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Sujetada a su pasado, encerrada en su destino, abrasada por la culpa y atormentada por sus recuerdos y desgarradores momentos que le rompían la piel, que aún rondaban en su presente y que le llenaban la mente de dolor, mientras arrastraba tales pesadas cadenas, amarradas a su cuerpo. Ella sabía de la existencia de una solución, de una salida que la desataría hacia la libertad que deseaba tener, pero que siempre le había pertenecido: una puerta, de cristal fino y brillante, arrastró sus recuerdos durante días y días sin descansar, sin embargo, tenía que encontrar la puerta que la salvaría de aquella habitación en la que se hallaba cautivada.
