Cap. 19

831 59 1
                                    

Se despertó por segunda vez en el día, sin saber que al despertar todo lo ocurrido volvería a su mente para atormentarla. Y que esta vez no estaría O'Hara para servirle el desayuno.

Los dolores empeoraban y cada vez se hacían más intensos. Y todo confirmó que lo que había pasado no era parte de la pesadilla.

La cabeza le daba vueltas y vueltas, los pies le dolían como si estuvieran caminando sobre botellas de vidrio rotas en mil pedazos, el estómago y cada músculo de su vientre le dolían. Se llevó una mano a la boca para reprimir la arcada que le había salido y entró al baño en el momento justo.

Minutos después cuando pudo recomponerse, se encargó de acomodar cada cosa en su lugar. Limpió cada rastro que pudiera haber dejado la visita de Alfonso y luego después se miró en el espejo. 

 Las marcas en sus brazos y piernas podrían taparse facilmente. Sería difícil ocultar las marcas de su rostro pero no imposible. Por suerte, el maquillaje, haría lo suyo.

Justo en el momento en que terminó de maquillarse y vestirse, el timbre sonó. 

-Má...-Dijo con pocas fuerzas y voz a punto de quebrarse. Si le contara lo que había pasado horas antes... Lo débil que se sintió y el dolor que sentía la desbordaba al punto de insitarla a llorar desconsoladamente. La abrazó con mucha fuerza y las lágrimas salieron sin poder evitarlo. El nudo que tenía en la garganta le impidió gritar de furia y dolor. Agradeció, porque de esa forma no podría esconder lo que le había pasado. 

Se limpió las lágrimas y entró dándole la espalda para tener el tiempo suficiente como para respirar hondo y profundo.

Su madre la notó extraña, pero la conocía. A su hija le podría estar pasando un tsunami por encima que ella siempre iba a decir que estaba bien.

-¿Me vas a decir quién era ese hombre? Ese con el que pasaste la noche...

-¡Mamáá!-Sonrió Noemia, tratándo de ocultar el dolor en su cara que con solo el hecho de sonreir le dolía hasta el alma. Su madre era entrometida, siempre. Y eso le encantaba y le daba gracia.-No pasamos la noche juntos. Octavio es... Inspector, trabajamos juntos y venía justamente a eso.

-¿A inspeccionarte?

Su madre no pudo contener la risa. La cara de Noemia la delataba, por más que dijera que no había pasado la noche con alguien, las mejillas y el brillo de sus ojos, hablaban por sí solos.

-Está bien, no me cuentes. No tenés por qué. (A pesar que yo sí te cuento)

-Sí...-Le cortó Noemia con miedo a que dijera algo más que inapropiado.-Y demasiado me contás...

Tomaron un café y luego su mamá dispuesta a irse, antes de hacerlo, le aseguró:

-Sea quien sea, me parece un buen hombre. Y no creo que estés así por él. -Le dió un beso en la frente y luego se despidió.-No soy tonta, y si no te interrogué no fue porque no me haya dado cuenta, sino porque respeto tu silencio. Pero como te dije, me doy cuenta de todo. 

La despedida tardó un poco más de lo esperado.

Noemia no retuvo las lágrimas frente a su madre que no perdió ni un solo segundo y la abrazó como cuando su hija era chica.

-Shhh... Mi chiquita...Ya pasará.-La acunó.-Ya hablaremos.-La obligó a mirarla a los ojos.-El tiempo cura las heridas, mi hija querida...

Se quedaron juntas abrazadas un largo rato. En silencio, ninguna habló, ni Noemia fue capaz de decir palabra salvo para pedirle que la dejara sola. Su madre no lo dudó e hizo lo que su hija pedía y la ayudó a recostarse en el sillón.

Algo no andaba bien ahí, y necesitaba de tiempo para descubir qué era pero tampoco dejaría pasar el tiempo.

Cuando por fin comenzó a dormitar, sintió un cálido beso en sus labios. Un aroma familiar le avisaba que Octavio O'Hara estaba ahí. Abrió los ojos y comprobó que así era. Allí estaba él arrodillado frente a ella, acariciándo cada parte de su cuerpo con ternura. Le tomó las manos y lo obligó a abrazarla. Y entonces por fin se sintió protegida, segura. 

No sintió más dolores, ni su alma vacía. 

-No te vayas por favor.-Le pidió.

-No, mi amor.-Le respondió con un beso en la frente que anestesió a Noemia. No solo curó sus heridas, sino también la hizo dormir profundamente. Se acostó a su lado como ella le pidió con la mirada y la abrazó brindándole protección.

 Protegido. 

Prohibida su copia total o parcial sin autorización del autor.

JAQUE MATE-María S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora