Primer encuentro.

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Egipto, 1.360 A.C.

Olivier futuro faraón de Egipto y Bartolomiej príncipe de Egipto se llevan conociendo prácticamente toda la vida, desde el primer momento se llevaron bien y se volvieron inseparables, incluso tenían la confianza para llamarse por apodos. El faraón y su hermana parecían encantados con la amistad de los niños, sabían que mientras el pequeño príncipe estuviese para acompañar a Olivier lograría gobernar dignamente. El problema es cuando ambos dejaron de verse como simples amigos, cuando Ollie cumplió los 18 años era consciente de sentir una atracción hacia su compañero de travesuras, intentaba ignorar aquello sobre todo cuando pensaba en que nunca podría verle más allá de lo platónico, su amigo era demasiado despistado para notar las muchas veces que el próximo soberano se perdía mirando sus labios cuando contaba alguna de sus hazañas en los entrenamientos, aunque Olivier también ignoraba las veces que Barry a pesar de haber terminado su entrenamiento en el campo de batalla se quedaba un poco más para ver al hijo del Faraón entrenar, no podían culpar a Olivier de no notarlo cuando ni siquiera Bartolomiej era capaz de saber la razón por la que hacía esto.

Cuando el hijo del soberano cumplió los 19 años, lo cuál ya era bastante viejo para no estar casado aún fue prometido con una princesa de lejanas tierras, el matrimonio sería llevado acabo en algún tiempo más, al enterarse Olivier acató las órdenes de su padre, él era un hombre sabio y vería el bien por su pueblo. Bartolomiej al enterarse sintió un extraño dolor en su pecho, en compañía de sus siervos fue al Nilo para intentar distraerse, aquél río era tan significativo para él, era donde tenía los mejores recuerdos en compañía de su mejor amigo. Los siervos dejaron al príncipe manteniéndose alejados para que este pudiese pensar pero lo suficientemente cerca en caso de que necesitase algo. Luego de unas horas el hijo del soberano apareció, dándole permiso a los siervos de retirarse se sentó junto a su amigo.

—Barry.— murmuró el mayor intentando atraer la atención de Bartolomiej.

Al escuchar aquella voz que tanto conocía, Barry alejó su mirada del Nilo y miró a su amigo.— Entonces...—tardó unos segundos en continuar.— ¿te casarás aunque no conozcas a aquella mujer?

Olivier prestó atención a las palabras de su amigo, sin embargo le causó curiosidad la notable tristeza en los ojos azules del menor.— Sí, mi padre cree que es lo mejor y yo confío en su decisión.—respondió tras unos segundos perdidos en la mirada de su compañero.— ¿Por qué estás triste, Barry?

El menor ante la pregunta frunce su ceño algo confundido para luego apartar rápidamente la mirada.— No estoy triste, estoy preocupado.— aunque ni el mismo creía su mentira, no quería explicar algo que ni siquiera él lograba comprender.— Creo que deberías casarte con quién realmente ames, Ollie.

Olivier soltó una risa casi irónica.— Ninguna chica logra llamar mi atención.— se detiene unos segundos, esta vez él es quién aparta la mirada.— Llevo años sintiendo atracción por alguien que no me corresponde, quizá la Princesa Felicia logré hacerme olvidar.

Bartolomiej frunce el ceño nuevamente ante la mención de aquella chica, sin embargo se sorprende ante las palabras del rubio.— ¿Quién es esa persona? ¿Por qué no me lo habías contado, Olivier? Pensé que yo era tu mayor confidente.— de alguna manera se siente traicionado al no saber aquello, al no ser digno de confianza del futuro faraón.

El mayor tarde unos minutos en responder, minutos en los que se dedicó a mirar el Pacífico río.— Es algo complicado, no es una chica quien ha conseguido mi atención.

Barry se llena de preguntas ante tal confesión, aunque solo necesita la respuesta de una.— Entonces, ¿quién ha sido? ¿Un guerrero? ¿Un siervo?

Olivier mira a Bartolomiej dedicándole una sonrisa, no comprende como incluso en una situación tan incomoda cómo está el joven muchacho logra hacerle sonreír con su curiosidad, asegurándose de que ningún siervo o soldado esté cerca, se aproxima al príncipe acariciando con suavidad su rostro, logrando así que el menor le mirase.— No, es un príncipe.— puede notar la confusión en el rostro del pequeño, mientras habla se aproxima más al chico frente a él.— Uno que está justo frente a mi.

