08

7.3K 503 49
                                    

Siento los labios de Lía sobre los míos lo que provoca que no quiera despegarme de ella, debido a la gran sincronía que tienen, pero nos separamos debido a que debemos entrar al departamento de una vez por todas. Con rapidez saco las llaves de mi pantalón y con una enorme necesidad de ya estar dentro, abro la puerta, en cuanto esto ocurre, Lía vuelve a lanzarse a mis labios y yo acepto gustoso.

Sin poder ver, cierro la puerta para seguir entrando sin soltarnos. Tropezamos con algunas cosas que hay en el suelo o con los muebles mientras intentamos llegar a mi recámara y aun así, ninguno de los dos tenemos intenciones de parar y llegar más pronto a la cama.

Seguimos besándonos por unos segundos, hasta que necesito más que solo besos. La suelto para quitarme de forma ágil la camisa, Lía sonríe y hace lo mismo con su blusa. De inmediato vuelvo a besarla y coloco mi mano en su espalda, muy cerca del sujetador, mientras dudo si se lo quito o detengo todo ahí porque si sigo avanzando, va a ser más complicado parar y doloroso, también.

Ese pensamiento se esfuma en cuanto siento como ella empuja mi mano para que lo haga, dejo de besarla para ver como sus ojos brillan de deseo igual que los míos, le doy una sonrisa traviesa y antes de que ella se dé cuenta, el sujetador cae al suelo.

Por fin hemos llegado a mi habitación  y comienzo a desabrocharme el pantalón con la ayuda de la chica, al quitármelo, ella lo lanza lejos de nuestro alcance, no nos importa donde queda nuestra ropa en absoluto.

Nos dejamos caer en la cama, ella bajo de mí y el deseo recorriendo cada parte del cuerpo de ambos, exigiendo que haya mucho más de lo que está sucediendo.

Abro los ojos de inmediato encontrándome con la oscuridad de la noche, estoy bastante agitado y las imágenes de mi cabeza siguen demasiado reales, tanto, que me dirijo a encender la luz de la habitación y averiguar si ella está junto conmigo. Volteo hacia todos los lados para darme cuenta que Lía no se encuentra, solo ha sido el recuerdo de esa noche, esa maldita noche que no me permite dormir o seguir viviendo sin pensar un solo minuto en la chica, en lo increíble que es en todos los sentidos y lo bien que me hizo sentir en cada plática que teníamos o hasta cuando nos encontrábamos en silencio.

Vuelvo a recostarme en la cama con los ojos cerrados, devolviéndome a ese gran momento, sintiendo los labios de ella sobre los míos, mientras que nos besamos con tanta sincronía que siento que no es real, también recuerdo como mis manos recorren cada parte de su cuerpo para memorizarlo con exactitud. Abro de nuevo los ojos, percatándome que debo parar esos pensamientos de inmediato.

Decido ponerme de pie para ir al baño, al llegar me miro al espejo y me lanzó agua al rostro, intentando que mi mente entienda que lo soñado ocurrió hace días y existe una enorme probabilidad de que no vuelva a ocurrir nunca, ni si quiera que nos volvamos a ver o platicar, tal vez nunca más vuelva a saber de la existencia de la chica y por eso mismo lo correcto sería sacarla de mi cabeza de una vez por todas, solo que no está resultándome posible.

Seco mi rostro con la toalla que tengo más cerca y luego de darme un último vistazo en el espejo para decirme que pare de una vez, vuelvo a la cama con la intención de dormir y no despertar hasta dentro de unas horas. En cuanto me siento y bajo la mirada, me encuentro con un gran bulto en mis pantalones, ese recuerdo me ha puesto de esta manera y no me sorprende para nada porque todo ha sido tan real, como si lo hubiera estado viviendo minutos atrás.

Me acuesto haciendo todo lo posible para ahuyentar esos pensamientos que tengo, para intentar controlarme, pero cuando estoy casi poniendo toda mi atención a otra cosa, mi mente vuelve a ese momento de acción, logrando que el problema que tengo, siga molestando y sin ninguna intención de dejar de hacerlo hasta que le ponga la atención debida.

¿Dónde estabas en la mañana? ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora