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Un silencio no podía durar tanto, pero estaban estupefactos, con miles de preguntas cruzando por sus mentes, porque eso no podía ser... No tenía sentido.

– ¿De qué está hablando? – Preguntó Alec con algo de tranquilidad forzada en su voz.

– Sé que esto suena imposible per-

– ¡Porque es imposible! – Le interrumpió Magnus con los nervios encima. – ¿Se está escuchando? Es más creíble que dijera que algo me picó, yo que sé, pero por favor no juegue de esa forma.

– A ver doctor. – Siguió Alec después de suspirar profundamente. – Simplemente no puede saber eso con una inyección que le dio, es ilógico, mi Magnus es hombre y los hombres no se embarazan.

No dejó pasar el "mi" en la frase del compañero del demonik, por lo que dedujo que él era el padre.

El doctor sabía que era un tema que tratar con cuidado; ya que, había escuchado de situaciones así pero nunca creyó en eso, pero ahora que lo había comprobado estaba más que seguro que era real.

– Tu demonik es un hombre, sí, pero es un ser lleno de magia, y por lo que veo ustedes son una pareja llena de amor, así que me atrevo a deducir que han tenido aquellas relaciones que crean a los bebés. – Dijo tranquilamente, obviando los puntos.

Alec carraspeó un poco mientras que Magnus dejó caer la cabeza hacia atrás, derrotado y confundido. Se tomaron de las manos fuertemente y dejaron escapar el aire retenido.

– ¿Puede decirnos cómo supo eso? Quiero decir, necesitamos otra forma para comprobarlo. – Habló Alec con un poco más de convicción.

– He tratado con demoniks, obviamente mujeres, embarazadas, así que le puedo tratar y ver su estado; sin embargo, no sé qué tan delicado sea su caso.

– Necesitamos otra repuesta, por favor. – Pidió Magnus con los ojos cerrados, tratando de respirar tranquilamente.

– Pues hay varias maneras de comprobarlo pero tomarían tiempo, la más básica es esperar a que haya cambios en tu cuerpo o hacerte una ecografía.

– ¿Qué contenía la inyección que me ayudó a volver?

Magnus dudaba de sobremanera lo que decía el hombre que le había ayudado, pero si era cierto, quería saber que no fue inyectado con algo que dañara a su... Bebé.

– Por lo general, a las demoniks embarazadas se les baja la presión y aparte la magia se eleva, por lo que el cuerpo se calienta mucho y hace que entre en un estado de inconsciencia como una autodefensa para cuidar al demonik para no morir; lo que te inyecté era un tipo calmante para nivelar la temperatura, junto con azúcar para que tu presión subiera, si no hubieras despertado sabría que no era cierta mi teoría; ya que, la sustancia solo sirve para los embarazos.

Eso sí tenía lógica.

– Bien... – El moreno escuchó todo atentamente, pero no supo qué más decir.

Unos gritos y fuertes toques en la puerta, resonaron afuera de la pequeña clínica, sacando la tensión que se había generado dentro de ésta.

Izzy, Jace, Clary, todos los chicos que estaban en su viaje, estaban desesperados gritando los nombres de la pareja.

– Jóvenes. – Salió el doctor antes de que destruyeran la entrada de su establecimiento. – Ustedes han de ser los familiares del par de chicos.

– Sí, en cuanto nos enteramos de lo que pasó vinimos corriendo, pero ¿se puede saber qué le pasó a mi hermano y su compañero? ¿Les atacaron? ¿Les lanzaron algo? ¡Diga algo!

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