Capítulo 2: Folleto de museo

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Los delicados y largos dedos de la joven castaña se enredaron entre las hebras de su largo cabello mientras su mente se concentraba en las palabras digitalizadas en aquel informe; llevaba tres horas leyendo, viajando entre distintas paginas de internet buscando información sobre el faraón Ahkmenrah. Estaba embelesada y extasiada con lo que leía, aquel hombre había sido un excelente faraón, quería a su pueblo y siempre que estaba en sus manos se encargaba de que sus sirvientes y todos sus subditos fuesen tratados con justicia; aúnque lamentablemente su reinado no duró demasiado tiempo, todo acabó para el jóven faraón cuando su hermano, celoso y embriagado en íra, entró a su habitación, cuando este dormía, para asesinarlo. Debido a ello fue uno de los pocos faraónes que jamás se casó ni tuvo hijos.

No obstante, una dulce voz a sus espaldas la sacó de sus pensamientos con prontitud. Al girarse pudo ver a su hermano menor, el cual llebava por nombre Samuel.

—¿Qué lees?—preguntó con curiosidad mientras una sonrisa suave estaba pintada en su expresión.

—Oh, algo de una investigación—respondió suspirando mientras le devolvía la sonrisa

—No tienes idea de cuanto llevo aquí ¿No? —preguntó su hermano soltando una risita mientras se acercaba la cama para sentarse a la orilla de la misma sin dejar de mirar a su hermana.

—En realidad no—respondió ella estirandose en la silla sintiendose algo entumecida por estar tanto tiempo en la misma posición.

—Más o menos unos quince minutos—respondió él mirandole de modo risueño.

—¿Qué?—preguntó sorprendida— ¿En serio llevas tanto tiempo ahí? No lo... No lo había notado— dijo ahora para después cubrir su boca con su mano y bostezar.

—Pués sí, llevo rato aquí. Al parecer te gusta mucho la historía de Ahkmenrah—dijo pronunciando su nombre algo exagerado para hacerlo sonar más atractivo.

—En realidad sí me gusta mucho ¡Es realmente exquisita! ¡Es simplemente magnífico! —exclamó con emoción cerrando sus ojos solo para recordar cada hecho esplendido de la susodicha historia.

 —¿"Exquisita"? ¿"Magnífico"? Vaya hermana, tenías tiempo sin usar terminos tan formales— bromeó el menor algo entretenido por la manera de hablar de la joven.

 —Sí, sí, tienes razón—respondió algo apenada pero con una suave sonrisa—. Pero, es que no encuentro palabras para describirla. Me fascina de verdad.  

  —Eso es genial, me alegra que te diviertas aún cuando es una tarea— respondió Samuel con una sonrisa sincera en su rostro—Cuando lo termines ¿podrías prestarmelo para leerlo?

— Por su puesto, yo te lo presto. Tiene una historia realmente bonita y de verdad creo que fue uno de los mejores faraones, incluso trataba bien a sus esclavos. No como otros faraones que eran crueles gobernantes, algunos hasta sacrificaban a sus hijos bastardos— explicaba ella mientras tenía la mirada algo perdida en el reporte.

  — Hum, suena realmente bueno— respondió el menor interesandose en el asunto; él siempre había sido igual o incluso más curioso que su hermana Erica.

— Bueno, pero, voy a abrumarte si sigo hablandote de esto— rió negando ligeramente con la cabeza. Le echó una mirada al reloj del ordenador y suspiró para después mirar a su hermano nuevamente— ¿Qué te parece si vamos a la heladería de aquí cerca y comemos algo? Necesito relajarme un poco para seguir trabajando. 

  — ¿Eh? ¡¿Lo dices en serio?!— preguntó esperanzado con un hermoso brillo en sus ojos verdes cual esmeraldas.

— Claro. Ve a alistarte, nos vemos en la sala en unos minutos.

En eso el chico salió disparado cual bala a cambiarse su pinta de solo a andar por la casa como u vago para ponerse algo decente. Erica dejó que una suave carcajada saliese de sus labios ante aquello y entonces también se levantó para alistarse. Se colocó una camiseta algo holgada a rayas, de mangas largas. Un jean de color vinotinto y unas zapatillas nike blancas.

