Amnesia || Luke Hemmings.

Capítulo 1.

La gravedad se volvió algo insignificante en el momento en que su cuerpo se elevó y giró en aquel hermoso paso de baile para después caer con un golpe seco seguido de un pequeño traspiés. Bufó frustrada y desató su cabello arrojando la goma elástica con furia al suelo.

- No deberías exigirte tanto, ¿sabes?- Escuchó la voz de una de sus compañeras de baile, Kaylee, la cual acababa de salir del vestidor tras quitarse la ropa con la que había estado bailando toda la tarde-. Las pruebas no son hasta dentro de dos meses, tienes tiempo de sobra. 

- Y si no entreno lo suficiente, alguien se llevará mi puesto, ¿y entonces qué ocurrirá? Que mi esfuerzo no habrá valido nada.

Suspiró sentándose unos momentos en el suelo para reponer fuerzas y poder seguir ensayando a pesar de que podía ver el cielo oscurecerse a través de las altas ventanas del estudio de baile. La Escuela de Danza Superior de Londres no aceptaba a cualquier persona, y probablemente tendría que competir contra cientos de personas en las pruebas para conseguir una plaza. 

Por no decir que además, si no conseguía una plaza, tendría que volver a Australia y esos dos años no habrían servido de absolutamente nada.

- Deberías despejarte un poco, salir más. ¿Cuándo fue la última vez que de verdad hiciste algo divertido?- Kaylee le caía bien, de verdad; pero no llegaba a entender lo mucho que significaba la danza para Dianna. 

- El baile me divierte- Dijo en su propia defensa. 

- Se convierte en una obsesión si dejas de lado otras cosas por ello, y eso no es nada divertido- Kaylee se acercó a ella nada más le contestó con un bufido, tendiéndole una mano-. Voy a ir con unos amigos a un club que hay por aquí cerca mañana por la noche, ¿por qué no vienes? Es viernes y no me digas que al día siguiente piensas levantarte pronto para ensayar porque no acepto un no por respuesta.

Lo pensó durante unos momentos, tenía dieciocho años y se pasaba la vida en el estudio de baile ensayando o estudiando para entrar a la universidad en caso de que su carrera como bailarina se torciese y acabase en el olvido.

- Está bien- Aceptó tomando la mano de Kaylee y levantándose del suelo-. Pero si detecto un mínimo de alcohol en mi bebida pienso patearte ese culo de Nancy que tienes hasta que no seas capaz de bailar.

La voz de Kaylee alcanzó una frecuencia más allá de la que podía soportar el oído humano cuando soltó un pequeño y emocionado grito y la abrazó a pesar de que estaba completamente sudada y ella lucía como recién salida de la preparación para la alfombra roja.

A los pocos minutos de abrazarla la soltó y se dio la vuelta rápidamente para salir del estudio de baile ondeando sus rizos pelirrojos a su espalda. Dianna decidió convencerse de que había ensayado lo suficiente ese día, por lo que recogiendo sus cosas se dirigió hacia las duchas dando por finalizada la sesión de danza.

Porque quizá otros pensarían que exageraba demasiado y que estaba obsesionada con bailar. 

Pero no sabían que cuando algo te gusta el poder dedicarte a ello era un regalo.

Había oscurecido completamente cuando se despidió de la mujer que limpiaba el estudio de baile una vez habían acabado. El aire de las calles de Londres a esas horas era fresco y lo agradecía, era una buena forma de despejarse y relajarse en lo que volvía a casa. Hacía dos años que había dejado Australia para aterrizar en Inglaterra y aún todavía se quedaba embelesada con la hermosura de sus calles.

Fue duro dejar Sidney, su ciudad, e irse a la otra punta del mundo con una diferencia horaria de nueve horas. Pocas eran las veces que podía hablar con sus padres a tiempo real, normalmente se hablaban por correos o mensajes de texto y eso hacía que en ocasiones Dianna sintiese que haberse ido tan pronto fue una mala decisión.