Xiao XingChen tomó el tazón con ambas manos.
- Por supuesto que sí. Si puedo vivir, no hay razón para no intentarlo.
Sin embargo, después de probar solo un bocado, las comisuras de su boca comenzaron a temblar. Él solo se detuvo para escupir apretando apretadamente sus labios. Un momento después, él respondió con respeto.
- Gracias.
Wei WuXian dio media vuelta.
- ¿Vieron eso? ¿Vieron eso? ¿Que dijo el? Ustedes son los únicos que tienen estándares muy altos, tan llenos de quejas incluso después de comer mi congee.
Jin Ling.
- ¿Tu congee? ¿Qué más hiciste, aparte de agregar un montón de cosas extrañas en el bote?
Xiao XingChen.
- Pero, ahora que lo pienso, si tuviera que comer esto todos los días, preferiría morir.
Jin Ling se rió de él sin contenerse en absoluto. Incluso Lan SiZhui no pudo evitar estallar con un "pff". Sin palabras, Wei WuXian se volvió para mirarlos, y Lan SiZhui se puso serio al instante. Lan JingYi habló, su voz llena de placer.
- Terminado. Todos ellos han sido derrotados. ¡Ganamos!
Xiao XingChen bajó su tazón de inmediato.
- No abras la puerta todavía. Ten cuidado. Aún podrían venir más.
Wei WuXian.
- No dejes el tazón. Recógelo y bebe todo.
Dicho eso, se acercó a las puertas de madera y echó un vistazo por la rendija. Después de la batalla inhumana, la niebla y el polvo del color de un rojo violáceo impregnaban toda la calle. El polvo de envenenamiento de cadáveres comenzaba a disiparse y el grupo de maniquíes de papel inspeccionó tranquilamente el camino. Entre las piezas de cadáveres que cubrían el suelo cuando encontraban alguna que aún se podía mover, la pisoteaban sin piedad, hasta que todo lo que quedaba eran charcos de carne enlodada.
Aparte de esto, todo estaba en silencio. Por el momento, no llegaron nuevos cadáveres.
Justo cuando Wei WuXian estaba a punto de relajarse, una serie de ruidos casi imperceptibles surgieron sobre él.
Los ruidos eran extremadamente difíciles de reconocer. Era como si alguien estuviera caminando rápidamente por encima del techo. Sin embargo, dado que los movimientos de la persona eran anormalmente ligeros, el sonido de sus pasos era casi imperceptible. Wei WuXian solo captó los ligeros ruidos de colisión entre las tejas debido a sus agudos sentidos. Por supuesto, ya que él estaba ciego, Xiao XingChen también notó los ruidos. Él los advirtió.
- ¡Desde arriba!
Wei WuXian gritó.
- ¡Dispérsense!
Tan pronto como lo dijo, un gran agujero se rompió en el techo de la cámara central. Polvo, hierbas y tejas rotas llovieron desde la parte superior. Fue una suerte que la mayoría de los discípulos ya se hubieran dispersado, por lo que nadie resultó herido. Una figura negra saltó desde la abertura del techo.
El hombre vestía túnicas negras de cultivo. Con una postura alta y una espalda recta, tenía el aire de un pino firme. Un batidor de cola de caballo estaba amarrado a su espalda y una larga espada sostenida en su mano. Su rostro, aunque apuesto, se inclinaba levemente hacia arriba, sugiriendo una personalidad altiva y distante.
CAPÍTULO 37 - Pastos (Quinta parte)
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