36| De camino al baile

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—Hola, cielo...—Dsemon sonrio completamente enamorado.

—Buenas noches Daemon, también nos da gusto verte. —Dijo Rachael con burla, esa mujer era maliciosa y Daemon no podía negar  que le agradaba mucho la suegra que le había tocado.

—Buenas noches, suegrita —Daemon sonrio de medio lado. —Y suegrito.

—Que gracioso— bufó Howard haciéndole un ademan para que entrara. — Ahora pasa que tenemos algunas cosas que dejar en claro.

—Esta bien, solo permitame saludar a mi hermoso novio de manera adecuada. — y dicho esto Daemon se acerco a Max y le dió un suave beso en los labios. Le encantaba la durlzura de esa boca pequeña y calida que no tardo en corresponder su toque. Era increíble la forma en la que encajaban juntos.

Cuando se separaron, caminaron directamente hacia la sala en donde tanto Howard como Rachael les dieron una lista de reglas que incluían: no beber más de la cuenta, no meterse en problemas ( en especial Daemon) y devolver a Max a media noche.

—¿No puedo llegar un poco más tarde?— preguntó Max incoforme con su toque de queda. —Es mi graduación y además fui el mejor alumno de mi generación, creo que me merezco al menos dos horas extra.

—¡Creí que nunca llegara el día en que mi hijo me chantajeaía!— comentó Rachael emocionada— y solo por eso tienes hasta las dos   para regresar.

—Rachael, eso es demasiado tarde.

—Tranquilo Howard ¿o acaso se te olvida que cuando fue nuestro baile de graduación me regresate a mi casa hasta las once de la mañana del día siguiente? —Howar enrojecio por el comentario de su mujer. —Además no tienes de que preocuparte, ambos sabemos que Max no es virgen y no corre riesgo de quedarse embarazado.

Howar se quedo estupefacto por el desparpajo de su mujer, mientras Max enrojecia de pies a cabeza y Daemon le entraba un ataque de tos. Esa mujer era todo un caso y Daemon seguia sin enteder como era que Rachel y su madre no era mejores amigas, si las dos era igual de indiscretas.

Después de aquel incomodo, pero gracioso momento, los chicos poe fin pudieron marcharse, no sin que Daemon prometiera cuidar con su vida a Max y eso era algo que nisiquiera tenían que preguntarle.

Esta vez Daemon no había llevado su motocicleta porque Arthur ( su padrastro) le había prestado el auto para mayor comodidad y para que no estropearan sus trajes. Pero antes de ir al baile Daemon debía volver a si casa.

—Oye pequeño elfo ¿te molesta si vamos a mi casa antes de ir al baile? —Max lo vio esperando una explicación más larga. —Es que mamá, papá y Fallen quiren verte...de hecho me amenazaron con dejarme sin comer una semana si no te llevaba.

—Esta bien. —Max se estiro sobre su asinto y le dio un beso en la mejilla a Daemon —Te amo.

Daemon sonrió y detuvó el auto aun lado del camino para poder besar como Dios manda a su adorado castaño de ojos azules.

—También te amo, con todo mi corazón y no sabes lo feliz que me hace asistir al baile contigo.

Se observaron fijamente un par de minutos, sintiendo como sus corazones se unian cada vez más, así como sus almas. Estaban juntos y eso era todo lo que les importaba.

(Scaron)

—¿Y qué  piensan de este? —
preguntó Aron parándose en medio de la sala de su casa.

En el sofá se encontraba su madre, una mujer delgada de cabello rubio como el de su hijo, pero con ojos color miel. A su lado estaba Scott, quien sonrió ampliamente al ver a su novio. Aron había estado provandose varios conjuntos de ropa, pues decía que no quería asistir con el típico traje negro y la camisa blanca, bu, eso era aburrido.

La suerte del capitán (Suerte #2)Where stories live. Discover now