la del columpio. Están una junto a la otra.

Abby me distrae del tema anterior contándome la maravillosa cita que tuvo con una chica hace dos noches. Cuando llegamos a mi casa, veo que hay alguien sentado en las escaleras y me detengo al instante.

Sí, es Wade. Sabía que algo estaba pasando.

—¿Qué haces aquí?

Escucho cómo mi amiga intenta escabullirse, pero la agarro de la muñeca para que no se marche. Aprieto los labios para contener la rabia que siento al verle y ocultar el dolor.

—Quiero hablar contigo.

Su voz me hace daño. Le echo de menos. Él se levanta y pierdo la fuerza en mis extremidades. Mi amiga se marcha corriendo, dejándonos solos.

—Pero yo no.

Camino hacia la entrada y subo las escaleras, ignorándole.

—Solo déjame explicártelo —ruega. Aprieto el pomo de la puerta y suspiro. Me doy la vuelta y veo que él no se ha movido, respetando el espacio entre nosotros. Estoy a punto de hablar, de ceder en su petición, cuando veo que alguien aparece.

—¿Qué está pasando? —pregunta Jude abriéndose paso entre los dos.

El que faltaba en la historia.

—Nada —observo a Wade con dureza—. Él ya se iba.

Este no se mueve, pero veo tensión en cada músculo de su cuerpo.

—Ya la has oído. Adiós, Campbell —añade Jude con enfado.

Wade deshace el camino hasta la calle y a medida que se aleja siento que partes de mi corazón van cayendo al suelo. Entonces se gira.

—Te estás equivocando, Marnie —dice con un tono de reproche y luego mira a Jude con asco.

—¿Es que no lo has entendido? ¡Largo!

Pensaba que la situación no podría ir a peor, pero me equivocaba.

—Vete, Wade —hablo en un susurro.

Nuestros ojos se cruzan por un instante y puedo ver frustración. Aparto la mirada y entro en casa.

—No tenías que haber hecho eso —le digo a Jude, que ha entrado conmigo.

—¿Cómo qué no? Si no te defiendo yo, ¿quién lo va a hacer?

Le miro con indignación.

—Yo misma, por ejemplo.

—Habría hecho lo mismo por Abby —contesta con desinterés y se marcha sin decir nada más.

Estoy cansada de que me traten como una damisela en apuros. Yo puedo manejar las situaciones por mi cuenta y si me equivoco en mis elecciones, será mi error, no el de nadie más.

Abby regresa antes de cenar para pedirme perdón por la encerrona, pero como pequeña venganza, decido ignorarla y fingir que estoy enfadada con ella. Necesito tiempo para mí misma.

Abro el ordenador y tecleo de nuevo el nombre de Owen. Quiero un resumen completo.

—Owen Moroe, estudiante del Instituto Manfield. Juega en el equipo de fútbol en la posición de delantero —leo para mí misma en la libreta toda la información que he estado recabando hasta el momento—. Tiene un premio por ser el mejor jugador de la liga hace dos años. En sus ratos libres ayuda al equipo juvenil como segundo entrenador. También ha participado en eventos benéficos para recaudar dinero.

De momento no pinta nada mal.

—Sus notas son decentes tirando a buenas y en las asignaturas de ciencias no baja del notable.

Eso debe ser bueno, ¿no? Para alguien que quiere estudiar una carrera relacionada con los animales, necesita saber mucho de ciencia.

—Tiene un hermano dos años mayor que él.

De eso nunca había hablado con Skyhitter así que no puedo tomarlo como prueba.

—Y tiene pavor a las alturas.

Este último detalle no lo he sacado de redes, sino de Abby, la cual se ha estado disculpando por mensaje y, cuando la he cogido el teléfono, me ha contado lo que ha encontrado en su investigación. Owen va a su clase y, por lo visto, escuchó a sus compañeros reírse de él por haberse rajado el fin de semana pasado cuando fueron al parque de atracciones y él no se montó en las montañas rusas.

Es él. Sin duda Owen Monroe es Skyhitter. Además, parece un buen chico, bueno de verdad, de esos que ayudan sin pedir nada a cambio, prueba de ello la beneficencia. Ahora solo me queda esperar a conocerle como Lioness96 y poner así punto y final al capítulo de Wade en la loca historia de mi vida.


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Conquistando al chico de mis sueños © |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora