Ya llevábamos una semana de conocernos con Debby, y podía admitir que era una chica demasiado humilde y de perfil bajo: no se metía con nadie, y evitaba a toda costa a los más populares, o directamente a Kev. Este último venía molestando a Debby: la mirada, le hablaba y hasta la tocaba. No de ese modo, pero sí le tocaba el hombro o el cuello. Cada vez que lo hacía, unas inmensas ganas de golpearlo me recorría el cuerpo.
—...Y entonces lo tomé del cuello de su camisa y lo estampé contra la pared. No tenía planeado ser tan agresiva, pero ese chico se lo merecía —sus ojos me miraban con atención, viendo si yo en algún momento me aburría.
»Disculpa si te aburrí, no era mi intención —se disculpó, mientras sus mejillas enrojecían, y adoptó una pose tímida.
Acá el que tendría que encogerse por timidez debería ser yo, no ella. Y aún así, no decía nada, ya veníamos bien como para pelear por esta tontería.
—Yo nunca he dicho que me aburría, Debby.
Ella alzó sus cejas, para luego relajar su semblante. Estaba notablemente a gusto. Sonrió, mientras me agradecía efusivamente.
—Bueno, deja de agradecer, me estás aturdiendo.
Lo dije de verdad, aunque intenté ponerle un poco de humor a mis palabras.
No funcionó.
Sonó tan tajante que hasta a mí me dolió, me dio pena. ¿Se habrá enojado? Yo lo haría.
Suspiró sin desearlo, y trató de sonreírme, como una vez lo hizo Megan, esa sonrisa de decepción mezclada con frustración.
¿Qué le dirían a un chico que tiene Asperger? "Bueno, estás enfermo, por esta vez te lo dejo pasar". No, me negaba a que me dijesen eso.
—Tengo que contarte algo. No quiero asustarte con mis cambios, así que te lo diré —Debby prestó total atención, cambiando su mueca a una resplandeciente sonrisa—. Yo tengo una enfermedad, se llama-
—Asperger —completó ella por mí—, sí me lo ha dicho Megan.
De estar tranquilo pasé a ser una furia. No me contuve, jamás lo hice. Ahora menos.
Golpeé la pared de ladrillos con el puño cerrado de la mano, le pegué repetidas patadas a la puerta de uno de los salones al lado nuestro, rajándola levemente. No sentía dolor, en realidad ya no lo sentía.
—Nilon, detente.
Seguía golpeando la puerta, ahora con la mano. Ya no me detendría nadie, ya podría romper algo sin sentirme culpable.
—Nilon, te lastimas. —La dulce voz de Debby sonaba distorsionada, lejana.
La puerta comenzó a romperse ahí en donde mi puño golpeaba. Me sentía satisfecho: al fin hacía algo que anhelaba.
YOU ARE READING
Quédate a mi lado
Teen Fiction"Ella era ese punto medio entre el amor más grande que había tenido y el dolor más intenso que nunca me habían causado." ---------------- Obra escrita únicamente para el concurso "Lazo de Colores", de @ClubDeLosPerdidos. Obra ganadora del 1er puesto...