He tenido mucha suerte a lo largo de mi vida.
Me he sentido la peor de las escorias es varias ocasiones por problemas irrelevantes desde un punto de vista general del cuál he comenzado a hacer uso. Antes lloraba por regaños de mis madres que me merecía, por malos comentarios de los demás, por alguna traición de una de las tantas amigas hipócritas que he tenido. Antes lloraba por cosas estúpidas sin tomas en cuenta todo lo que poseo.
Tengo un par de piernas, un par de brazos, de ojos y oidos, y otros pares de extremidades. Sin ninguna ausencia o anomalía.
También he estado completa de familia; con mis padres casados sin controrverancias, hermanas guerreras y una abuela resistente.
Estudié educación inicial, primaria y bachiderato y ahora culminando mi segundo semestre de la carrera de informática, sin ningún problema aparte de los comunes en una vida adolescente, en un país quebrantado.
Nunca me ha faltado nada, siempre he sido mimada con regalos y mucho amor.
Pero siempre pasa que ignoramos una ausencia permanente, punsante, sin siquiera darnos cuenta que estuvo allí sino hasta que un aura, una anatomía, una mirada llega y la ocupa a la perfección. Te completa. Ahí descubres que había un espacio vacío y doloroso que siempre había tenido un nombre.
Entonces las cosas que tienes lo inspiras en él.
Tienes un par de piernas para llegar hasta él, un par de brazos para rodear su tronco con determinada firmeza, ojos para contemplarlo genuinamente y oidos para desfallecer con su risa.
Se vuelve parte te tu familia, y otra facultad donce aprender paradigmas nuevos, ideologías provenientes de una mente culta y llena...
Puedes estar completa en todos los aspectos, pero sin tu complemento, nada te hará sentir que lo estás. Seguirás caminando vacío por un camino erróneo.
Él es mi complemento.
