°Chapter°: Tres

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— ¡Voy!

Me apresuré a abrir la puerta de mi apartamento. Le había prometido nuevamente a Kelly que hoy cenaría con ella, y no dudó en cobrarlo, incluso vino hasta mi edificio a buscarme.

— ¡Hola! — Se asomó por el umbral una vez abrí.

— Espérame unos segundos aquí, iré por mi poleron y vuelvo.

Corrí lo mas rápido a mi habitación para coger un poleron, el clima estaba fresco, y claramente no volvería temprano a casa. Regresé a la puerta lista.

— ¡Ya!

Kelly, parecía estar en otro mundo, su atención se había puesto en el ascensor del corto pasillo. Sacudí mi mano frente su rostro para ver si es que reaccionaba.

— ¿Kelly, sigues ahí?

— Sí. Sí. — Contestó desatenta.

— ¿Vamos?

Nos adentramos al ascensor, que no estaba demasiado lejos de mi apartamento, prácticamente me tomaba veinte pasos llegar a este; y sí, los he contado.

— ______, de casualidad, ¿Tienes un vecino nuevo? — Kelly, me observó curiosa.

— El chico que vive a mi lado. Nunca antes lo había visto así que supongo que es nuevo — Presioné el número de la planta baja — ¿Por qué?

— Lo vi salir de su apartamento, creo que iba a alguna parte — Abrió sus ojos interesada — Es muy guapo.

— Ah, sí, supongo. Llegamos — Salí antes que ella.

Cómo podía Kelly encontrar guapo a ese chico, sí, tenía lo suyo, pero no daba una buena primera impresión que digamos.

(...)

La cena con Kelly se pasó volando, supongo que cuando te diviertes el tiempo se pasa rápido, y así fue, ella era muy agradable a pesar de que nos conocímos a principios de año.

Descendí del ascensor para entrar a casa, pero me encontré con un cartero fuera del apartamento de el chico malhumorado.

— Oh, señorita — Me detuvo el repartidor apenas pasé detrás de él — ¿Usted vive por aquí?

— Sí.

— ¿Conoce a la persona que se hospeda en el 273?

— Em...Algo — Contesté insegura. Con suerte tropezamos una vez.

— Debo ir a entregar todos estos paquetes al resto de apartamentos, estoy muy apresurado. ¿Usted podría darle esto cuando llegue?

— Sí, claro. No hay problema.

— Muchas gracias.

El sujeto me dió el paquete y bajó por el ascensor. Tenía esa manía de ser amable con la gente, siempre si hacía algo mal la culpabilidad me carcomia por dentro. Con curiosidad leí lo que decía en el paquete "Mark Lee. Apartamento 273".

— ¿Mark? — Asi que así se llamaba el malhumorado.

Me adentré a mi departamento dejando caer mi cuerpo sobre el sillón, estaba agotadísima, la universidad no era ningún chiste. Quise descansar unos minutos antes de ponerme de pie, sin ganas me levanté a buscar un vaso de agua cuando oí el ruido de la puerta de al lado abriéndose, bebí el agua al ras, mientras iba a por el paquete del tal Mark. Abrí mi puerta y salí al pasillo, él ya no estaba. Desganada caminé hasta su puerta para tocar, pero apenas la roce se entreabrio. Curiosa observé dentro.

— ¿Hola? ¿Hay alguien en casa? — Nadie respondió. Estaba segura de que había oído la puerta abrirse, y no podría ser otro apartamento; en mi pasillo solo habían tres, y la vecina del 275 se fue de vacaciones — Tengo un paquete que le pertenece — Aún sin respuesta. Suspiré, la puerta ya estaba abierta de todas formas, y no pensaba entregárselo otro día — Lo dejaré dentro.

Sin miedo entré sin cerrar la puerta tras de mí. Debo admitir que el apartamento de ese Mark era muy bonito, inusual, pero bonito. Me abstraí viendo los cuadros, eran bastante vintages. Inocentemente me distraje con la decoración del lugar llegando al salón, divisé un mesón de vidrio así que deje el paquete ahí con sumo cuidado.

— ¿Qué haces aquí?

Una fuerte voz me sobresaltó, tenía razón en que había oído la puerta abrirse.

— Hola. Mark, ¿Cierto?

— ¿Qué quieres? — Parece que su personalidad indiferente es parte de él.

— El repartidor me dejó un paquete que era tuyo, no te encontrabas en casa y...la puerta estaba abierta.

Él solo me observaba serio a unos pocos metros, con sus manos en los bolsillos delanteros de su pantalón. Exhaló cerrando los ojos para luego acercarse demasiado a mi.

— ¿Sabes que es ilegal entrar sin permiso a una propiedad privada?

— Lo siento.

— Esto puedo contar como un ayanamiento o acoso. Y la ley dice que mientras el individuo permanezca dentro de mi propiedad tengo derecho a hacer todo lo que se me plazca en defensa propia —Su rostro estaba tan cerca del mío, y sus ojos me veían tan fijo que la piel se me puso de gallina.

— Entiendo — Tragué saliva.

Pasé con cuidado por su costado para salir de aquel lugar nerviosa. Una vez entre a mi apartamento pude tomar aire, me había puesto tan nerviosa que estaba conteniendo la respiración. Qué rayos le sucedía a ese idiota.

— ¿Acoso? Já, seguro. Acoso mis huevos. Maldito loco.

"Love On The Brain"  † Mark Lee & Tú † [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora