Conquistando al chico de mis sueños © |COMPLETA|

15.

Me da un papel con un montón de teléfonos, hasta de los bomberos, ¿para qué los querría?

—Adiós, mamá —añado riendo en tono burlón mientras sacudo la mano para despedirme de ellos.

—Cuidaos —dice ella sin soltarme la mano.

Se pone muy dramática cuando nos deja solas.

—Pasadlo bien —respondo y los acompaño a la puerta.

Se van a pasar el fin de semana a la montaña. Les envidio bastante. Cierro la puerta y regreso al salón. Menos mal que se han marchado, solo faltaba que me empezase a abrazar y a dar besos por toda la cara.

Compruebo desde la cámara del intercomunicador que Dani está bien y que sigue dormida. Enciendo la tele y pongo un canal al azar. Abby va a venir de un momento a otro para cenar y continuar con una serie que estamos viendo, así que aprovecho para hablar durante un rato con Skyhitter. Desde que me contó lo de su madre estoy un poco preocupada por él.

Lioness96 (19:36): ¿Eres más de mar o de montaña?

Skyhitter (19:45): ¿Planeando un viaje?

¡Genial! ¡Está conectado!

Skyhitter (19:46): Me gusta más el mar, el sonido de las olas me relaja.

Lioness96 (19:48): ¿En serio? ¿No te dan miedo los tiburones? Desde que me picó una medusa tengo terror.

Skyhitter (19:50): ¿Te ha picado una medusa? Qué pasada.

Lioness96 (19:51): Te aseguro que no, aún tengo la marca.

Skyhitter (19:51): Algún día me la tendrás que enseñar.

Me pongo nerviosa al instante y suelto el teléfono, dejándolo caer sobre el sofá. No ha podido ser más directo y no sé si es buena señal. Vuelvo a coger el teléfono dudosa y tecleo lo primero que se me ocurre.

Lioness96 (19:56): ¿Dulce o salado?

Durante lo que me parece una eternidad, espero a que me conteste. Quizá tenía que haberle seguido el rollo, pero me he asustado y lo peor es que no entiendo por qué.

Skyhitter (20:07): Si tuviese que elegir entre el dulce y el salado, definitivamente elegiría la comida salada, ¿quién no lo elegiría?

Respiro aliviada al ver su respuesta.

Lioness96 (20:13): ¿En serio? Adoro los dulces. ¿Conoces esa tienda de golosinas cerca de la biblioteca? Tienen unas gominolas que son de muchos colores, blandas por dentro y crujientes por fuera. ¡Es lo mejor del mundo!

Skyhitter (20:16): Jajaja. Me ha entrado curiosidad. Creo que voy a ir a probarlas ahora.

Lioness96 (20:18): ¿Ahora? Debe estar a punto de cerrar.

¿Y si esta era mi oportunidad? ¿Y si lo que debo hacer es ir a la tienda y conocerle? Al menos me dejaría de investigaciones, podría zanjar el tema de su identidad de una vez por todas.

Skyhitter (20:21): Probaré suerte, ya te contaré.

Nada más leer su mensaje, alguien aporrea la ventana. Me giro y me encuentro con la cara malhumorada de Abby.

—Llevo llamando un rato a la puerta, ¿estás sorda? —explica cuando la abro mientras se abre paso para entrar.

Lleva una bolsa en la mano y una botella en la otra.

—¿Para qué es eso? —pregunto mientras la sigo hasta la cocina con curiosidad.

—Analgésicos naturales —contesta con un toque de tristeza en su voz y se deja caer en la encimera.

—¿Qué ha pasado esta vez?

—¿Recuerdas a la persona con la que fui al concierto?

Asiento y frunzo el ceño.

—¿El chico misterioso?

—No ha salido bien.

Esconde la cabeza entre los brazos y hace como si estuviese llorando. No es la primera vez que tiene un desengaño amoroso, pero sí la primera que recurre al alcohol para ahogar sus penas. Las otras veces simplemente salimos a algún bar para divertirnos.

La obligo a sentarse en el sofá mientras meto la pizza en el horno. Saco dos copas y las llevo al salón junto con la botella. Si vamos a beber, tiene que ser con estilo.

Observo el reloj de la pared y me rindo ante la idea de ir a la tienda de golosinas a ver a Skyhitter. Mi amiga me necesita. A Abby y le gusta exponerse y mucho menos hablar de sus sentimientos, pero le encanta la comida y sé que no va a tener mejor consuelo que un poco de guarrerías como patatas fritas, así que las saco mientras se hace nuestra cena. Como a ella, me encanta comer todas esas cosas, pero sin duda no tenemos el mismo metabolismo. Mientras ella se mantiene sin importar lo que coma, yo cada vez que pico algo de eso me inflo como un globo. Por eso intento controlarme un poco más.

—¿Hoy no viene Wade? —me pregunta y luego se mete un trozo de pizza en la boca.

La he estado torturando con su compañía las dos últimas semanas y, aunque se pueden tolerar, no creo que le haga gracia verle.

—Los viernes es noche de chicas —respondo bebiendo un poco.

—A mí no me importa que venga.

—No es una chica, Abby.

Me giro para mirarla y veo que está tumbada con la copa en la mano. Tiene la mirada perdida y el trozo de pizza está a medias en su plato.

—Va en serio —empieza a hablar, pero se detiene un instante. Inhala un poco de aire y lo suelta lentamente—. Pensé que me iba a caer peor por ser amigo de Jude y eso, pero es súper simpático.

La observo, perpleja. Entonces lo comprendo: la que habla es Abby la borracha. La echaba de menos. Cuando mi amiga bebe, siempre se pone muy dramática y quiere a todo el mundo, ya sea su peor enemigo. En realidad solo la he visto así un par de veces y siempre acaba llorando y hablando de cosas filosóficas.

—Lo dices porque has bebido —me excuso y dejo mi plato sobre la mesa. Ella se incorpora.

—Lo digo totalmente en serio.

Nos quedamos mirando y me sorprende ver seguridad en su mirada.

—Me alegra que te caiga bien.

—Me gustaría encontrar a alguien que me quiera y me haga reír así —masculla y da un trago tan largo a su bebida que se la acaba.

Resoplo y me apoyo en el sofá. Me gustaría decirle que es todo mentira, pero aprieto los labios para contenerme. Se recuesta de nuevo y cierra los ojos.

—Y lo encontrarás, de eso estoy segura.

Ella asiente, pero no responde. Al cabo de un rato me doy cuenta de que se ha quedado dormida. Me levanto para taparla con la manta y voy a la habitación de Dani. Me encanta verla dormir porque es el único momento en el que es totalmente inofensiva. Parece un ángel.

Me siento en la mecedora con uno de sus peluches y la observo, pensando en lo que me acaba de decir Abby sobre Wade. Tengo que admitir que, aunque no le soporto la mayor parte del tiempo, tal vez me caiga un poco mejor que antes.