XII. ¿Crees en los rumores?

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—Auch —gruñí y me quejé tomando mi cabeza—. Auch, duele.

Levanté mi cabeza y vi a Peter durmiendo en el suelo. Se nota que se había caído, pero estaba plácidamente encima de mi alfombra.

—Princesa —lo moví con el pie—. Oye, despierta.

—Solo cinco minu... —y se quedó dormido. Otra vez.

Me levanté perezosamente y me senté encima de él.

—Princesa... —lo moví—. Peter...

—Ann, déjame dormir —dijo con el rostro pegado al piso.

Me levanté y fui a buscar un vaso con agua. Cuando entré a mi habitación otra vez Peter estaba hecho un ovillo.

—Peter... ¿Te vas a levantar?

—Ño —dijo con voz de niño pequeño.

Y le tiré el agua encima pero no se movió.

—Gracias, Ann —dijo sarcásticamente—. La verdad es que hace bastante calor —se acomodó en el suelo.

Solté un leve gruñido y decidí usar medidas drásticas. Caminé hacia la cocina y saqué un hielo de la nevera. Subí las escaleras y cuando llegué a mi habitación me senté encima del trasero de Peter.

—¿No vas a levantarte?

—Ño.

Pasé el cubito de hielo por toda su espalda y cuando se sobresaltó por el frío del cubito, se paró tan bruscamente que caí sobre mi trasero, y mientras él hacía una danza extraña, se resbaló con el charco de agua.

—¿Ann... qué...? —Alex estaba viéndonos desde la entrada de mi habitación.

—Buenos días, hermanito —me levanté y besé su mejilla.

—¿Por qué Peter está haciéndole un baile a la pachamama? —lo apuntó con una ceja alzada.

—Hay cosas en esta vida que uno no puede explicar —palmeé su hombro y señalé a Peter—. Esa es una de ellas.

—¿Qué le hiciste, pequeña demonio? —se cruzó de brazos y me miró con un tono paternal. Me dio escalofríos.

Se parecía mucho a papá.

—Buenos días, Peter —le dijo Alex.

—Hola, Rosm... —Alex lo fulminó con la mirada—... Alex.

—¿Ayer hablaste con April? —me preguntó Alex.

—¿Te gusta la pequeña April? —preguntó Peter moviendo las cejas.

Alex rodó los ojos.

—¡Te gusta! —lo apuntó.

Alex se sonrojó.

—¡Te gus...!

—Ya cierra la boca —lo fulminó con la mirada—. ¿O quieres que te la cierre yo?

—¿A besos?

—Peter, ¿qué...?

—Mis labios te desean y yo se que los tuyos también lo hacen.

—¿Qué?

—¡Confesemos nuestro amor!

—Ustedes en definitiva son gays —fui ignorada.

—Tú solamente te pones así cuando... —comenzó Alex.

—Calla —lo interrumpió Peter.

—Oh, por Dios —dramatizo Alex—. ¿Cuántos días llevas?

Déjame con mi Orgullo [DISPONIBLE TAMBIÉN EN FÍSICO]Where stories live. Discover now