12.-Ese mayordomo, esta irritado

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- Buen día, señorita. – su saludo era predecible, mi gruñir era típico y mis mañanas enojadas algo normal. La anomalía de la situación es que estaba en pijama, en mi habitación y completamente tapada en mis colchas, y antes de ser tratada de loca; recuerdo haberme quedado dormida en el escritorio de mi padre, con la ropa que llevaba aquel día y sin haber sido removida de mi lugar.

- ¿por qué estoy acá? – mi voz ronca decía las primeras palabras del día y reflejaba claramente que no había usado mi voz por casi diez horas.

- Esta es su habitación, señorita. – el tenía un poder especial, que era burlarse de absolutamente todas mis preguntas y hacerme parecer una desquiciada a tempranas horas del día.

- No, me refiero a que hago acostada acá con pijama, estoy segura de haberme quedado dormida en el escritorio de papá. -mi voz sonaba extrañada y mi vista estaba atenta a la próxima respuesta de Sebastian.

- Yo la he traído hasta acá, consideré que sería más cómodo estar recostada en su habitación. – el pasó una taza humeante de un té floral, sentía la distinción de hojas a kilómetros. Tomé un sorbo y mientras me dedicaba a catar aquella bebida, me detuve por completo.

- Momento, ¿el pijama me lo haz puesto tú? – comencé a dudar de mi virginidad al instante y es que, él era un completo desconocido.

- Por supuesto, pero no debe preocuparse joven ama, yo he usado una venda en mis ojos para su seguridad y comodidad

- No, mi comodidad es que no me hubieras cambiado de ropa. -intenté calmar toda mi furia en un largo suspiro, sobé mi sien e intenté pensar en que el estúpido era un lacayo con costumbres del año mil quinientos. – y mi seguridad es que no vuelvas a hacerlo, intenta comprender cuando te doy una orden. Las ropas las cambio yo, me puedes hacer el favor de abrochar los zapatos si quieres.

- Entendido, señorita. – el comenzaba a caminar a su salida, su rostro se veía algo irritado, después de todo, lo quiera o no, había dormido como una reina gracias a su extremada consideración.

- Gracias de todas formas, y por favor, deja de usar formalidades. – suspiré y un poco antes que se fuera le grité mi nombre.

Me levanté, cerré la puerta con pestillo y comencé a cambiarme de ropa. Cuando ya había sacado mi camisón de dormir, y me había percatado de mi ropa interior de "Dragon Ball" sentí aún más vergüenza de lo que había sentido hace un momento, y había querido volver a maldecir, insultar y regañar a Sebastian y a su vez agradecer por haberme quitado la ropa con un maldito pedazo de tela en los ojos.

Me moví a mi armario y empecé a seleccionar algún vestido para el día, dentro de este, había comenzado a ser llamativo, un abrigo en específico, el abrigo de aquel día. Era ahí cuando comprendía, de que había pasado ya casi una semana de lo ocurrido, de que no sabía cuanto tiempo me demoraría en investigar lo de mis padres y mucho menos cuanto tiempo tenía para investigar todo lo ocurrido.

Mis pies tamboreaban con calma y un poco de ritmo la escalera. Mi camino a el comedor era algo distraído, algo pensativo. Jamás pensé que en un momento de mi vida quemaría un abrigo en un balcón. Pronto mi vista fue interrumpida por un cuadro grandísimo que se encontraba en la pared que conectaban las escaleras de ambas alas. Una foto, familiar, típica, que siempre que estaba acá no le tomaba mucha atención, pero que tampoco nunca pasó desapercibida. Mi padre, mi madre y yo, como costumbre familiar una fotografía de la familia. Me irrité aun más de lo que ya estaba. En todos lados me seguían mencionando su ausencia y ya había llorado lo suficiente como para seguir estando así, triste y débil. Lamentablemente, mi debilidad era la oportunidad de ellos y yo no la concedería, nunca.

- Sebastian. – y por primera vez, me sentía la verdadera dueña de casa al llamar de forma severa a lo que se hacía llamar mi mayordomo.

- Señorita, ¿Qué se le ofrece? – mi asistente, como me gustaba decir de vez en cuando, aparecía tan rápido como siempre, haciéndome pegar un salto que no podía controlar.

- Sebastian, necesito pedirte un favor. – hice una pausa y volvía a reflexionar acerca de la decisión que había tomado. Estaba más segura que nunca. – quiero que saques este cuadro y lo cambies por otro. Elimina todas las fotos de mis padres o madre de la mansión.

- Por supuesto, joven ama -era una de las formalidades que mas odiaba. "Joven Ama"

- Te he dicho que digas mi nombre. – volvía a mencionar algo molesta por ello. Su sonrisa burlesca no desvanecía en lo mínimo. – ah, y la habitación de mi padre déjala tal cual está.

- Entendido, señorita. – el volvía a contradecirme y me molestaba sin dudas, pero siempre tenía algo bajo la manga.

- ¿no hueles a que algo se está quemando? – fingí demencia y tapé mi nariz con asco. – uh, incluso veo un poco de humo ¿Por qué no vas a revisar a mi habitación?, creo que vi un abrigo quemarse en mi balcón, joven amo. 

Yes, my lady ×Sebastian Michaelis×[editando] Место, где живут истории. Откройте их для себя