Entre deslices.

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   Ni siquiera yo sé por qué salió esto... todo raro (?). El título tiene una porción de lo habrá aquí y lo insinúa, en el sentido de desliz; polvo, cogida, tacaca... sexo. Drabble, o incluso contiene menos palabras.

Cosas espontáneas c:

   Si tuviera que decir otra cosa que esté palpitando en la habitación, además del ancho miembro de Alfred y el propio, diría que es su interior completo. Entre las costillas, algo que no corresponde al corazón, vibra y le da una corriente eléctrica, el origen es un enigma. O a lo mejor, se halla dentro de él hace un buen rato. Le han florecido cosquillas en la nuca que no sabe identificar muy bien qué son, aunque está seguro de que deben atacar el vientre, no el pescuezo. Pero existen cosas más importantes en aquel momento, y Yong se percata cuando la mente se le vuelve a nublar de éxtasis. Echa para atrás la cabeza, confirmando que yace arrinconado.

   El cabello de Alfred echó raíces en sus dedos hace rato, no lo puede soltar. Unos pequeños mechones rubios los cuales acaricia, mima y jala más y más —a pesar de que llega a coger otro poco, gruñendo al compás del vaivén—, sin importar que los dos estén por desbordarse. Se aferra con una mínima desesperación. De repente, quiere saber exactamente si tanto jadeo y gemido es por los tirones en la cabellera. Vacila, y otra vez la mente se le empaña en libido. Dejando en el olvido una duda tonta.

    Alfred no se oye a sí mismo, pero capta la voz de Yong, que sólo sabe pronunciar unas tres palabras por separado; dejando espacios en blanco cuando toma aire. «Sigue, sigue», oh; interrumpe un chillido ante la profundidad de la embestida, pero no le molesta y continúa apretando más. Otra vez, «sigue..., sigue, Al», su mismo nombre lo hechiza proclamado de esa forma. El «da-ze» se escabulle entre tibios suspiros, volviéndose inexistente. Y nuevamente: «sigue, sigue, ¡oh! Sigue», entonado como una canción, en especial un verso que no se puede dejar de cantar. Sube y baja, igualito a las embestidas que de Alfred.

    A Yong no le gusta quedarse atrás, jamás. El orgullo no se lo permite y sobretodo en una situación así. Quiere ver —en la medida de lo posible, al parecer— el libido aumentar en Alfred, hasta que se le suba el rojo a las mejillas. Por lo que ostenta depravación al deslizar la punta de su nariz por el cuello ajeno, trazando una línea entre el sudor y la desnudez, donde halla un punto para disparar besos y chupadas. Abre los ojos, pero los cierra en un tris tas.

   Entonces, Alfred gruñe porque ya se lo esperaba, y era la única batalla que como héroe está dispuesto a perder. Todo lo contrario al encuentro que mantienen, censurado al público gracias a una puerta ancha y erecta que yace cerrada. Y si bien, tomando en cuenta la vieja moral, es más adecuado que forniquen en la calidez y privacidad del hogar; o un motel, el sabor efervescente de la adrenalina sincronizado con los fuertes ritmos, es mejor. Una completa obscenidad, se dirá si los descubren, aunque lo dudan y no tienen tiempo para ese detalle. Después de todo, un pequeño de muchos deslices no era malo... ¿O si?

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   Principio: no va ser nada sexual lo que pondré.

   —Estado actual: golpeándose contra una pared de la pena—. Por qué, Satanás, ¿por qué me hiciste así? Bueno, todo inició con el simple párrafo imaginario de «sigue, sigue». La madre que me re contra parió :^)

   Algún día eliminaré esto. O lo editaré, I don't know. Y ando medio nerviosa por publicarlo...

—huye—.

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⏰ Last updated: Sep 06, 2018 ⏰

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Fragmentos de kimchi y hamburguesa.Where stories live. Discover now