Parte IX

29 4 0
                                    

Siempre va a peor. Porque, de un momento a otro y sin que lo veas venir, te va a visitar un jinete del apocalipsis. Vendrá uno detrás de otro y la catástrofe no hará sino agravarse sin cesar. Mientras te preguntas qué has hecho para merecerlo e intentas hacer algo al respecto, te darás cuenta de que la esperanza y el optimismo son tan útiles contra el infortunio como un hielo en el abrasador desierto. Y la resiliencia será el único medio de obtener falsas treguas, pero nunca hay un fin. Simplemente, la vida se acaba: game over.

 Simplemente, la vida se acaba: game over

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

A estas alturas ya espero cualquier cosa. Y por más que aborrezca aceptarlo, realmente no hay nada significativo que yo pueda hacer. Soy incapaz de detener un cohete de esas magnitudes, su tecnología ha avanzado demasiado como para que incluso en Uxon puedan protegerse de su fuerza y efectos. Aquí dicen tener un plan misteriosamente milagroso, de perdidos al río. Por eso me han dejado a cargo de proteger la catedral, una tarea que estoy averiguando cómo desempeñar. De momento parezco una amante de las piedras, tocándolas y acariciandolas, concentrándome para crear un capa protectora. Se supone que con el gusanobot mis habilidades inmunes y de protección pueden alcanzar su máximo potencial. Lo más que consigo es tener pequeños recuerdos de todo lo que ha estado pasando, llegando a la conclusión de que todo es demasiado obvio como para que tenga sentido y, sin embargo, es la realidad.

Sigo intentando proteger la histórica edificación como hice con las naves, siendo consciente de que fue gracias a ti, Johnny. Tu confianza significó todo, porque no sólo tenías fe en mi, estabas seguro de que yo era capaz de hacer mucho más. Contigo había dejado de sentirme anulada, no obstante aquí han conseguido que ese sentimiento regrese.

Vuelvo la vista, permitiendo a mis ojos ascender y descender por la estructura interna de la catedral. Claramente, una de las columnas funciona como principal sostén y la alegría de descubrirlo sacude mi cuerpo con por medio de un repentino subidón de energía. Reconozco este cosquilleo. Solo tengo que relajarme, apoyada en la pared, dejando que mi organismo se ocupe de todo. La liberación y el alivio son tan grandes que me extasian y aceleran el proceso. Además, el resultado es hermoso. La piedra, el mármol, el hierro y la madera resplandecen tan pronto como los recubre una finísima capa de mi protección, miles de pequeños brillos multicolor.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
PROVECTUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora