Capítulo 9

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El Bond Street era un pub o mejor dicho una puerta con una cinta de terciopelo roja y un matón en la puerta llena de grafittis en francés. Por supuesto no había fila en la entrada, aún era temprano en la noche, pero el matón contempló el taxi del que se bajaron dos turistas que desencajaban completamente con el estilo de lugar, una rubia refinada y una morocha bastante alta y mas tosca, pero no por eso menos bella. Tenía unos ojos profundos y un mentón llamativo en una mujer, claro que su traje gritaba policía para alguien entrenado como él. Quizás era una impresión errónea pues ella no parecía francesa pero ¿Quién podía saber? Desde la muerte de Lynette todo se había ido al garete. El pub se había llenado de reporteros y gente extraña que solamente querían ver el sitio a donde la muchacha había sido asesinada.

La morocha se acercó a él con paso confiado pero no en plan seductor.

—¿Habla usted inglés? — Preguntó autoritariamente la morocha. Otra americana con ganas de mandar en donde no le corresponde.

—Si hablo inglés... Podria hablar francés usted para variar.

—Vaya un portero con autoestima, que raro. — Maura miró a su amiga tratando de indicar que le baje un poco a lo "Jane policía" porque espantaría al posible testigo por lo que para poner trapos fríos dijo ella en francés.

—También hablo francés pero creo que nos comunicaremos mejor en inglés. — Dijo sacando unos euros de su cartera, entregándoselos al portero que los miró con una sonrisa ladina, se los guardó en su bolsillo de su jean negro. Jane estaba furiosa pero seguiría su corazonada. Sacó la foto de la muchacha con el mechón purpura y le preguntó al guardia.

—Ok no soy de la policía, pero esta chica está en peligro de muerte, quiero que mires bien esta foto y me digas ¿La conoces? ¿Cuándo fue la última vez que la viste? Quiero que reflexiones bastante antes de mentirme, porque no soy policía aquí, pero tengo influencias con ella y te puedo hacer la vida difícil.

—¿Qué van a jugar al policía bueno y al policía malo? Ya le dije a la policía que es una habitual del establecimiento pero hace unas noches bebió demás y tuve que sacarla al callejón porque estaba haciendo una escena.

—Su novia fue asesinada, esa es la escena, bastardo sin sentimientos. — Dijo Maura en una reacción inusual en ella. Por supuesto Maura no estaba adiestrada para lidiar con la investigación diaria ni interrogar sospechosos. A veces le consultaban por ciertos aspectos médicos y psicológicos pero eso era lo inusual. Su fuerte era el laboratorio y la evidencia. No las calles y sus duros habitantes.

—¿Cuándo fue esto?

—Puede que anteayer. — Respondió reticente el portero como si le costara recordar y frotándose la calva recortada con un diseño a la navaja de esos de moda agregó— Quizás con cincuenta euros más recuerde mejor.

—Salaud, Fils de pute— Eso no necesitaba traducción para Jane, y Maura procedió a sacar otros cincuenta euros para el portero de su bolsa de diseñador.

—Puede que anteanoche la dejé sentada en un canasto de madera de bebidas vacío, vomitando y llorando. No golpeo mujeres, usted sabe pero le hizo una fea herida al dueño del lugar y tuve que usar un poco mas de fuerza para sacarla del establecimiento. La dejé en el callejón y volví a mi sitio con mi compañero. Una muchachita se acercó a verla como estaba mientras me regresaba.

Este último detalle llamó la atención a Jane. Primero había enojado al dueño del lugar, arañando su rostro o al menos abalanzándose sobre el. Eso era interesante, pero mas interesante era esa muchacha desconocida que se acercó a la pobre mujer borracha.

—¿Cómo se llama? Un nombre y como era la chica que se le acercó en el callejón. — Interrogó Jane sin demasiados modales.

—No estoy seguro la memoria me falla mucho últimamente.

Con fastidio Maura sacó otros cien euros esta vez. Jane quería decirle que no se dejara sensibilizar tanto pero ella también había visto a esas dos mujeres muertas en el estudio de arte de su madre. Nada de lo que pudiera insinuarle calmaría toda esa llama interna que la movía a la Doctora Isles. Con el mismo movimiento mecánico y una sonrisa cada vez más artera el corpulento portero dijo.

