Capítulo 1. Flores efímeras

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Nada que temer

Siempre en mi corazón

Prosperas flores prevalecen

Los jóvenes sintieron una gran calidez en su pecho, las sonrisas dibujadas en sus rostros habían aparecido inconscientemente y el brillo en su mirada asemejaba al que solían tener cuando eran más jóvenes; un brillo de inocencia y alegría pura.

"Gracias, sensei". Pronuncio el mayor de sus hijos, primero mirando la mesa y luego volviendo de nuevo la mirada hacia él. Su hijo menor se acercó a abrazarlo y los otros dos se abstuvieron a mirarlo y sonreír.

Una pequeña e ingenua parte de ellos desearía que todo fuera así de fácil, así de tranquilo y hermoso, que fuera eterno y al alcance de su acojo.

El hermoso olor de la tierra que perdura en su historia

Semillas de negro que colorean cada pequeño rincón

Vi la eternidad solo una vez

Pero me doy cuenta de que no se puede mantener a la vista

El resto del día es algo borroso, en ese momento no le tomaban tanta importancia... ¿Por qué? Tal vez si hubieran prestado más atención, o si lo hubieran disfrutado un poco más, solo un poco más; ahora no se sentirían tan vacíos y llenos de desesperación. Desamparados y manchados de sangre, heridas cubiertas de polvo y rostros húmedos por el fallido y vano intento de retener las ladinas y dolosas lágrimas que resbalaban por sus enrojecidos ojos. Se escucharon reprimidos sollozos, alguno que otro clamor de ahogado llanto y frustradas respiraciones con el propósito de tratar de calmar su desconsuelo.

En el dojo el árbol que había crecido allí durante años florecía como nunca antes, ojala se hubieran tomado la molestia de apreciarlo antes; supusieron que lo veían tan normal que lo dieron por sentado, que ingenuos fueron. Los pétalos caían lentamente sobre el suelo en una preciosa danza que, ahora, no era más que símbolo de su marchito fin. Pareciera que con cada pétalo que moría ellos también lo hacían, es aterrador pensar como algo tan repentino puede acabar contigo.

Nadie dijo nada, nadie hizo nada; quizá no sabían que decir, quizá no había nada que hacer y, si así fuese, entonces no había ni habrá nada que pueda salvarlos, pero, si no fuese así; que haya sido solo miedo y fragilidad, o estupidez y orgullo, incluso; entonces desearían haber hecho algo, cualquier cosa mientras esa luz faltante les hubiera dado algo de esperanza, una pequeña oportunidad de evitar lo que paso después entonces hubieran mandado todo al diablo y dejar ver su desasosiego ante todos: hacer saber que no estaban solos y que sentían lo mismo, que iban a superarlo.

Pero ya era tarde, ninguno se atrevió a dar unos pasos más cerca y decir: "todo estará bien", darse una pequeña palmada, un abrazo, un apretón de manos; lo que fuera.

Los días pasaron y todo era silencio; de vez en cuando cruzaban miradas pero solo encontraban un oscuro vacío, querían hablar, realmente querían, pero sentían como su voz se rompería y el nudo en su garganta crecía cada vez más, como una cadena que los asfixiaba. Varias veces justo después de pasarse de largo al menos uno de ellos salía corriendo y se encerraba en su pequeño mundo; lo sabían pues el sonido de los pasos apresurados y el fuerte golpe de la puerta, o los ruidos de objetos siendo golpeados y destrozados eran más que evidentes: no eran sordos.

No eran sordos pero si mudos y ciegos.

Nuestras vidas están verdaderamente en un mundo de maravillas

Un poema de mi vida, es una linda canción que recuerdo

Ya actuamos mil vidas

Por el momento más breve en nuestra larga historia

How we became lion heartsWhere stories live. Discover now