Y así, sin más junta sus labios con los de Barry, sintiendo por primera vez en años felicidad plena. El menor se sorprende pero cierra los ojos dejándose llevar, dejando que el mayor le besará a su antojo, ambos se sintieron completos ante aquello.

Cuando regresaron horas más tarde al palacio, los dos parecían algo confundidos, aquello no impidió que el hijo del soberano aquella noche se colase en los aposentos del príncipe para llegar más allá que algunos inocentes besos.

Durante meses el próximo faraón y el príncipe mantuvieron una especie de relación secreta hasta que finalmente llegó la hora de que Felicia visitará el palacio, se notaba la incomodidad en el lugar, el joven príncipe parecía por primera vez totalmente irritado mientras el futuro faraón estaba nervioso.

Felicia precia tener la misma edad de Olivier, era rubia, alta y educada todo lo que el faraón deseaba para su apreciado hijo, Olivier no podía negar que al tenerla frente a él no sintió algún tipo de atracción, pero quién tenía su completa atención era un pequeño de ojos azules que permanecía en la puerta del palacio mirando con enojo la situación.

Desde aquel primer encuentro comenzaron los preparativos para la boda real, Bartolomiej ofreció más de una vez la opción de huir a Olivier quién simplemente rechazaba la idea y ya no podía dar marcha atrás con su boda. La relación que alguna vez existió entre ambos jóvenes se fue deteriorando, fue el príncipe quién puso fin a todo diciendo que no compartiría a su hombre con aquella mujer, le dio una última oportunidad para elegir entre casarse y reinar o huir y permanecer a su lado, la respuesta fue clara.

El Faraón murió inesperadamente, por ello la boda se adelantó para que de aquella manera Olivier pudiese tomar su lugar como faraón junto a su Reina, la noche de bodas fue devastadora. Bartolomiej despechado al ver a su gran amor casarse con aquella mujer se acercó a un soldado, un soldado que siempre había mostrado interés por el príncipe y sin más los guió a sus aposentos mientras el resto seguía celebrando a sus reyes. Aquella noche, no solo Bartolomiej se entrego a alguien más, Olivier selló el casamiento haciéndole "el amor" a Felicia.

El faraón y el príncipe no volvieron a hablarse más allá de lo políticamente necesario, Olivier extrañaba a su Barry. Cerca de un año más tarde arrepentido de sus decisiones fue a buscarlo a sus aposentos para intentar hablar con él, pero al entrar se encontró a su amado siendo besado por un hombre, nunca había sentido una furia igual, un soldado estaba tocando a quién había proclamado de su propiedad, poseyendo lo que los dioses le enviaron. No pensó mucho, simplemente se acercó y alejo al soldado, el cual parecía dispuesto a reprocharle hasta que vio que se trataba de su faraón.

-Mi señor.—murmuró con temor de que el faraón, se enojase y lo despidiese o peor aún quisiera castigarlo a él y a Bartolomiej por cometer un pecado de aquella manera.

Olivier lo miró con furia durante unos breves segundos.— Vete.— le ordenó al pobre soldado, el cual miró hacia el pequeño que aún permanecía en la cama, Barry le hizo una seña indicándole que podía retirarse, una vez hecho, el soldado abandonó el lugar.

— Faraón, ¿necesita algo?— la voz de Bartolomiej era fría y directa. Olivier le miró por unos segundos antes de acercarse y tomarle su cara para verle fijamente a los ojos.

—¿Qué aberración estabas haciendo, Barry?— en cambio la voz del faraón estaba cargada de ira y confusión.

— Lo mismo que alguna vez hicimos usted y yo, mi Faraón. Pero no le debo explicaciones, dígame. ¿Para qué vino esta noche?

El faraón completamente molesto besó los labios del príncipe, la imagen de hace unos minutos de otro hombre besándolo le volvía loco, necesitaba reclamar aquello que le pertenecía.— No me trates de usted y sólo tienes permiso de pecar conmigo.— después de hablar, volvió a poseer los labios del pequeño, no hacía falta explicar lo que sucedió durante la noche.

Esa misma tarde, cuando el Faraón salió al mercado en busca de un regalo para su mujer, el príncipe huyó en compañía de aquel soldado.

El príncipe y el faraón nunca volvieron a encontrarse, en aquella vida.

7 oportunidades de amar. [Olivarry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora