Capítulo 12 -último-

1.4K 86 14
                                    

Rocky tiraba de su correa ansioso por llegar a casa
mientras atardecia sobre San Diego. Dulce respiro
hondo, inhalando el fresco aroma del océano, el sabor
salado del aire. Adoraba ese lugar, siempre le había
encantado.

San Diego era totalmente distinto a Las Vegas. Allí
tenía amigos, una preciosa naturaleza y una vida.
Sí, de acuerdo, no tenía al hombre en el que no había
dejado de pensar ni un momento desde que había
vuelto a casa, pero se dijo que lo superaría.

Intentó convencerse de que no le había roto el
corazón dejar a Ucker.
Porque en alguna parte entre la oferta de trabajo y el
beso en el lago, Dulce había hecho la única cosa que se
había prometido no hacer.

Se habia enamorado de Ucker.

El hombre que se ocultaba en alguna parte dentro de
Christopher Uckerman, el presidente de Sistemas
Uckerman, bien por sentirse culpable por la muerte de su
hermano, bien por las presiones del trabajo o tal vez
por miedo a acercarse a alguien.

Semanas atrás había logrado ver al hombre del que se
había enamorado y cuando eso había sucedido su
corazón se había encaprichado con él más y más. El 
día que lo había secuestrado, había hecho algo más
que tomar a Ucker como rehén.

Se había unido a él para siempre.
Desde que había vuelto a casa, no había dejado de
pensar en él, de preguntarse dónde estaría, qué
estaría haciendo y si estaría pensando en ella o en
el bebé.

Había pensado en ella, pero no del modo que Dulce
había esperado.
La había llamado, le había dejado mensajes, le había
enviado flores, tarjetas.

Y ella lo había ignorado todo porque con nada de todo
eso había dicho lo que ella quería oír.

«Quiero formar una familia contigo».

Mientras Ucker no pronunciara esas palabras
mágicas, no querría saber nada de él. Seguiría
adelante junto a su bebé, por mucho que eso le doliera
y por muchas flores que le enviara.

Mientras doblaba la esquina de Gull View Lañe, vio
dos cosas que parecían estar fuera de lugar.

Una limusina negra delante de su casa. Y a su madre…
¡Hablando con Christopher Uckerman!

Dejó de caminar provocando así las protestas de
Rocky, sobre todo porque el animalito sabía que su
nuevo juguete favorito estaba esperándolo en casa.

¿Estaba allí Ucker?

¿Y hablando con su madre?

Su pecho se llenó de alegría, pero la contuvo. Miles de
cosas distintas podrían haber llevado a Ucker hasta
allí, hasta San Diego. Podría estar allí para hablar de
la custodia del bebé una vez que naciera, o para
pedirle que volviera a trabajar para él. Podría haber
ido porque ella había ignorado todos sus intentos de
contactar con ella.

Pero las posibilidades de que estuviera allí porque
quisiera hacer que su relación funcionara eran de
escasas a nulas.

Echó a andar otra vez y en un par de minutos ya
había llegado a su casa. Su madre y Ucker estaban
tan metidos en su conversación que al principio
no se fijaron en ella.

Tisha: ¿Tienes tu propia empresa? —le preguntó Tisha
a Ucker.

Oh, no. Ahora su madre no dejaría de repetirle lo
maravilloso que era Ucker y cuando ella intentara
explicarle por qué Ucker no era una buena elección
le entraría  por un oído y le saldría por el otro.

¿Le había dicho Ucker a su madre que era el padre
del bebé? Dulce sólo le había contado que era de un
hombre con el que había salido algunas veces. No le
había dado ningún nombre porque, conociendo a su
madre, sabía que habría ido a buscarlo y lo habría
colocado en el altar antes de que acabara el día. Tisha
tenía buenas intenciones, pero podía ser muy
testaruda cuando se trataba de ver a su hija viviendo
un final feliz.

Embarazo en las vegasWhere stories live. Discover now