Día 1: Vacaciones

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Lo que Jeffrey no le había tenido que decir porque él ya lo sabía es que realmente le daban aquel permiso con todo pagado porque los compañeros de la estación de policía estaban rebeldes con Connor y con él mismo. Sobre todo el puto Gavin de los huevos. Habían tenido varios problemas y momentos tensos, y estaba todo el mundo con los nervios de punta. Suponía que tratarían de instalar la calma y educar a los humanos que trabajaban con Connor para empezar a transitar desde un universo donde los androides no eran más que objetos para el placer de los humanos a uno donde estos mismos objetos tenían voz y voto.

Connor guardó silencio. Sabía a lo que se refería el teniente Hank, ya que le habían estado pasando algunos altercados en el que ahora era su "trabajo". Había decidido seguir con Hank, a pesar de la oferta de Markus de unirse a ellos en la lucha que todavía quedaba para conquistar la igualdad de derechos. Todos los androides divergentes se habían ido a vivir a viviendas habilitadas por el gobierno para albergar a todas esas nuevas formas de vida con todos los derechos garantizados. Hank le había ofrecido techo mientras encontraba algo para independizarse sin problemas por ser androide y él había aceptado; lo que no había imaginado es que sus compañeros de la estación de policía se tomaran tan mal su vuelta. Aunque sí lo esperaba de Gavin, sobre todo porque lo había noqueado la última vez que lo había visto.

Se quedaron allí en silencio, procesando ambos todos los cambios que suponía para cada uno un viaje no planeado a Hawái. Connor ni siquiera tenía maleta para llevar equipaje... aunque si lo pensaba bien, tampoco tenía nada que llevar ya que los androides antes no necesitaban poseer nada. Hank se puso en busca de una guardería perruna de confianza en el ordenador mientras Connor seguía ensimismado en sus propias preocupaciones. Hank lo miraba por el rabillo del ojo, viendo como el LED del androide se tornaba en rojo.

Sabía que estaba preocupado y no lo había visto así anteriormente, no por algo tan sencillo como un viaje improvisado, pero su cara era imperturbable. Se puso en su lugar y pensó que lo mejor era dejarlo tranquilo con sus pensamientos, así que siguió buscando información hasta que consiguió el número de teléfono de un profesional que cuidaba perros a buen precio.

— Hoy vamos a comprar ropa... —dejó caer mientras cogía el móvil y se lo pegaba a la oreja para comunicarse con Lovely Puppys—. ¿Sí? Llamaba para preguntar presupuesto para...

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Se bajaron del taxi y recogieron las maletas de la parte de atrás del coche, tanto Hank como Connor llevaban un look veraniego que contrarrestaba con el resto de la población de Detroit, por lo que algunas personas giraban la cabeza para mirarlos cuando entraron al aeropuerto de Detroit, situado a las afueras de la ciudad. 

Las maletas tenían unas ruedecillas que hacían diferentes ruidos dependiendo por el tipo de suelo por el que pasaban, y Connor se encontraba concentrado en seguir una secuencia de ruidos similares cuando Hank le indicó que tenían que desviarse al mostrador de la agencia del avión para enseñar los billetes. Connor obedeció en silencio, mirando todo a su alrededor con mucha curiosidad.

Analizaba a cada persona que veía, sobre todo preocupado de aquellos que tenían antecedentes penales.

— Teniente, ¿sabía que los aeropuertos son una de las zonas más vulnerables para atentados terroristas? Todo está informatizado y, le aseguro, es muy fácil de hackear –comentaba mirando las cámaras de seguridad, analizando las conexiones wifi que rodeaban de forma invisible a la gente que andaba de un lado a otro. Se le ocurrían mil maneras de intentar hackear el sistema.

— Por dios Santo, Connor, cállate... —masculló Hank al llegar al mostrador—. Buenos días, tenemos un vuelo destino a Hawái a las 10:55. Aquí tiene nuestros billetes –Le ofreció los billetes digitales a la azafata tras el mostrador.

El primer verano de Connor [Connor X Hank]Where stories live. Discover now