Al bajar las escaleras para salir vio en la sala una escena que era típica de la casa. Andrew y Adrián, dos de sus hermanos, estaban peleando por quién sabe qué idiotez esta vez.

—¡Ya basta ustedes dos!— exclamó ella con voz claramente molesta pegandole fuertemente en la espalda a Andrián.

 —¡Eh! déjame en paz, niña— exclamó el joven ahora con ira reflejada en su manera de hablar.

  — ¡Y tú también, Andrew!— dijo lanzandoles una mirada enfadada a ambos—. Joder, Adrián, ya tienes 19 años, no eres un niño, además que eres el mayor, tienes que dar el ejemplo. Y tú, Andrew, tampoco te salvas; hace nada cumpliste 17, ya madura un poco— pidió irritada por el comportamiento de sus hermanos. 

Tener hermanos nunca se había considerado como una tarea sencilla, y mucho menos para alguien como Erica. Eran una familia grande, empezando con su hermana Ángela de 22 años, luego los trillisos, Adrián, Michael y Alexander, los cuales tienían 19, luego seguía ella con 18, Andrew de 17, y por último el pequeño Samuel de 15. Todos solo con su madre.

Desde que su padre había decidido simplemente marcharse como un total imbécil ella se hizo más madura para compartir con madre la carga de cuidar de sus hermanos y de las tareas de la casa; aunque vaya que a veces era una tarea difícil no darles un golpe en la cara a cada uno.

En lo que ella pensaba Samuel bajó las escaleras y entonces ambos se fueron juntos hacia la heladería. Al llegar ahí Erica le indicó a su hermano menor que apartara una mesa para ambos mientras ella pedía los helados. 

La fila no era muy larga, apenas y habían unas tres personas delante de ella, y además que la cajera era rápida, en poco tiempo llegaría a la mesa con los helados. Ella se distrajo mientras hacía la fila pensando en sus propios asuntos, tenía reunión con el equipo de basquet el día siguiente y algunas cosas pendientes más; pero, hubo un momento en que ella giró su rostro de isofacto al escuchar un peculiar nombre a la distancia: Ahkmenrah.

Miró a todos lados intentando adivinar quién había pronunciado dicho nombre pero, no encontró a nadie, era dificil descubrir algo como eso solo mirando varios rostros al azar. Bueno, lo dejó así suponiendo que quizás había escuchado mal o algo por el estilo.

No se había percatado de unos chicos que habían entrado repartiendo algunos folletos y solo se concentró en lo suyo nuevamente. Pronto avanzó en la fila y pidió los helados para después pagarlos y dirigirse a la mesa donde se encontraba su hermano, a quien no tardó mucho en encontrar.

  — Uno de chocolate para tí, como sé que te gusta y uno para mí— anunció mientras entregaba la barquilla perteneciente al menor en su mano. 

—Gracias, hermana— dijo Samuel probando el delicioso sabor del chocolate.

El muchacho tenía un folleto raro en su mano que llamó mucho la atención de Erica, parecía tener detalles de jeroglificos o cosas así, parecía algo raro pero interesante.

  — Oye, Samuel ¿Qué es eso que tienes en tu mano?— preguntó con curiosidad ladeando levemente la cabeza.

—Ah, unos muchachos lo estaban repartiendo y pense que te podría interesar—respondió Samuel extendiendo la mano para que Erica lo tomara. Era de varios tonos de café y dorado, ademas que realmente se trataba de algo egipcio.

  — ¿Eh? Gracias— dijo ella algo confundida mientras lo tomaba en su mano con delicadeza.

Comenzó a leerlo en su cabeza detalladamente emocionandose más a cada palabra que leía. Decía "¡Nueva exposición de egiptología en el museo Británico! ¡Conoce a el faraón Ahkmenrah a su poderosa y misteriosa tabla! ¡No te lo pierdas! 

Hace poco nuestro famoso museo hizo un intercambio de exhivisiones con un museo de Estados Unidos, y entre las más interesantes y geniales se encuentra la momia del faraón Ahkmenrah y la tabla mítica de Ahkmerah. ¡Es muy emocionante! ¡ Ven con tus amigos y disfruta de esta magnífica exposición."

—¿Y?—preguntó Samuel con voz pícara arqueando una ceja al ver a su hermana leer todo el folleto sin detenerse.

—¡Tengo que ir al museo!

Only in the nightWhere stories live. Discover now