019 - Siempre hago lo que quiero.

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Los fines de semana eran agradables para Taehyung. Esa mañana todos sin excepción de nadie, almorzaban tranquilamente pues eran los días de descanso. Saeron no trabajaba, e incluso las nanas y Rim yacían vestidos de una forma no tan formal. El menor de los Kim prácticamente era un vago esos días.

—¿No vas a contestar?

Saeron interrogó curiosa al menor quien comía tranquilamente ignorando completamente al móvil que vibraba en el bolsillo de su pijama.

—Es solo un desconocido —Respondió Tae, sin dejar de comer.

—Si te llama con tanta insistencia debe ser importante —alentó Saeron amablemente.

Porque vaya que era insistente aquel dicho desconocido, no pasaba más de unos minutos para que el celular vibrara de nuevo, volviéndose un ciclo.

Alejando por fin la atención de su plato, Tae le sostuvo la vista a Saeron por un breve momento antes de asentir y colocarse de pie para alejarse de la mesa y así poder contestar. Soltó un suspiro antes de colocarse el móvil al oído.

—Él... acaba de... ¿suspirar? —Saeron frunció el ceño.

Las nanas asintieron, de igual manera confundidas. El pequeño Tae era alguien extremadamente paciente, sin embargo, al parecer ahora tenía dificultades con ello.

Una vez Taehyung estuvo a unos metros del comedor habló: —Diga.

—¿No pensabas contestar? —la voz de Seokjin se escuchó del otro lado, el menor ya sabía que se trataba de él incluso antes de contestar—. ¿O estabas durmiendo?

—Estaba durmiendo.

—Te va a crecer la nariz —señaló el rubio y Tae se retuvo de sonreír—. Lindo, ¿recuerdas la invitación?

—Lo lamento, pero este fin de semana la pasaré con mi familia.

La risa de Jin se escuchó del otro lado de la línea causándole curiosidad al menor.

—No lo vas a creer, pero te tengo una sorpresa.

—No me gustan las sorpresas.

—¡Pues lastima, te tendrás que aguantar!

Las comisuras del de cabellos claros se alzaron, las actitudes que tomaba el mayor eran impredecibles.

—¿Qué es? —terminó preguntando con interés, cediendo ante Seokjin.

—Sal hasta la calle —decretó el contrario.

A Taehyung no le quedo de otra más que acatar la orden. Caminando descalzo, llegó a la puerta de la entrada, cerró está detrás de él antes de cruzar el patio delantero de la casa, pasó la fuente y el jardín para llegar al enorme portón que daba a la calle. Colocó el código de seguridad para desbloquear la puerta y salió a la calle mirando alrededor. Observo sin expresión lo que se encontraba al otro lado de la calle.

—¡Soy yo! ¡¿No es genial?! —Jin gritó.

Yacía sonriendo de esa manera que lo caracterizaba, recargado sobre un bien parecido coche convertible rojo.

Antes de que el rubio cayera en cuenta, Tae ya se encontraba cerrando la puerta para regresar a la comodidad de su cama.

—¡Kim Taehyung! —gritó Seokjin desde las barras del portón blanco, sonriendo al ver como el menor aceleraba el paso para entrar a casa.

Aunque eso le dio tiempo de admirar a Taehyung. «¿Trae gafas?» se cuestión Jin, observando la vestimenta del contrario. Aquel pijama blanco holgada le daba una imagen tierna al menor. Era nuevo verle fuera del uniforme.

En una tarde lluviosa || VharemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora