—Debió ser duro también para tus amigos verte de ese modo.

—¿Para ellos? No creo —contesta llevándose una mano a la cabeza para colocarse el pelo. Evita mi mirada.

—¿No se preocuparon por ti?

—Nosotros no nos preocupamos demasiado por esas cosas.

—Menuda amistad de mierda tenéis.

—¿Por qué lo dices? —responde sin comprender mi actitud.

—Porque si estás triste les debería importar, para eso están los amigos —digo con indignación.

—¿A ti te importa?

—Pues claro. Soy tu amiga, no me gusta verte triste —le digo ofendida. Wade sonríe, pero no dice nada—. ¿Qué? ¿Qué he dicho ahora?

Mira hacia arriba y señala.

—¿No vas a ver las estrellas?

—¿Por qué respondes con otra pregunta?

Me incorporo y me apoyo sobre un brazo.

—No puedo responder a todas tus preguntas, Marnie.

Baja el brazo y lo coloca bajo su cabeza a modo de apoyo.

—Deberías, para eso las hago.

—Está bien, juguemos. Yo te preguntaré una cosa y me responderás con total sinceridad y luego tú me harás una a mí.

—¿Qué clase de juego es ese?

Arrugo la nariz. No me gusta mucho.

—Me le acabo de inventar.

Se encoge ligeramente de hombros y me mira de reojo.

—De acuerdo, pero si la pregunta es demasiado íntima no contestaré.

Se queda unos segundos en silencio, quizá pensando en la pregunta que me va a hacer.

—Vale, empieza tú —sugiere.

Creía que empezaría él, pero me parece bien. Miro hacia arriba, pensando en una pregunta. Entonces viene a mi mente algo que lleva rondando mi cabeza varios días.

—¿Por qué te fijaste en Harper?

Hace un ruido, pensativo.

—Porque es guapa, supongo —contesta sin mucho interés.

—¿Supones? ¿Y por qué no has vuelto con ella?

—Eso son dos preguntas —replica recalcando la única norma del juego.

—Viene implícita. Además, no me has respondido con sinceridad. No me creo que estuvieseis tanto tiempo juntos solo porque es guapa. ¿Dónde está esa... historia?

Se queda mirándome con el ceño fruncido. He dado en el clavo y sabe que tengo razón, pero vuelve a mirar al cielo para ignorarme.

—En el instituto, tener una novia guapa que encima es popular te hace conseguir cosas. Me dieron el puesto de goleador en el equipo y tenía ciertos privilegios gracias a ello.

—¿Lo dices en serio?

Asiente aunque no muy convencido.

—Al principio me daba un poco igual, pero luego me empezó a gustar de verdad. Estaba cómodo con ella, por eso quería volver con ella.

—Has hablado en pasado —respondo percatándome de ese detalle.

—Estar cómodo con una persona no es suficiente para quererla. Al final me estaba aprovechando de la situación y lo que conseguía estando con ella. Cuando a Jude le dieron mi puesto y ella me cambió por él me di cuenta de que no era amor lo que sentía, solo me conformaba, y eso no es muy sano.

Tengo que reconocer que me he quedado sin palabras. Nunca me habría imaginado escuchar esas palabras tan sensatas y sinceras salir de su boca. Abro la boca unas cantas veces, pero no soy capaz de hablar.

—¡Mi turno! —dice al ver que no respondo. Juega con sus dedos sobre su pecho hasta que da con la pregunta que quiere hacerme—: ¿Por qué nunca has tenido novio?

—¿Y esa pregunta? —contesto extrañada.

—Limítate a contestar.

—Porque nunca me ha gustado nadie.

—Recuerda: la verdad.

—Es la verdad.

—No, no lo es —responde mirándome como si me estuviese acusando de algo. ¿Cómo va a saber él más de mí que yo misma? —. Jude te gusta.

—No es lo mismo, Jude no es...

Se viene a mi mente el recuerdo de la última vez que le vi, cuando me invitó a salir con él. Niego con la cabeza y deshecho ese recuerdo. Si cualquiera de las chicas que babean por él se hubiese enterado de que le rechacé, ahora mismo estaría muerta.

—Jude no es ¿qué? —insiste con demasiada curiosidad, supongo que es parte del juego.

—No es como yo pensaba.

—¿A qué te refieres?

—Para mí era el chico perfecto en todos los sentidos: alto, guapo, deportista... —explico y me doy cuenta de que sus labios se empiezan a curvar—. No te rías.

—¡No lo he hecho!

Pongo los ojos en blanco y resoplo.

—El caso es que yo, siendo realistas, no encajo en nada con él. A él le gusta emborracharse, salir con chicas guapas de fiesta y pasar noches locas. A mí no. Yo prefiero pasar las noches de sábado en el sofá viendo una película y comiendo golosinas hasta hartarme. O ir con mis amigos a un bar a tomar algo. Sin complicaciones.

—¿No te das cuenta?

Se incorpora bruscamente y me mira. Yo hago lo mismo, desconcertada.

—¿De qué?

—Marnie, tú puedes estar con quien quieras. El problema no lo tienes tú sino el chico que se enamore de ti porque tendrá que encontrar la manera de estar a tu altura y te aseguro que eso es algo muy difícil.

Trago saliva y noto que me cuesta. Las palabras se han esfumado de nuevo y no puedo hablar. Sus ojos castaños me miran con tanta intensidad que siento que me voy a derretir. El corazón me bombea demasiado fuerte y cada vez llega menos aire a mis pulmones. Dejo de sentir el suelo bajo mi cuerpo.

Vuelvo a tragar saliva y mis ojos se desvían brevemente hacia sus labios. Es en ese instante cuando él se acerca a mí y coloca una mano en mi nuca. Me acerco también y nuestras caras se quedan a milímetros. Huele al dulce de las golosinas.

Entonces todo mi cuerpo reacciona y me echo hacia delante. En lo único que puedo pensar es en besarle y eso hago.

Ya he probado sus labios antes, pero nunca los sentí de ese modo. Su boca y la mía juegan a encontrarse y el deseo de tenerle cerca es cada vez más grande. Hunde su mano en mi cabello y siento un cosquilleo en la zona del abdomen. ¿Qué es esto?

Con delicadeza, me tumba sobre la toalla y yo le rodeo el cuello con los brazos. Inspiro profundamente. No sabría decir con exactitud quién de los dos necesita más del otro, pero es algo que resulta completamente irrelevante comparado con la montaña rusa de sensaciones desconocidas que batallan en mi interior.


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Conquistando al chico de mis sueños © |COMPLETA|حيث تعيش القصص. اكتشف الآن