-Te amo.- Interrumpió mis pensamientos para dar inicio a nuevos con esa frase. ¿Qué era el amor? Definitivamente podría describirlo como despertar y ver su cabello alborotado teniendo una pelea con la almohada, también como lavar mis dientes y contemplar como su cepillo esperaba paciente a que terminara y colocara el mío a un lado. Compartir juntos el desayuno con un café y chocolate caliente servidos en unas tazas a juego que Jimin compró por Internet. Teñirle el cabello de colores chillantes y terminar con las manos de ese color por una semana entera pues los guantes me causaban irritación también podría ser la descripción perfecta.

En resumidas cuentas, el amor para mi era Jimin. Siempre él, sólo él. Era mi adoración. Mi lobo y yo estuvimos de acuerdo esa noche en que nosotros también le amábamos probablemente como jamás lo volveríamos a hacer.

-Yo también te amo.- Pronuncié apretándole más a mi cuerpo, impidiendo que escapase incluso si él no tenía intenciones de hacerlo. Dándole nuevamente sentido a las palabras que olvidé no por costumbre sino porque creí que era demasiado claro para Jimin. Besé su cuello y me froté contra él impregnándome de su aroma, le repetí un millón de veces más esas dos palabras que significaban tanto y continué mi andar hacía dentro de nuestro cálido hogar que habíamos logrado construir moralmente con tanto esfuerzo y dedicación. Pasando hambre y sueño, trabajando turnos extra e incluso teniendo más de dos trabajos durante los siete días de la semana. Hogar en el que después de dos años de mucho anhelo por fin habíamos logrado desempacar la última caja de la mudanza. Hogar en el que las risas nunca faltaban y la calma se adueñaba de nuestros corazones. Hogar donde el gato recién adoptado de Jimin dormía plácidamente todas las noches a los pies de la cama. Hogar qué, para llegar a él, era necesario utilizar un elevador que poco servía, dejándonos atrapados por más de tres horas en más de una ocasión. Hogar en el que el jardín daba al departamento de un viejo senil y gruñón -qué además era homofóbico- que nos amenazaba con echarnos del edificio cada que nos tocaba la ronda del mantenimiento del área verde. Hogar que era imperfecto pero para nosotros era más que perfecto pues lo habíamos conseguido juntos. Siempre juntos.

Me sonrió como tantas veces lo había hecho antes consiguiendo enamorarme aún más, lo cual creí imposible. Besó mis labios con los suyos que eran tan esponjosos y suaves, aquellos que me permitían conocer su estado de ánimo con sólo observarlos. Aquellos que me habían causando tanto placer en más de un sentido, los que jamás me cansaría de besar por más tiempo que pasase.

-Perdóname por ser un idiota.- Mascullé mientras presionaba el botón del elevador y las puertas se cerraban atrapándonos momentáneamente en ese reducido espacio, pidiendo a cualquier dios que se dignase a escucharme que me permitiera llegar sin contratiempos a nuestro departamento para poder recostarle sobre nuestro mullido colchón y permitirle descansar todo lo que en la semana no pudo.

-Eres mi idiota.- Se aferró más mi cuerpo y besó mi cuello repetidas veces, chocando apenas sus labios con él.

Las puertas del ascensor se abrieron en nuestro piso y con paso lento le llevé. Mis brazos comenzaban a entumirse pero me importaba poco. Por él podía fingir ser el alfa más fuerte del mundo si me lo pedía.

Sin embargo, yo no lo era.

No era un alfa fuerte, ni siquiera mi lado humano era fuerte.

Me lamentaba día con día por la falta de mi omega y rogaba a todo lo místico por qué mi ciclo de vida terminara de una vez por todas.

Jimin se convirtió en mi talón de Aquiles.

Pude ser capaz de vencer cualquier cosa en el mundo... pero él ya no sujetaba más mi mano.

Tal vez mi problema fue creer que realmente podría ser feliz -como en los cuentos de hadas que relatan a los cachorros antes de dormir- para siempre.

-Te extraño tanto... ya no sé qué hacer.- Murmuré mientras las gotas provenientes de la regadera golpeaban mi cabello y le enjuagaban del champú. Mientras esas mismas gotas camuflaban las lagrimas que se ponían renuentes ante la idea de parar.

No tenía idea de que alguien pudiese llorar tanto.

No tenía idea de que alguien pudiese sufrir tanto.

☕

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
I don't like cats ‹ ✨ Yoonmin ✨ › ×Omegaverse×Where stories live. Discover now