Capítulo 39: Medicina.

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Por supuesto que no iba a quedarse en casa el sábado. Eres una estúpida. Si fue amable contigo cuando tenías la regla era para que no le fueras con el cuento a Scott.

Y por si decidías chupársela.

Envidié a mi yo del sábado mientras bajaba las escaleras; la Sabrae del pasado las había subido con ilusión, había esperado con ansias que cayera la noche para hablar con él. Ahora, me aterrorizaba la soledad de mi cuarto. Y mi único fuerte al que batirme en retirada no sólo no estaba en casa (Scott se iría a dormir a casa de Tommy esa noche), sino que tampoco era un puerto seguro para mí en esas condiciones.

Por mucho que Alec me hubiera hecho daño, yo no quería que Scott se lo devolviera.

Eso me haría quedar todavía peor, como si me hubiera destrozado lo que había hecho. En cierto modo, así era, pero jamás debía dejar que Alec lo adivinara.

Además... no quería que él sufriera por mí. Eso me rebajaría a su nivel. Y me dolería más aún.

Descendí penosamente las escaleras, cada movimiento me dolía horrores en mis músculos agarrotados por la regla y la decepción arrastrada durante toda mi vida. Me tambaleé en el último escalón y logré sujetarme a la pared para no caerme al suelo. Hundirme físicamente era lo último que yo necesitaba.

Me acerqué a la puerta de la cocina y apoyé la mano abierta en ella, jadeante.

-Mam...-empecé, sabedora de que mamá estaba en el interior de la estancia, preparando una cena que yo no estaba segura de poder ingerir. Pero un ruido procedente del interior me contuvo.

Escuché susurros quedos de mis padres, que intercambiaban ideas en tono bajo... asustado.

Helada, me detuve en seco. Dejé de empujar la puerta y clavé los ojos en la pequeña rendija que había abierto, a través de la cual entreveía un brazo de papá. Sobre sus hombros, los brazos de mamá rodeaban su cabeza y le acariciaban despacio del vientre, mientras papá jadeaba con lágrimas en los ojos y vomitaba palabras que en un principio no tuvieron sentido para mí. Se había cortado el pelo.

Su pelo rapado era señal de que iba a empezar el proceso creativo.

Y su respiración acelerada, mirada pedida y sudores fríos, que estaba en plena crisis de inicio del ciclo.

-... y vosotros no vais a poder salir a la calle. Será la primera vez que no os dedique algo. Será una basura. Nunca superaré lo que he hecho ya. Nunca. La crítica no me dejará vivir. No quiero que digan nada malo de vosotros. No quiero hacer una mierda y dedicárosla. No quiero. No puedo volver a componer. No salen. No pueden. No hay nada. Estoy solo. A oscuras. En silencio. No puedo...

-Respira, Z-susurraba mamá, acariciándole el pecho con los pulgares y besándole la cabeza-. Respira.

-Me retiro. No lo soporto más. Seguiré con las clases y ya está. Soy un fraude. Una estafa. No puedo seguir componiendo. No voy a seguir haciendo música. Cada cosa que se me ocurre es basura. Zayn ha muerto. No volveré a salir de casa.

-Concéntrate en mi voz-le dijo mamá con tono paciente.

-Las niñas, qué van a decir. Se mueren de ganas de que les dé nueva música, y yo... necesito... Scott por lo menos será el único que no se decepcionará. Le parece una basura, todo lo que yo hago. Esto no es diferente. Seguro que lo detesta. Seguro que no consigo que cambie de opinión tampoco esta vez-papá abrió los ojos y jadeó un segundo, asfixiado ante la posibilidad de que su primogénito cambiara de canal en la radio si volvía a sacar música.

S a b r a e (Sabrae I)Where stories live. Discover now