—¿No vas a decir nada?

Resoplo y me concentro en llenar la cuchara, pero escuchar su respiración casi en la oreja me pone nerviosa. Suelto la cuchara y me giro.

—No entiendo cómo se te dan tan bien los niños y luego eres tan neandertal con las mujeres.

Wade suelta una carcajada y se apoya en la encimera.

Vuelvo a coger la cuchara y echo lo necesario y lo agito con fuerza. Tras unos segundos en el microondas compruebo que está lo suficientemente caliente como para que no se queme. En cuanto se lo acerco, me lo quita de las manos.

—Estoy segura de que si dejas de ser un idiota, Harper caerá a tus pies —confieso mientras veo como mi hermana se acaba su cena.

—Harper no es como tú.

Le miro con los ojos entrecerrados.

—Más te vale que no sea otro insulto.

No me contesta. Se levanta y coge a Dani, que ya se ha acabado la cena. Ella empieza a soltar pequeños gritos de emoción cuando él la balancea. Entonces se detiene. Mi hermana empieza a hacer ruidos raros y me acerco a ellos, asustada. Los ojos de Wade están tan abiertos que temo que se le vayan a salir de las cuencas. Acto seguido los cierra con fuerza y Dani vomita parte de su cena encima de él.

Se me escapa una carcajada y me tapo la boca al ver su cara de asco. Eso le pasa por jugar con un bebé que acaba de comer.

—Te lo mereces —digo cuando por fin pude hablar—. Por haber sido tan idiota.

—¿Solo tú puedes insultar?

—Me lo pones tan fácil —añado soltando otra carcajada.

Cojo a mi hermana y la dejo en la cuna. Ella está totalmente limpia, mientras que Wade...

—¿El baño? —pregunta con cara de asco.

Me tapo la nariz y le señalo la puerta donde está. Apesta.

Espero sentada en el suelo frente a la cuna de mi hermana. Está tardando demasiado. Me levanto y camino hacia la puerta.

—¿Va todo bien?

Abre la puerta y veo que se ha quitado la camiseta. Me ignora y sigue frotando la mancha. Aparto la mirada de inmediato y, aunque no puedo negar que no tiene mal cuerpo, prefiero no verlo.

—Necesito una camiseta.

Asiento y me pierdo escaleras arriba. Cuando llego a mi habitación, me apoyo en el marco de la puerta y tomo aire. Cierro los ojos con fuerza para borrar de mi mente la escena de abajo y tomo una gran bocanada de aire. Unos segundos después me doy cuenta de que en mi habitación no voy a tener nada de su talla. Nada mío puede tapar esos... No. Corro a la habitación de mi madre y rebusco en los cajones de George hasta encontrar una que puede quedarle bien. Cuando la tengo, me quedo mirando mi reflejo en el espejo del armario. Tengo el pelo completamente revuelto, la camiseta del revés y la cara como si me hubiesen pegado dos puñetazos en los ojos. Estoy horrible. ¿Es acaso esto a lo que me refería con ser natural? Por dios, parezco sacada de una película de terror. Coloco mi camiseta y me deshago la coleta. Lo cierto es que no tengo tan mal el pelo suelto. Aun así, lo paso por detrás de las orejas. Mejor. Abro el cajón de mi madre y saco un brillo de labios. Asiento a mi reflejo y bajo las escaleras.

—¿Go Marmaid?

Es morada y debajo de las letras tiene una sirena. No le miro mientras se la pone porque de lo contrario esta noche tendría pesadillas.

—La hizo George para mi última competición.

—¿Qué significa? —añade mirándola a través del espejo.

Mermaid en inglés es sirena. Es un juego de palabras con mi nombre.

Me encojo de hombros para restarle importancia y regreso al sofá. Wade se ríe cuando al final lo comprende.

—Oye, creo que has malinterpretado mis palabras —comenta unos minutos después rompiendo el silencio—. Estoy de acuerdo con lo que has dicho, es solo que hoy en día pocas personas piensan como tú.

—¿Estás de acuerdo? —añado escéptica mientras le analizo. Seguro que es un truco—. Wade, es realmente triste que tengas esa concepción tan denigrante de las mujeres. ¿Es que acaso piensas que vas a recuperar a Harper comportándote como un macho con ganas de procrear?

Su sonrisa muestra amargura.

—No la recuperaré si es de otro modo.

—¿Y eso es lo que quieres?

Él se encoge de hombros. En estos momentos, siento un poco de pena por él.

—Harper fue mi primera novia, tenemos una historia.

—Ya, pero tener una historia no es lo único que hace falta en una relación. El amor es importante.

Cruzo las piernas y me como una golosina. Nos hemos sentado en el mismo sofá y la cercanía me hace sentir más cómoda.

—No quiero echarlo a perder.

Suspira y se come una golosina también.

—¿Por qué no intentas ganarte su corazón? Si tu teoría de macho alfa no ha funcionado, deberías probar otras alternativas. Dila que la quieres.

—¿Y si no sirve?

De repente lo veo. A pesar de tener una fachada de chico bromista, oculta una persona con sentimientos, cosa que pensé que nunca llegaría a desarrollar. Me entran unas ganas tremendas de abrazarle, pero me contengo.

—Quien no arriesga no gana.

Sonrío y le doy unas palmadas en la mano a modo de ánimo.

—No te merezco.

—Lo sé —respondo soltando una carcajada tímida. Me echo el pelo hacia atrás para seguirle el rollo.

—¿Qué vas a hacer con Jude?

Cojo un puñado de chuches y me lo meto a la boca para pensar. Quizá no sepa cómo ligar con un chico, pero indudablemente sé cómo no hacerlo. Trago rápidamente y sonrío con satisfacción.

—Tengo una idea.


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Conquistando al chico de mis sueños © |COMPLETA|Where stories live. Discover now