4t Capítulo

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Pasan un poco más de una hora desde que mi doctor se fue cuando aparece la Noemí por la puerta.

   -Hola- digo con un tono de voz que dudo que me haya oído.-Buenas tardes.- Esta vez me oye y me devuelve la sonrisa. 

   -Buenas tardes Aitana, pensaba que estabas dormida.- y se acomoda al borde de la cama.

   -Lo estaba, pero llevo casi una hora y media despierta.

   -¿Te encuentras bien?-encaja una ceja.

Y acto seguido, me pone una mano en la frente.

   -Si todo va bien, de aquí poco nos iremos.- dice mientras me acaricia las mejillas.

   -Espero que sea ya. Los echo de menos...-digo sin concretar.

   -¿A quién?- pregunta Noemí.

¿A quien voy a echar de menos? Pues claro, mis compañeros y profesores que son los únicos que están dentro de la academia. En todo caso, la pregunta que tendría que plantearme es "¿La verdad les echo de menos?" De esto no estoy muy segura, ja que a penas los conozco.

   -Eh... A mis compañeros- digo sin más.

Una hora después, ya estoy fuera del hospital como nueva, como si hubiera recuperado el trozo de mi cuerpo que faltaba. Y sin perder más el tiempo, nos subimos al taxi que nos esperaba a pocos metros de la entrada del hospital.

Con tan solo entrar al coche, nos inundó la voz de Sia, esa voz que por algún motivo desconocido, me encantaba y nunca me cansaba de escucharla. Sin decir nada, los tres nos sumergimos en la variedad de la música que suenan por la radio.

Sin darme cuenta, ya hemos llegado, y en este momento es cuando me doy cuenta de lo grande que es la academia ya que cuando lo vi por primera vez, la emoción no me dejó ver con claridad.

   -Aitana, sube tu primera, ¿Ok?, yo tengo que irme para hacer unos recados que tengo pendientes.

Asiento mientras me voy acercando al edificio, esta vez sola. 

Mientras subo las escaleras, me voy fijando con cada detalle que horas antes ni me molesté a mirarlas.

Subo lentamente las escaleras hasta llegar en mi planta.

Una vez allí abro la puerta, ni siquiera he entrado en el vestíbulo cuando empiezo a recibir unos cariñosos e infinitos abrazos que me pillan por sorpresa. ¿Tan preocupados  estaban todos por mí?

Desde aquel día supe que a partir de aquel día mi vida había cambiado.


SER AITANA ES SER DIFERENTEWhere stories live. Discover now