¿Qué demonios? Goku parpadeó mientras leía un correo, olvidando las protestas de su hermana.

Su nombre es Goku, un amante extraordinario que puede quemar mis sábanas cuando quiera…

–¿Ocurre algo?

–¿Qué? – el rubio apartó los ojos del móvil un momento para mirar a Mai–. No es nada –aclaró luego. Nada que quisiera compartir con su hermana pequeña, que siempre lo criticaba por ser demasiado conservador.

Mi tanga de piel de serpiente se derretía bajo el calor de sus manos, y cuando separó mis muslos…

«Guau».

El de ojos esmeraldas tomó un largo trago, pero el líquido no consiguió calmarle.

–¿Malas noticias?

–No exactamente… –respondió él.

–Como te decía, he estado pensando y…

–Lo siento, Mai, voy a tener que solucionar un pequeño problema –la interrumpió–. Hablaremos más tarde ¿de acuerdo?

Se dirigió al estudio y encendió la laptop, martilleando con los dedos sobre el escritorio mientras esperaba, el archivo adjunto tenía la fecha de aquel mismo día, y ninguna referencia a Lyn. Cuando lo abrió, en la pantalla apareció un texto sobre fondo rosa. Salvaje, erótico. Goku tuvo que esbozar una sonrisa, cuanto más leía, más ardiente se volvía el texto y más lo excitaba; tanto que tuvo que moverse para controlar la presión bajo los pantalones, la escena era tan vívida que casi podía sentir la suavidad de sus muslos, el pezón duro contra la palma de su mano, el ardiente calor mientras se enterraba en ella.

Cuando terminó de leer no tenía sangre en la parte superior del cuerpo y se echó hacia atrás, sacudiendo la cabeza para borrar las imágenes, no sabía que unas simples palabras pudiesen excitar tanto a un hombre.

Milk Ox.

No recordaba el nombre, pero él tenía mala memoria para las mujeres.

«Tanga de piel de serpiente».

Él sonrió. ¿Era anatómicamente posible? Desde luego, estaba dispuesto a probar si tenía ocasión.

Milk Ox debía haber adjuntado el documento equivocado, pero eso no evitó que lo imprimiera. ¿Debería ignorarla al día siguiente? ¿Mencionárselo? ¿Tentarla para ver su reacción? Lo había enviado media hora antes. ¿Estaría en la cama? ¿Con el tanga de piel de serpiente? El deseo le nubló la vista.

«Tranquilo», se ordenó. ¿Sería una trampa? Tal vez su intención era excitarlo. ¿Y si quería seducirlo? ¿Buscaba un puesto permanente en la empresa? Igual de desagradable era pensar que se sentía atraída por su dinero.

La impresora escupió la primera página y fue entonces cuando se fijó en una nota a pie de página: «diario de sueños».

Un sueño.

Goku volvió a sonreír, muy bien, eso tenía más sentido. Era la fantasía de una mujer y él había sido el amante imaginario. ¿Cómo sería esa mujer? Melena rubia despeinada, boca perversa, unos pechos hinchados de grandes pezones rosados, sexy, ligera y espontánea.

Milk.

Sin dejar de sonreír, se guardó las ardientes páginas en el bolsillo de la chaqueta. Estaba deseando que llegara el día siguiente.

~♡~

Desde el coche, la azabache miraba el alto edificio con fachada de cristal que parecía un gigante de poder y autoridad a primera hora de la mañana; las oficinas de Inversiones G. Son ocupaban las dos últimas plantas. Pensar en lo que tenía que hacer hacía que el corazón le latiese como si fuera a salírsele del pecho.

«Por favor, que no esté en la oficina».

Había mirado su agenda el día anterior y sabía que tenía una reunión a primera hora en la capital sur, a media hora de allí, no llegaría a la oficina hasta las diez.

Aunque eso no significaba nada, en su experiencia, los jefes nunca hacían lo que se esperaba de ellos de modo que respiró profundamente, intentando calmarse. Tomó el bolso y salió del coche, se pasó una mano por la discreta falda beige y se dirigió a la puerta del edificio.

Milk se miró el reloj: las siete menos dos minutos. No había pegado ojo esa noche, temiendo la reacción de Goku Son si leía el correo antes de que ella tuviese oportunidad de borrarlo, si no lo había leído desde su casa, claro.

Milk apretó el paso, con el estómago encogido, le dio los buenos días al guardia de seguridad y se dirigió a los ascensores un momento después llegaba a la recepción de Inversiones G. Son. No había nadie todavía, la oficina estaba tan silenciosa que podía escuchar el ruido del mar al otro lado de la ventana y el eco culpable de su pulso.

La tarjeta que tenía le daba acceso al sistema del jefe, y allí estaba la laptop de Goku Son. Esperó, nerviosa, hasta que se iluminó la pantalla, pero le temblaban tanto las piernas que decidió sentarse, escribió la contraseña que Bulma le había dado, abrió el correo sin apenas respirar y buscó entre los mensajes, allí estaba su correo, marcado como «no leído».

Un sonido, parte sollozo, parte risa histérica, le escapó de la garganta mientras lo borraba de la bandeja de entrada y de la papelera. Hecho.

Lo único que tenía que hacer era volver a su escritorio y nadie sabría nunca…

–Buenos días.

La ronca voz masculina hizo que se levantase de un salto, no sabía qué decir, ni siquiera se le ocurrió darle los buenos días, un par de enigmáticos ojos verde esmeraldas la estudiaban mientras ella intentaba salir de su estupor.

–La señorita Ox, supongo.

Las Fantasías De Milk 《GoChi》(Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora