Ilusiones verdaderas. Falsas realidades.

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...Es como estar gritando con todas tus fuerzas y que nadie logre oírte...

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Hacía mucho frío esa tarde, Guillermo se apretó aún más entre su abrigo negro y su bufanda azul. Sonrió al verlo acercarse a él.

Guillermo tenía dieciocho años, él veinticinco. Lo conoció en un bar hacía unos siete meses, él era tan maduro pero a la vez infantil, algo soberbio, seguro. Iba a donde se le viniera en gana, sin dejarse atar por nadie y esalibertad que lo hizo enamorarse de él.

Actualmente vivían en Alcorcón. Él realmente odiaba ese pueblo, sólo estaba de paso, aunque últimamente el paso se había alargado por él.

-Guillermo-

Y su nombre se oía tan bien en sus labios, él lo amaba a pesar de sus mentiras, de sus engaños, de sus golpes.

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-¿Y yo cuando conoceré a tus padres?-

Guillermo sonrió mientras acaba de acomodar su ropa en el closet.

-No lo sé- Suspiró, Samuel clavó los ojos en él.

Guillermo siempre esquivaba el tema de sus padres. Se acomodó mejor sobre la cama y lo observo desdoblar y doblar la ropa acomodándola en los cajones del closet que él mismo le había dado.

-¿Qué tienes allí?- Preguntó curioso  al verlo tomar una vieja caja de zapatos.

Las cortas uñas de Guillermo se enterraron en la caja y Samuel notó como la aferraba más a su cuerpo.

-Nada- Susurro perdido- Son... tonterías-

Sonrió. Falso. Samuel lo notó, aun así no dijo nada y lo dejo continuar su trabajo, no sin antes notar donde guardaba él esa valiosa y misteriosa caja de zapatos. Entre su ropa, justo frente a sus ojos.

-Guillermo- Lo llamo tras unos minutos de silencio.

Él dejo de sacar la ropa de la maleta y lo miró curioso. Samuel sonrió.

-Ven aquí- Dijo tomándolo de la muñeca y tirándolo sobre la cama.

Él chilló entre risas tras caer al colchón y Samuel se acomodó mejor sobre el cuerpo de Guillermo.

-Me alegra que aceptarás venir a vivir conmigo- Murmuró besando su frente.

-A mí también-

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 Guillermo cerró los ojos, el sudor recorrió su  frente pasando por sus mejillas para hundirse en su pecho.

Abrió los ojos despacio, el frío recorrió su cuerpo, la oscuridad y el silencio lo invadió. Clavo sus negros ojos en el techo blanco.

Guillermo...

Cerró los ojos nuevamente al oír su voz.

Guillermo...

Y los sonidos volvieron, el llanto, los gritos, el dolor.

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Despertó de golpe, asustado, agitado y confundido. Samuel aún dormía plácidamente junto a él, se levantó sin hacer ruido, evitando despertarlo de su acogedor sueño y camino con cuidado al baño, encendió la luz y cerró la puerta con llave. Se acercó al lavamanos y observó al espero. Su corto cabello estaba desordenado, su rostro pálido y sus ojos vacíos, sin brillo, sin vida. Sus manos apretaron con fuerza la losa.

Psicosis - WigettaWhere stories live. Discover now