Capítulo 3

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Ese chico era Javier, un compañero de clases que tuvo a hace unos años; poco después dejo de venir y Davo desconoció su paradero, hasta el día que fue al Vecinos y lo volvió a ver. Lo recordaba cómo alguien inmaduro e irresponsable, pero ese día, al fin se encontraba tranquilo en esa caja registradora recogiendo latas y empaquetándolas. Ese día se encontraba triste con la frente abajo, buscando un ángulo para que no se dejara ver; Davo recuerda que no le dijo nada, se acercó a él para darle su propina como debía y, acto siguiente, alzo ese rostro; ese rostro lo había visto antes, pero en un espejo, en su cara, el día que su padre había muerto; ese mismo dolor lo podía sentir Javier.

-¿Es así como se siente David? – le preguntaba moqueando Javier con lágrimas derramándose en las mejillas.

Agarro las bolsas y se marchó sin haber contestado la pregunta.

Llego a casa y al pensar eso en la oscuridad de su cuarto, miro al techo y pensó en su padre.

-Sí, así se siente Javier.

Regreso a la vida real: apenas comenzaba la segunda clase del día que era Historia y todos seguían afuera de sus lugares, parloteando entre ellos sobre la desaparición de Javier.

-Algunos dicen que huyo de casa, claramente por la muerte de su madre – se oían entre voces – Quizás no soportaba más y simplemente... escapo – dijo otra voz

En eso, regresaron los ataque de ansias: el auto hecho trizas; el sonido del volante a todo poder sin detenerse; al agua entrando y...

-Oye – separo las uñas del pupitre y se los metió en el bolsillo. Era Damián – Viejo ¿estás bien? Otra vez tuviste tus ataques de ansiedad.

-Sí, no te preocupes... esto de Javier me recordó el día que perdí a mi padre.

Luego de la hora de charlas, vino el ruido de la puerta cerrada y con ella la maestra de historia, la cual coloco su mochila y todo su equipo como su pantalla pequeña; decía que la clase de hoy era tal tema y que cualquiera que tuviera un libro, lo abriera en la página 15.

-Disculpe señor Heredia, ¿podría traer el multicontacto de dirección? Dígale que va de parte mía.

Davo salió del salón y recorrió el pasillo solitario hacia la puerta de la dirección donde se oían dos adultos platicando. Entro con la licenciada que se establecía como secretaria o administradora de la directora; él le comento que nada más venia por el multicontacto.

-Espera aquí– paso por una puerta y con ella su sombra.

Al lado de donde Davo estaba parado, venia las voces de lo que parcia ser una plática: la directora y el padre del presunto desaparecido hablaban entre ellos buscando una solución que los llevara a descubrir el paradero de su hijo; sin embargo, al ver el rostro del señor tras el vidrio de la ventana se podía leer en su rostro que no llegaban a ningún acuerdo satisfactorio.

En eso, el padre de Javier se levanta de la silla enfrente del escritorio de la directora, y sale por la puerta para marcharse sin decir una palabra más. En esos fragmentos de segundos, las miradas de Davo y el señor, se cruzaron con el fin de que el señor reconociera al joven espectador; no logro nada.

Los Tenis BlancosWhere stories live. Discover now