Craig asintió con los ojos llorosos. No sabía porque, pero la idea de quedarse solo en aquel lugar desconocido hacía que sintiera nauseas. Tweek juntó las manos de ambos presionándolas con fuerza; lo soltó para ir a la que supuso era su habitación y regresó con un dragón de peluche que no dudó en tenderle.

— Nadie va a hacerte daño. Lo prometo.- aseguró presionando por un segundo sus manos.- Si ves a alguien, o algo acercarse no dejes que te vea.

Miró a Craig por última vez y se fue cerrando la puerta despacio.

No le quedó más remedio que aguardar a que el demonio regresara. Abrazó el peluche con fuerza y observó a su al rededor. Sería un apartamento cualquiera de no ser por la extraña vista y el ambiente pesado. En las paredes habían algunas fotografías colgadas, aunque, en lugar de fotografías parecían más bien hologramas. En ellos aparecía un Tweek sonriendo, a su lado había dos chicos más, uno de cabello negro y ojos rojos, y otro de cabello azul eléctrico y ojos total y literalmente negros, de no ser por la apariencia extraña de los otros dos chicos, y por las visibles alas de Tweek, creería que estaba en un departamento cualquier de un chico común y corriente. Nunca imaginó que el inframundo sería tan... similar. Excepto por el cielo.

Recargado en la pared había un estuche de violín, Craig se acercó para revisarlo. Con cuidado abrió el estuche sacando de su interior un violín de apariencia antigua, lo observó con curiosidad, pasando los dedos por la madera; lo dejó de nuevo en su lugar con temor a dañarlo y que Tweek lo matara.

Estaba por revisar el resto de la habitación cuando, de la nada, un mareo lo invadió. Su vista se tornó borrosa y distorsionada, su cuerpo comenzó a segregar adrenalina por montones, las piernas le temblaban por la ansiedad de no saber qué ocurría y la sensación que le provocaba querer salir corriendo;  escuchaba varias voces pero no podía entender ninguna ya que hablaban todas a la vez. Se dejó caer al piso cuando su cabeza no vio para más, imaginó a un millón de hombrecitos taladrando su cabeza desde dentro, haciendo todo un desorden en su afán de liberarse.

La imagen de aquella habitación hermosa se distorsionó, mezclándose con la de otra habitación completamente distinta, en ésta había únicamente una pantalla que ocupaba gran parte de la pared.

Las voces seguían. Podía distinguir la de Tweek entre todas, parecía bastante molesto. La pantalla se iluminó, y un vídeo comenzó a reproducirse.

En él se mostraba a una bestia de espaldas, era enorme, de un color negro brillante y profundo, parecía tener apariencia felina y sus patas eran tan grandes y parecía tan fuertes como para derrumbar un edificio entero de una sola patada. Meneaba la cola como si estuviera jugando con algo, o con alguien. El angulo de la cámara cambió, ahora podía apreciarse los rasgos efectivamente felinos de la criatura, con el hocico alargado, la nariz redonda y esponjosa, las orejas triangulares sobre su cabeza y su pecho inflado casi con altanería, como si planeara dejarte sin alternativas a penas mirarla, se venía uno de sus ojos, brillante a la tenue luz artificial que le llegaba. Frente a la criatura estaba un joven, no parecía tener mucho más de treinta años, sus ojos estaban fuera de sus órbitas por el terror que aquel monstruo le provocaba, las rodillas le temblaban, su pecho subía y bajaba debido a su respiración irregular.

La bestia se relamió de manera macabra, parecía saber lo que provocaba, volvió a relamerse el hocico con una su lengua puntiaguda, una gel babosa y grotesca calló al suelo. El joven intentó huir creyendo que podría tener una esperanza. Sus movimientos gritaban la desesperación que sentía en ese momento, las ganas que tenía de correr, de ser libre, de salvarse. Y la angustia de saber que aquello no podría ser. Intentó al menos tres veces burlar a la bestia e irse de ahí, sus movimientos eran frenéticos y sin pensar.

La criatura pareció enfurecerse. Dio un zarpazo. La cabeza del joven quedó colgado a un costado de su cuerpo, unida al cuello por únicamente por una fina tira de piel que se estiraba luchando con la gravedad. La sangre comenzó a brotar tanto del cuello mutilado como de la cabeza colgante.

El cuerpo calló al suelo, cayendo con él cualquier posibilidad, y Craig creyó ingenuamente que eso sería lo peor que iba a suceder. La bestia se relamió el hocico por tercera vez, aunque ahora parecía haber visto un trozo de pastel, o su comida favorita preparada y lista para ella. Pegó una mordida a la carne con un sonido húmedo que no hacía más que empeorar la imagen. De su barbilla escurría la sangre de su víctima.

Craig sintió como su cabeza se enfriaba por el terror. Sentía el vomitó en su garganta, se cubrió la boca con una mano para evitar manchar el piso. El vídeo seguía reproduciéndose, las voces hablaban nuevamente. La verdad es que ni siquiera había notado en que momento se habían silenciado. Ahora sonaban más molestas.

El azabache no sabía que hacer. Si cerraba los ojos la imagen se volvía más nítida, lo cual lo volvía peor. La bestia seguía comiéndose al desafortunado joven. Hubo un momento en el que la carne se negó a abandonar su difunto cuerpo; la bestia agitó la cabeza, tirando con fuerza, se observó como la carne se desprendía de a poco.

El vomito se escurrió entre sus dedos. Al final retiró la mano de su boca dejando que el líquido fluyera fuera de su cuerpo. Tenía los ojos llorosos y su abdomen dolía por el esfuerzo de las arcadas.

— ¿Craig?- La voz de Tweek resonó dentro de su mente. La imagen se detuvo de golpe.

Se sentía agotado. Le costaba incluso respirar. Se tendió en el piso y cerró los ojos. No podría asegurar que se había desmayado porque nunca antes le había ocurrido. Su mente estaba despierta, sin embargo, le era imposible moverse.

Se quedó así, dejando que la negrura lo envolviera y le diera algo de paz a su mente perturbada.

Alma Brillante ~Creek~Where stories live. Discover now