• Don't Tell Noona... | 2jae •

• O N C E •

-Sabes que romperemos una de esas reglas, ¿no? -preguntó entonces Jaebum, alzando una ceja-. Siempre he querido coger en un auto.

Youngjae sabía que Jaebum pretendía ser sexy o provocativo con aquellas palabras, pero el comentario había salido tan de la nada, y Jaebum lo había dicho con tanta sinceridad, tan naturalmente, que al pelimarron le entró un ataque de risa y comenzó a carcajearse muy escandalosamente apenas escuchó al mayor decir aquello. No paró de reír hasta que no sintió dolor en el estómago y en las mejillas, y para cuando logró calmarse se encontró con la mirada entre curiosa y confundida del mayor. Respiró profundamente, se frotó un poco el estómago mientras soltaba un suave "auch, auch", estiró los músculos de la cara, y le dedicó una enorme sonrisa a Jaebum, con lo cual simplemente logró confundirlo aún más.

-A veces pienso que estás loco -bufó el pelinegro, negando con la cabeza-. ¿Te parece gracioso lo que dije?

-Un poco -admitió, sin poder dejar de sonreír-. Pero Mark hyung se dará cuenta si lo hacemos aquí, ¿no crees?

-¿Y qué? -contraatacó Jaebum, encogiéndose de hombros-. Llevaré el maldito auto a un lavadero después y ya.

-No puedes aguantar estar sin mí, ¿eh?

La broma de Youngjae quedó suspendida en el aire envuelta en un repentino silencio. Jaebum no respondió, en realidad ni siquiera reaccionó ante su chiste, sino que lo miró fijo y sin parpadear por unos segundos antes de volver la vista al frente y poner el auto en marcha. Dudoso, Youngjae decidió esperar a que el mayor dijera algo antes de preguntar si se había enojado o qué había sucedido para que se pusiera así, de modo que se limitó a morderse el labio y mirar por la ventana en lo que Jaebum conducía silenciosamente. Pasaron una, dos, tres canciones más de Bruno Mars y los dos seguían sumidos en aquella quietud que al menor tenía en ascuas, cada vez más confundido y ansioso, y Youngjae simplemente no aguantó más, por lo que decidió que sería él quien hablase primero.

-Hyung, ¿te enoj-

-Voy a detenerme -lo cortó Jaebum-. Pásate a mi lado.

Tal como lo indicó, Jaebum se detuvo en la siguiente esquina y aparcó el auto para inmediatamente después voltearse y mirar a Youngjae, a la espera de que se trasladase al asiento delantero. Obediente, el pelimarron se quitó el cinturón de seguridad y se pasó adelante como pudo, volviéndose a poner el cinturón, todo ante la mirada atenta y penetrante de Jaebum. Una vez que estuvo cómodo, se giró para mirar al mayor abultando los labios inconscientemente, encontrándose con que Jaebum seguía mirándolo fijamente, y ahora sí que Youngjae no pudo descifrar qué trataban de decirle los ojos negros del mayor. Estaba comenzando a sentirse incómodo, ¿de verdad había enojado tanto a Jaebum con su broma tonta? No pretendía enojarlo, sólo quiso bromear como Jaebum hacía todo el tiempo... se sintió tan fuera de lugar que no resistió sostenerle más la mirada al pelinegro y rápidamente la desvió, enfocándose en mirar al frente. Entonces Jaebum llevó una mano de imprevisto a su rostro y lo tomó de la mandíbula, obligándolo a mirarlo. Youngjae tragó saliva en cuanto notó que Jaebum estaba cada vez más cerca, acortando la distancia entre sus labios, y simplemente cerró los ojos para recibir justo a tiempo un beso de parte del mayor.

Jaebum lo besó con la misma urgencia de siempre, como si estuviera a punto de morir y la única forma de aferrarse a la vida fuese succionando y mordiendo el labio inferior de Youngjae. El pelimarron soltó algunos quejidos leves dentro de la boca del mayor, pero no iba a pedirle que se detuviera cuando él ansiaba aquel contacto tanto o tal vez más que el mismo Jaebum. Ese sabor a menta, esos movimientos expertos de la lengua del mayor, esas caricias que siempre acompañaban los besos... Youngjae estaba asustado, apenas llevaba dos días sin verlo pero mientras que lo besaba se sintió como que había pasado una eternidad. No tardó en llevar una mano al rostro del pelinegro y la otra al muslo, y también inclinó un poco la cabeza en lo que sus lenguas se enredaban y probaban con la misma curiosidad de la primera vez, como si no se conocieran ya de memoria después de varios encuentros. En el instante en el que Youngjae realmente sintió que sus pulmones comenzaban a arder por la falta de aire se separó unos pocos centímetros, dejando la boca entreabierta para poder respirar y recuperar el oxígeno perdido, y dirigió automáticamente la vista a los labios de Jaebum, hinchados, rojísimos y húmedos, en el momento exacto en el que el mayor se relamía. Youngjae tuvo que esforzarse mucho por no saltarle encima allí mismo, aunque comenzaba a acostumbrarse a ello.