Once.

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[ Paso al menos la mitad del día mirándolo. Sé cuánto le incomoda, pero no puedo evitarlo. Son sus ojos, es su boca. Sus dientes perfectamente alineados y blancos. Sus labios regordetes. Sus mejillas sonrosadas cuando me mira.

Recuerdo perfectamente el día que tuvimos "la conversación".
En una pareja normal esto es un paso lógico y, si todo va bien, solo es una confirmación más, pero en cuanto a nosotros... Lo hacemos todo más complicado de lo que es.
]



**



- A ver, yo tampoco estoy acostumbrado a esto, podemos parar aquí.


Raoul frunció el ceño y miro al suelo, apretando un poco los labios.


- Bueno, pues si no lo tienes claro, no pasa nada, seremos amigos y ya. Lo que pasa es que nos costará acostumbrarnos. Al menos a mí. - La cabeza empezaba a darle vueltas. La idea de perder a Agoney era casi impensable. - Pero no me gustaría que dejásemos de... - No sabía cómo explicarse, le faltaba el aire. - De pasar tiempo juntos.

- Ya, pero no se si sería lo mejor en nuestro caso. - El moreno simplemente se tocaba las manos, estirándose los dedos como si se los pudiese quitar allí mismo.

- ¿Estás incómodo conmigo? ¿Es eso?


El canario no comprendió la última pregunta. ¿Cómo podía pensar ese chico que podía incomodarle lo más mínimo? Incómodo era cuando no estaban juntos. Cuando se sentaba a la otra punta del bus en la gira. Cuando lo veía alejarse en dirección contraria.


- Creo que estás confundido.

- ¿Yo? Yo lo tengo todo muy claro Mickey.


Aquello sorprendió al de pelo negro, haciendo que girase por fin la cabeza para ver la cara de su chico, que ahora estaba entre sus manos, apoyando los codos en las rodillas, rojo como un tomate.



- Mi vida, ¿estás bien?


- Es que no entiendo por qué tenemos que dejarlo estar.


- Pensé que sería más fácil. Antes de que...


- ¿Antes de qué, Ago? ¿Antes de que me enamore de ti?


El joven tenía los ojos rojos y clavaba su mirada color tierra en la pupila profunda de Agoney, quien ahora lo miraba con los ojos abiertos y cejas levantadas.

No había caído en ese punto. Se dio cuenta desde el primer día, pero en ese momento no veía futuro en esa relación. Entonces salieron de aquellas paredes, se encontraron libres y se completaron más de lo que lo hacían delante de cámaras.


Sabía que lo quería muchísimo, pero nunca había pensado que era el amor de su vida, sinceramente. Simplemente, se sabía atado a él. No se imaginaba un futuro sin él. Ni cercano, ni a largo plazo.

Pero un día cualquiera, cuando estaban merendando cualquier cosa en una cafetería de Barcelona, se le reveló la verdad más absoluta de su corta vida. Y eso quería contarle.


- Raoul, creo que, llegados a este punto, tienes que saber algo.

- Dime. - El rubio se temía lo peor, y sin embargo, decidió escuchar al otro.

1; 22 - [RAGONEY]Where stories live. Discover now