• C I N C O •

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-¿Tequila? -preguntó a su amigo mirando la lista de tragos una vez que llegaron a la barra-. ¿Ron y coca cola? ¿Whisky?

-Pide lo que quieras, es gratis -respondió Bambam encogiéndose de hombros-. Creo que tomaré ron.

-¡Ponte dos vasos de ron y coca cola! -ordenó Youngjae en un grito al chico de la barra, un poco demasiado alterado-. Ah, sí, por favor.

En cuanto el barman comenzó a servir sus bebidas, sintió a Bambam gritándole en el oído que su amigo había llegado y que iría a buscarlo a la puerta, y antes de que Youngjae siquiera reaccionara y pudiera responder algo, el peligris ya se había dado media vuelta y había desaparecido entre el gentío. Youngjae no había comprendido nada porque seguía aturdido por lo que había imaginado, pero se encogió de hombros y recibió los dos vasos de ron por su cuenta, decidido a tomarse ambos a modo de protesta por haber sido abandonado así. Se apresuró en beber el suyo porque confiaba en que Bambam regresaría pronto con su amigo y si era así no podría terminarse también el ajeno, así que hizo un esfuerzo y tomó todo el contenido del vaso de medio litro en dos sorbos muy largos, tratando de ignorar el ardor en la garganta en el proceso sin éxito. Hizo una mueca de disgusto al sentir el sabor amargo del alcohol, recordando por unos escasos segundos que ni siquiera le gustaba el ron porque era demasiado fuerte, pero tampoco le dio mucha importancia pues dejó el vaso vacío sobre la barra y tomó el que estaba lleno para tomarlo con la misma rapidez que el anterior, el asunto de Jaebum olvidado momentáneamente. Cuando depositó el otro vaso también sobre la madera, la situación se le hizo demasiado cómica y comenzó a reírse como un loco, ¡pero era porque el ron no sabía tan feo como pensaba segundos atrás! Ese segundo trago tenía mucho mejor sabor que el primero, y eso lo llevó a pensar que tal vez cuantos más probara, más ricos serían, así que rápidamente pidió un tercero. Lo bebió con ganas, esperanzado por comprobar su teoría, y sonrió cuando lo terminó porque ya ni siquiera sintió escozor al tragar. Trató de acercarse más a la barra para llamar la atención del chico y así pedir un cuarto trago, pero se sintió mareado de repente al punto de perder el equilibrio y tropezarse. Se hubiera caído de no haber sido porque justo a tiempo una mano lo sujetó del brazo con fuerza y lo hizo incorporarse.

-Basta -le ordenaron al oído-. Has bebido demasiado.

No hacía falta que se diera la vuelta para ver quién era, lo supo de inmediato. El tacto ya familiar, la voz media rasposa, el aliento con sabor a menta, el perfume mezcla de colonia y talco, el escalofrío que lo recorrió entero y le erizó el cabello en cuanto lo reconoció... Youngjae no estaba loco y no había alucinado antes, porque allí parado detrás de él se encontraba el mismísimo y verdadero Im Jaebum. Tembloroso, tambaleándose sobre su propio cuerpo, giró la cabeza para encontrarse cara a cara con su cuñado, quien lo miraba con el ceño fruncido. Ignoró el reproche en su mirada y lo miró con los ojos  vidriosos esbozando una sonrisa enorme porque se sentía auténticamente feliz de verlo después de una semana entera pensando en él. Aún así, necesitaba asegurarse de que era real, por lo que llevó una mano a su rostro y le acarició la mejilla suavemente. El mayor lo miró alzando una ceja, inquisitivo, pero Youngjae no se inmutó y siguió con su comprobación: llevó la otra mano también a su rostro y comenzó a presionarlo un poco hasta abultarle los labios, examinando con detenimiento cada detalle, asintiendo con la cabeza mientras lo hacía.

-¿Qué estás haciendo? -preguntó Jaebum con una mueca que hizo a Youngjae carcajearse.

