Se encoge de hombros para quitarle algo de importancia y su mirada se desvía de nuevo a la persona que está al lado de la cámara, indicándole solo con los ojos que ya puede cortar. La imagen se desvanece poco a poco hasta quedar en negro.

Luego, como si estuvieran quitándole la tapa a la cámara, comienza a filtrarse la luz. Los colores se ven lavados y tirando demasiado al blanco mientras el objetivo se adapta al cambio de luz, siguiendo un proceso no muy diferente al de los ojos del ser humano.

Una vez la cámara enfoca y regula el brillo, la imagen se convierte en una carretera residencial. Se escucha el crujir de los zapatos en las piedrecillas sueltas del asfalto mientras dos personas se acercan al exterior de una casa que nunca terminan de enseñar del todo, probablemente para mantener su ubicación en secreto.

Por el borde del encuadre se cuelan las piernas de una persona caminando. La cámara tiembla un poco cuando el operador la alza para mostrar a la persona que lleva delante: Theo James. El británico se frena delante de una puerta verde de metal enmarcada por dos pequeñas columnas de ladrillo que se extienden en forma de muro a lo largo de la propiedad para separarla del resto.

- Estamos fuera de la casa de Beca Mitchell – explica alargando ambos brazos, como si pretendiera abarcar la casa que sigue sin verse –. Hoy comenzamos la producción de su primer disco y vamos a grabar todo el proceso de creación.

Arquea las cejas y sonríe, emocionado. Se gira de nuevo hacia la puerta verde y la empuja para entrar. La cámara vuelve a enfocar al suelo y las puntas de las Adidas blancas del operador mientras sube una serie de escalones de ladrillo.

Vuelven a quedarse parados frente a una puerta, esta vez de madera negra. Hay una aldaba plateada que resplandece bajo la luz del sol de Los Ángeles. La cámara capta la mano de Theo presionando el timbre antes de volver a meterse en los bolsillos traseros de sus vaqueros.

Esperan lo que parece una eternidad hasta que se escucha el clack clack de la cerradura de la puerta al ser descorrida, y el tintineo de las llaves. La puerta se abre y Beca aparece en el otro lado. Al ver a Theo acompañado del cámara, su rostro se transforma en una máscara de sorpresa.

- ¡Tío! – exclama en una queja antes de cerrarles la puerta en las narices –. ¿Qué demonios haces con una cámara? – su voz está amortiguada por la gruesa madera que se interpone entre ellos, pero se puede escuchar a la perfección el gruñido que le acompaña.

- Hoy es el primer día de grabación de tu documental – responde Theo descansando el hombro sobre la pared de ladrillo.

- ¿Qué?

- El documental sobre el proceso de creación de tu disco, Beca – suspira el productor –. ¿Ya se te ha olvidado?

Se hace un largo silencio al otro lado de la puerta.

- ¿Iba en serio? – pregunta finalmente Beca, llena de incredulidad –. Theo, pensé que era una broma, por eso accedí – confiesa.

- Pues iba en serio y ahora tienes que hacerlo.

Se escucha un largo quejido hastiado y otro silencio.

La puerta vuelve a abrirse y deja ver a una derrotada Beca. Va vestida en ropa de andar por casa, una simple camiseta a juego con sus ojos y unos shorts vaqueros. Está descalza y sin maquillar, su azul medianoche tiene ese brillo que delata que todavía no está del todo despierta.

Tiene los hombros hundidos y sus rizos castaños recogidos en un moño descuidado del que se escapan algunos mechones. Cuando ve la sonrisita victoriosa de Theo, sus ojos se entornan en una mirada fulminante que, seis años atrás, habría hecho temblar hasta a la mismísima reina de Inglaterra. Pero ahora, tras años de erosión, solo le hace parecer más adorable.

How would you feel (if I told you I loved you?)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora