Sintiendo el frío invierno

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La cuarta vez que Jun ve a Minghao se siente perdido en medio del desierto, pero en verdad sólo es una calle demasiado desolada que logra sofocarlo.

Jun no ve ni siente la presencia de Minghao.

Se vuelve débil, una vez más, y comienza a llorar. Es aquella sensación de asfixia, de estar ahogándose; no puede salvarse solo. A sus diez años, se ve obligado a cargar con la responsabilidad de riesgo y soledad.

El pequeño niño lo contempla desde una distancia prudente, no sabiendo si acercarse es lo correcto. Jun sólo lo nota cuando el viento insensifica y alza su rostro buscando sentir las suaves ráfagas sobre su piel.

Se acerca, tan dudoso como la primera vez. Su mirada viaja nuevamente al césped verde con tono apagado, el invierno se sentía en cada esquina y en su corazón incluso nevaba. Nota que se sienta a su lado y, antes de poner reaccionar, lo aprisiona en un reconfortante abrazo. Jun se acerca más a su cuerpo y se acomoda mejor entre sus brazos, rodeándolo por la cintura; descansa sobre su torso, escuchando el palpitar de su corazón.

En algún momento las lágrimas se detienen, puede que una hora después o incluso un segundo. Pero Jun se siente a salvo. El pequeño niño sigue a su lado, entonces se permite pensar en las desagradables situaciones que pasa cuando se encuentra con él.

Se aleja, sintiéndose apenado. No se atreve a levantar la mirada, así que sólo contempla sus zapatillas blancas.

El pequeño niño le habla pero Jun se pierde tanto en lo melifluo de su voz que no haya comprensión coherente a lo dicho.
Sabe que en cualquier momento deberá irse y no quiere quedarse solo; toma su brazo, esperando que con aquel simple tacto comprenda lo que quiere decirle: «no me siento bien, no me dejes solo, por favor quedate conmigo»

—Soy Minghao— dice. Jun sonríe débilmente. —Xu Minghao— e incluso al igual que él, su nombre es precioso.

—Wen Junhui.

unfading » junhao Where stories live. Discover now