Capítulo 2: México

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-Eso es tonto, se supone que son bonitas y ella, bueno.

-¡Oh vamos!-. Dijo riendo. -Tú sabes como funciona la niña promedio de aquí, y en este continente en específico tienen hasta un ritual para festejarlo. Su belleza física llegará después de los quince años.

-De todas formas ella va en segundo año, o sea que tiene siete años, las niñas de el deben tener ocho y seis respectivamente.

-Eso es verdad, pero si es de nosotros, noté sus ojos.

-Bueno, ahora vámonos, el patio está casi vacío.

El resto de ese día lo pasaron de lo más normal, al llegar a casa solo comieron e hicieron la tarea para poder pasar la tarde leyendo e investigando hasta llegar la hora de dormir.

Al día siguiente se encontraron con la niña afuera de la escuela, ya que su única amiga no se había aparecido por ahí, tardaron poco más de cinco minutos en convencerla de ir con ellos, pero al final accedió.

En el salón de clases del sexto año ocurrió lo que menos querían, al menos Ángel odiaba la idea de tener trabajos en equipo.

-Jonathan y Ángel Villarreal-. El maestro leía de su lista para formar los equipos. -Elizabeth Rivera y Valentina Sandovál.

-Joder-. Murmuró Ángel jalándose el cabello.

Jonathan volteó la mirada para ver como Elizabeth hacia el mismo gesto que su hermano.

Elizabeth Rivera era una niña alta, delgada, de cabello castaño y cejas medianamente pobladas, tenía un aire más argentino que mexicano, Valentina era más baja, con cuerpo desarrollado para una niña de once años, rubia de ojos azules, tenía las características de una mujer Sinaloense aunque la ciudad natal de ambas era Distrito Federal.

-Ni modo, nos toca con la fresa de unidad habilitacional-. Dijo Ángel haciendo una mueca.

-Solo ignoremosla y hagamos el trabajo, por lo menos no estamos solos con ella.

Los cuatro niños se juntaron, pusieron dos mesas una contra otra para hacerla quedar como una grande y pusieron los materiales encima. Valentina en lo que parecía ser un arranque impulsivo colocó rápidamente su silla junto a la de Jonathan. Ángel la miró con molestia y Jonathan con resignación.

-Casi hemos terminado-. Dijo Jonathan.

-Me encanta ese acento europeo tuyo-. Expresó Valentina con una sonrisa coqueta y acercándose a el-.

Todos la miraron de forma extraña. -Gracias-. Respondió Jonathan cortantemente.

Los minutos restantes fueron un tanto incómodos, trataron de hacer más plática a Elizabeth para así poder ignorar un poco a la rubia, justo al terminar el trabajo Jonathan pegó un brinco y casi corrió hacia el escritorio de la maestra para entregarlo.

-Perfecta ortografía tienen tú y tu hermano, se ve que estudiaban bien en su colegio de España-. Dijo la maestra mientras miraba maravillada el trabajo que tenía en sus manos. -Seguro que la exposición les quedará aún mejor.

-¿Qué? -. Preguntó molesto el niño. -¿Cuál exposición?

-De este trabajo deberán hacer una exposición el viernes, con el mismo equipo que les tocó.

Jonathan torció los ojos y volvió a su lugar, en donde Valentina ya no estaba.

-Parece que vamos a tener que aguantarla un tiempo más, lo siento.

-No es tan mala-. Dijo Elizabeth. -Cuando no la escuchas, miras, le hablas-. Concluyó en modo de burla.

Ambos gemelos soltaron una risa leve, pero notoria.

-Por lo menos tu no eres molesta y presumida-. Dijo Ángel.

-Ni pensaría en serlo, eso solo es para las chicas lindas como ella.

-¿Linda? Nada de eso tú eres mucho más linda que ella.

Jonathan miró con extrañeza a su hermano y una leve sonrisa ladeada. Al salir de clases decidieron ir caminando a casa.

-¿Así que Elizabeth? ¿Linda?- Dijo Jonathan sonriendo.

-¿Qué dices?

-Le dijiste que era linda ¿Te gusta?

-Es una tontería.

-No lo es, dímelo-. Jonathan se puso frente a su hermano, dejando su rostro a centímetros del otro.

Ángel enrojeció y lo empujó a un lado -Johnny, me gusta alguien más-. Dijo sonriendo y siguió caminando, el resto del camino estuvo silencioso, al abrir la puerta de su departamento, el silencio fue bruscamente interrumpido por el sonido del timbre del teléfono.

-¿Hola?-. Jonathan fue quien respondió.

-Jonathan, soy KOP.

-Ya nos instalamos, encontramos una niña, no es su niña, pero si es de los nuestros, aunque aún no sabemos de que parte.

-Adviertanle de todo no importa quien sea, eso lo averiguaremos después-. Dijo su aguda voz, ahora además temblorosa y agitada.

-¿Todo está bien?

-No lo está, han atacado. 

Olimpo: Una infancia complicadaWhere stories live. Discover now