—Creo que se llama Gabrielle Conte y la chica que se le acercó era menudita con el cabello canela recogido en una especie de trenza cosida de costado. Parecía una gótica rara o quien sabe.

— ¿Y cómo recuerdas esto sí solo la viste de paso? — Indagó Jane con curiosidad.

— ¿Una gótica con trenzas como campesina? Lo recordaría hasta en la sopa. Las chicas góticas realmente se esfuerzan en sus cabelleras: las he visto rapadas, lacias, largas de colores de arco iris pero nunca vi trenzas a lo Laura Ingals. Rompe el atuendo corazón, como si a ti te pusieran el cabello ese que luces como una leona lacio y carré.

—Vaya pero si tenemos un estilista frustrado entre nosotros. — Bromeó socarronamente Jane y se tomó la cintura con ambas manos para remarcar sus palabras sacando el pecho como un gallito. — Ahora dejanos pasar al callejón. Que te dimos lo suficiente como para que recuerdes que la cinta de terciopelo no cierra todo el paso.

—No se mi jefe...

—si no nos dejas pasar diré a la policía que estas obstruyendo la investigación. No le diste su nombre a ellos. — Anunció Maura recuperando la cordura.

—Ellos no me interrogaron. Mi turno, acaba de comenzar, americanas locas.

Cinco minutos después Maura y Jane estaban examinando con las luces de sus celulares el callejón del pub Bond Street. Anteanoche era lo suficiente como para eliminar evidencia pero ninguna de las dos mujeres darían por descartada su lucha ahora tenían un nombre para ese rostro en la fotografía: Gabrielle Conte. En el osado movimiento de la rubia doctora habían logrado recolectar mas información que toda la policía de Paris, o quizás ellos realmente sabían el nombre de la muchacha y simplemente lo habían retenido para que no metieran sus narices.

El callejón olía a vómito y orina. Tenía un ancho de dos metros y paredes de ladrillos mal emparchadas con concreto y graffiteadas a más no poder. Un contenedor enorme de metal estaba frente a la puerta lateral del establecimiento, reduciendo el espacio de movilidad a unos cincuenta centímetros. Ambas mujeres se pegaron contra la pared que daba al local y se movieron lateralmente para poder llegar al último tramo del callejón que eran aproximadamente unos cuatros metros que daban a una pared de cinco metros de altura.

Fue Maura la que se quedó congelada al ver la pista que el titiritero había dejado allí. Jane iluminó con su celular.

Un mechón púrpura de cabello atado con una cinta bebé color blanca sobre una carta de papel.

—Debe haberla dejado después de que la policía indagara en el lugar. — Sugirió la morena con temor en su voz, pues si eso era cierto, habían quebrado las normas del juego.

Maura tomó un pañuelo y manipuló el sobre del que cayeron las llaves de un auto. No había ni tarjetas ni indicaciones y Jane casi podía adivinar los pensamientos de su compañera con solo observar el llavero del auto.

—Creo que debemos seguir adelante hasta el final Maura. Si quiere jugar, jugaremos. — Respondió la morena recogiendo las llaves del piso.

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¡Hola! Por unos días no pasó un mes desde mi ultima actualización. No quiero mentirles ¡Quiero terminar mi historia! desde que descubrí como terminarla y que sea inesperado pero realmente siento que si me apuro la hago mal. Nunca escribí un fic, excepto cuando era chica y escribía Fics de las novela de Anne Rice, que en verdad se jugaba como un RPG escrito. Así que no estoy acostumbrada pero es bastante divertido escribir eso que uno cree haría un personaje al que conoces bastante de mirar su show.

Por otra parte, ¡gracias por leer! yo no promociono nada y sin embargo recibo mucho amor con esta historia por lo que les pregunto...¿Me acompañarían a otro fic? No de Rizzles muejejeje 

Nos vemos a la próxima actualización.

Abrazos!

Paris Match: A Rizzoli & Isles FanficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora