Una vez limpio y vestido salió de aquel hotel, directo a la empresa donde trabajaba, para esto solo requería hacer un cambio de corbata y todos pensarían que es un nuevo día para él, a veces sus encuentros no le daban tiempo en la mañana de regresar a su departamento a cambiarse de traje para asistir a la oficina al día siguiente. Solo esta vez.
Ay, te aviso y te anuncio que hoy renuncio
A tus negocios sucios...
-Hey Antoshka!- Apenas se había bajado del auto y como siempre su amigo ya estaba ahí para dedicarle el primer saludo de la mañana.
-James ¿Cómo estás?- Una débil sonrisa curveo en sus labios, no era que no le gustara ver al hombre, al contrario, era un gran amigo y en parte le apenaba que solo pudiera sentir eso, aun sabiendo lo que el mayor sentía por él.
Ya sabes que estoy de ti vacunada
A prueba de patadas...
-Bien pero... Tú...-
-Lo se...-
-Tony... Creí que lo dejarías...-
-También yo pero...-
-Él es una mierda, y mira que lo digo yo que soy su secretario... Desde hace años...-
-Bucky...- Aquel reproche lastimero no le gustaba nada al otro, menos usando el apodo que cariñosamente le había inventado.
Por ti me quedé como Mona Lisa
Sin llanto y sin sonrisa...
-My Kotenok... Strange no te ama...- Dijo por millonésima vez, acostarte con tu jefe era un cliché enorme, pero que la persona que amas sea su amante es una patada en los bajos.
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James Barnes era el secretario del Doctor Stephen Strange, el director general de una de las empresas de farmacéuticos más grande en el mundo; Novartis. Como tal, James sabía que su jefe era un mujeriego de primera, donde incluso el mismo le arreglaba sus encuentros con la golfa de turno, pero jamás imagino que un día caería del cielo aquel dulce ángel castaño con personalidad de diablillo que lo tendría estúpidamente enamorado. Anthony Stark era el publicista más joven que había entrado a la empresa, hace ya 2 años, y como tal cayo en los encantos de Strange quien no tardo en aprovecharse de aquello, hasta ahora.
Que el cielo y tu madre cuiden de ti
Me voy, será mejor así...
-Lo se...- No supo que pasaba consigo mismo, solo que una fuerza de rabia en aquellas palabras lo hizo caminar rápidamente dentro de la empresa.