-¿Quién es tu artista favorito? -le gritó sin soltarlo luego de que se le ocurriera la idea-. Eso sólo el verdadero Jaebum lo sabe.

-Musiq Soulchild -respondió el mayor, tomándolo delicadamente de las muñecas y obligándolo a soltarle-. ¿Dónde se fue tu amigo? ¿Te dejó solo?

Youngjae se encogió exageradamente de hombros como respuesta, sin cuestionarse cómo era que Jaebum sabía que estaba con un amigo porque en ese momento el mayor podría decirle que tenía un unicornio en casa y lo aceptaría naturalmente. Jaebum puso los ojos en blanco pero no dijo nada, aparentemente ya había perdido el interés pues se puso a hablar con el barman de nuevo, y de haber estado pensando Youngjae habría supuesto que se conocían. Sin embargo, no estaba pensando, por eso simplemente se quedó parado ahí, tambaleante, mirando fijo al chico mientras se mordía el labio sin pudor alguno, la palabra disimulo olvidada por completo. Jaebum se veía demasiado bien esa noche con un pantalón negro ajustado y una remera holgada del mismo tono resaltando su piel, y sin la parte racional de su cerebro funcionando, el pelimarron no veía motivos para privarse de tan buenas vistas. Recorrió el cuerpo entero del mayor comiéndoselo con la mirada, recordando todas las veces que se había masturbado en su nombre esa semana y sintiendo frustración por tener que conformarse con la imaginación cuando su hermana podía tener al Jaebum de carne y hueso en su cama. No era justo para nada, él también quería tener a Jaebum en la cama, quería que el mayor lo tocase y lo follase y le hiciera cualquier cosa que quisiera hacerle, tal como lo tenía Mijeon.

Youngjae ya ni siquiera sabía qué rayos sentía por Jaebum, lo único que sabía en ese preciso instante era que lo deseaba tanto que dolía. Literalmente, dolía. La erección que comenzaba a presionarse contra el pantalón le dolía, llevaba semanas doliendo. Tampoco sabía qué pasaba por la mente de Jaebum, el mayor le parecía una especie de acertijo indescifrable, un puzzle imposible de resolver, un rompecabezas al que le faltaba una pieza y no podía armar. Su hermana le había dicho "le caes bien, le causas ternura", pero ese sujeto que estaba parado al lado de él, ignorándolo mientras bebía ese trago azul que el tipo de la barra le había dado, no parecía simpatizar mucho con Youngjae. En su mente desordenada, Youngjae se sintió celoso, muy celoso. ¡Jaebum tendría que estar mirándolo a él, hablándole a él, tocándolo a él! Si le había frotado crema en el pecho, se imaginaba que Jaebum podría hacer también otras cosas con él si se lo pedía, o si se daba la oportunidad. Así fue que, ¿por qué no lo hacía?

Sin darse cuenta estaba acercandose lentamente hacia el más alto, atraído por ese imán invisible que parecía tener hecho especialmente para él, buscando inconscientemente acercarse y lograr su objetivo. No fue hasta que quedó prácticamente pegado a su cuerpo que se dio cuenta de lo que estaba haciendo, justo en cuanto Jaebum se volteó a mirarlo para encontrarlo literalmente encima. Pero en ese momento no estaba pensando con claridad (porque no estaba pensando en absoluto con la cabeza de arriba, sus hormonas habían tomado el control); no se sonrojó ni tartamudeó disculpas como normalmente haría en cuanto tuvo la mirada intrigada de Jaebum sobre él, sino que sonrió de nuevo, dispuesto a llegar hasta el final. Jaebum no lo había empujado ni lo había mirado mal, en realidad, hasta parecía estar ligeramente divertido por el estado en el que se encontraba el menor a juzgar por el fantasma de una sonrisa que amenazaba con aparecer en sus labios... y Youngjae interpretó esa actitud como una luz verde para avanzar.

-¿Qué te pasa? -cuestionó el mayor con comicidad-. ¿Qué quieres?

-Te quiero a ti.

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• Don't Tell Noona... | 2jae •Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